
Como en las semanas anteriores, el Papa Francisco ha impartido su habitual catequesis de los miércoles desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, acompañado de unos pocos ayudantes y traductores que leyeron sus saludos y resúmenes de su catequesis en los distintos idiomas, retransmitido por los medios vaticanos.
El Pontífice exhortó a “abrir todo el corazón en la oración, esta semana, estos días, con el Crucifijo y el Evangelio. No se olviden, Crucifijo y Evangelio, la liturgia doméstica será esa.
Dejemos que fije su mirada en nosotros” para comprender que “no estamos
solos, sino que somos amados, porque ¡el Señor no nos abandona y no se
olvida de nosotros, nunca!”.
¿Por qué Dios no lo resuelve todo ya?
El Papa Francisco reconoció que “en este tiempo de preocupación por
la pandemia” del coronavirus, COVID-19, que está afectando al mundo
“podríamos pensar que Dios está ausente, que no se interesa por
nosotros y por nuestro sufrimiento”.
“¿Qué hace Dios ante nuestro dolor? ¿Dónde está cuando todo sale mal? ¿Por qué no resuelve los problemas rápidamente?”
En este sentido, el Papa reconoció que alguna persona podría decir que “preferiría un 'dios' fuerte y poderoso”.
Pero a eso el Pontífice respondió que "el poder de este mundo pasa,
mientras que el amor permanece. Solo el amor protege la vida que
tenemos, porque abraza nuestras fragilidades y las transforma”.
También Jesús sufrió y pareció abandonado
Asimismo, el Pontífice explicó que “ante estas preguntas que afligen
nuestro corazón” ayuda “la narración de la Pasión de Jesús, que nos
acompaña en estos días santos” porque dijo que la Pasión de Cristo “nos habla de un Jesús pacífico, indefenso, no de un Mesías potente y vencedor, como se lo imaginaban sus seguidores que, confundidos y asustados, lo abandonaron, tenían miedo”.
Por ello, el Pontífice citó las palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo cuando en la mañana de la Pascua dijo: “No tengan miedo”
y agregó que “las preguntas inquietantes sobre el mal no desaparecen
repentinamente, pero encuentran en el Resucitado la base sólida que nos
permite no naufragar”.
Para ver a Dios... mirar el rostro de Cristo en la Cruz
Asimismo, el Pontífice recordó que en la narración que relata la
muerte de Jesús “es el centurión romano, que había sido testigo de
sus sufrimientos en la cruz, de su perdón y de su amor infinito, quien
declara: ‘Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios’” y añadió que “con estas palabras manifiesta que, en esa aparente derrota, Dios está presente verdaderamente”.
“A Dios no es posible conocerlo y alcanzarlo con nuestro esfuerzo personal.
Es Él quien ha venido a nuestro encuentro y se nos ha revelado en el
misterio pascual de Jesús. Contemplando a Jesús en la cruz vemos el
rostro de Dios, que se revela como es: Omnipotente, pero en el amor,
porque Él es Amor; que no condena, sino que abre sus brazos para abrazar nuestra fragilidad, y la transforma dándonos vida nueva”, advirtió.
Jesús, Dios cercano, cambió la historia
De este modo, el Papa recordó que en estos días santos en que
conmemoramos la Pasión, muerte y Resurrección del Señor “Jesús, con
su Cruz ha vencido a la muerte y nos ha dado vida” por lo que invitó a “pedir con fe que convierta nuestro miedo en confianza, nuestra angustia en esperanza y nos haga experimentar la cercanía de su Amor infinito”.
“Queridos hermanos y hermanas, Jesús cambió la historia haciéndose
cercano a nosotros y la hizo, aunque todavía está marcada por el mal,
historia de salvación. La hizo historia de salvación. Ofreciendo su vida en la cruz, Jesús venció también la muerte. Desde el corazón abierto al crucificado, el amor de Dios alcanza a cada uno de nosotros”, subrayó el Papa.
Después de recomendar una vez más el Evangelio y el crucifijo para
estas fiestas en confinamiento, concluyó diciendo: “Y con este
pensamiento, les deseo una Santa semana y una Santa Pascua”.
Mensaje resumido del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas: En este tiempo de preocupación por la
pandemia que está afectando al mundo, podríamos pensar que Dios está
ausente, que no se interesa por nosotros y por nuestro sufrimiento.
Ante estas preguntas que afligen nuestro corazón, nos ayuda la
narración de la Pasión de Jesús, que nos acompaña en estos días. La
Pasión nos habla de un Jesús pacífico, indefenso, no de un Mesías
potente y vencedor, como se lo imaginaban los seguidores que,
confundidos y asustados, lo abandonaron, tenían miedo. Cuando Jesús
muere es el centurión romano, que había sido testigo de sus sufrimientos
en la cruz, de su perdón y de su amor infinito, precisamente él es
quien declara: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios», y con
estas palabras manifiesta que, en esa aparente derrota, Dios está
presente verdaderamente.
A Dios no es posible conocerlo y alcanzarlo con nuestro esfuerzo
personal. Es Él quien ha venido a nuestro encuentro y se nos ha revelado
en el misterio pascual de Jesús, en su muerte y resurrección.
Contemplando a Jesús en la cruz vemos el rostro de Dios, que se revela
como es: Omnipotente, pero en el amor, porque Él es amor; que no
condena, sino que abre sus brazos para abrazar nuestra fragilidad, y la
transforma dándonos vida nueva.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española que siguen esta
catequesis a través de los medios de comunicación social. En estos días
santos en que conmemoramos la Pasión del Señor Jesús, que con su cruz ha
vencido a la muerte y nos ha dado vida, pidámosle con fe que convierta nuestro miedo en confianza, nuestra angustia en esperanza
y nos haga experimentar la cercanía de su amor infinito. Que el
Crucificado nos conceda ser cada vez más hermanos y nos sostenga con su
presencia. Que Dios los bendiga.
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