
La cita es a las 22.00 horas, "cuando el Santo Padre encienda
la hoguera": hay que seguir la ceremonia por la televisión o internet. Y
los convocantes apelan al espíritu "gamberro" (es decir, de
hacer ruido y dar la nota, en el mejor de los sentidos) que todo
cristiano debe llevar dentro si vive auténticamente su fe: "No se
enciende una lámpara para meterla debajo del celemín" (Mt 5, 13-16),
dijo Jesucristo nada más proclamar las Bienaventuranzas en el Sermón de la Montaña.
Así que es algo tan sencillo como eso. A la hora en la que la Iglesia normalmente nos convoca a uno de los ritos más bellos del año que
no podremos vivir esta vez los cristianos (la procesión de las candelas
y el paso de la luz de unas velas a otras), hacer presente esa lámpara
en el mismo lugar donde, sin reparo alguno, sacamos las palmas o las
cacerolas.
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