En el Regina Coeli del tercer Domingo de Pascual, el Papa Francisco
reflexionó sobre el Evangelio del día, y habla de los “tres pasos” para
encontrar a Jesús: abrir el corazón, leer el Evangelio, invitarlo a
casa. Además afirma: hay que pasar del “yo”, a “Dios”, de los “si”, a
los “sí”.
“Elijamos el camino del ‘sí’ a Dios, no del ‘si’”. En el
tercer domingo de Pascua, en medio del bloqueo dispuesto para prevenir
el contagio de Covid-19, el Papa Francisco dirigió la oración del Regina
Coeli desde la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano. Antes del
rezo mariano, la reflexión del Papa sobre el Evangelio del día, que narra el episodio de los dos discípulos de Emaús:
"El Evangelio de hoy, ambientado en el día de Pascua, narra el episodio de los dos discípulos de Emaús. Es una historia que comienza y termina 'en camino'.
De hecho, está el viaje de ida de los discípulos que, tristes por el
epílogo de la historia de Jesús, dejan Jerusalén y vuelven a casa, a
Emaús, caminando unos once kilómetros. Es un viaje que tiene lugar
durante el día, con una buena parte del trayecto cuesta abajo. Y está el
viaje de regreso: otros once kilómetros, pero hechos al anochecer, con
parte del camino cuesta arriba después de la fatiga del viaje de ida, y
de todo el día. Dos viajes: uno fácil durante el día y el otro agotador
por la noche".
De los dos viajes, el Santo Padre señaló que el primero, de día cuesta abajo, transcurre “en la tristeza”, mientras el segundo, cuesta arriba y de noche, lo hace “en la alegría”. ¿Por qué?
"En el primero está el Señor caminando a su lado, pero no lo
reconocen; en el segundo ya no lo ven, pero lo sienten cerca de ellos. En
el primero están desanimados y desesperanzados; en el segundo corren
para llevar a los demás la bella noticia del encuentro con Jesús
Resucitado", indicó
Esos “dos caminos diferentes de aquellos primeros discípulos”, precisó Francisco, “nos dicen hoy que en la vida tenemos ante nosotros dos direcciones opuestas”:
"Está el camino de los que, como aquellos dos del principio, se dejan
paralizar por las desilusiones de la vida y van adelante con tristeza, y
está el camino de los que no se ponen a sí mismos y sus problemas en
primer lugar, sino a Jesús que los visita, y a los hermanos que esperan
su visita. Es decir, los hermanos que esperan que nosotros cuidemos de
ellos".
“Este es el punto de inflexión”, afirmó el Papa: “dejar de orbitar alrededor de uno mismo,
a las decepciones del pasado, a los ideales no realizados, a tantas
cosas feas que han pasado en la propia vida", y "seguir adelante mirando
a la realidad más grande y verdadera de la vida: Jesús está vivo, Jesús
me ama”.
"El cambio de marcha es este: pasar de los pensamientos sobre mi yo, a
la realidad de mi Dios; pasar - con otro juego de palabras - de los
“si” a “sí”. De los “si" a los "sí", ¿qué significa?: “si Él nos hubiera liberado, si Dios me hubiera escuchado, si la vida hubiera ido como yo quería, si tuviera esto y aquello...”. Como un lamento".
Por ello, indicó que "este 'si' no ayuda, no es fructífero,
no nos ayuda a nosotros ni a los demás. Estos son nuestros 'si',
similares a los de los dos discípulos, quienes pasan, sin embargo, al
sí: 'Sí, el Señor está vivo, camina con nosotros. Sí, ahora, no mañana, nos ponemos en camino de nuevo para anunciarlo'".
"Sí, puedo hacer esto para que la gente sea más feliz, para que la gente mejore, para ayudar a mucha gente. Sí: sí, puedo. Del 'si' al 'sí', de la queja a la alegría y a la paz,
porque cuando nos lamentamos, no estamos en la alegría; estamos en un
gris, en ese aire gris de la tristeza. Y esto ni siquiera nos ayuda a
crecer bien. De 'si' a 'sí", de la lamentación a la alegría del
servicio", agregó.
Pero Francisco plantea una pregunta a la atención de los fieles:
¿cómo ocurrió este cambio de paso, del “yo” a Dios, y de los “si” a los
“sí”, de los discípulos? La respuesta es “encontrando a Jesús”:
"Los dos de Emaús le abren primero su corazón, luego le escuchan explicar las Escrituras, y entonces lo invitan a casa.
Son tres pasos que también nosotros podemos cumplir en nuestras casas:
primero, abrir el corazón a Jesús, confiarle las cargas, los cansancios,
las desilusiones de la vida, confiarle los 'si'; y después, el segundo
paso, escuchar a Jesús, tomar el Evangelio en mano, leer hoy este
pasaje, el capítulo veinticuatro del Evangelio de Lucas; tercero,
rezarle a Jesús, con las mismas palabras que aquellos discípulos:
'Señor, quédate con nosotros': con todos nosotros, porque te necesitamos
para encontrar el camino'".
Finalizando su catequesis, el Papa hizo presente que “siempre estamos
en camino”, y que “nos convertimos en aquello hacia lo que vamos”. E
insistió: "Elijamos el camino de Dios, no el camino del yo; el camino del "sí", no el del "si".
Descubriremos que no hay ningún imprevisto, no hay subida, no hay
ninguna noche que no se pueda enfrentar con Jesús. Que Nuestra Señora,
Madre del Camino, que al aceptar la Palabra hizo de toda su vida un "sí"
a Dios, nos muestre el camino".
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