Como
ya es costumbre en el Papa durante este tiempo de pandemia, Francisco
ha ofrecido sus oraciones del día por algo concreto. Y este domingo ha
dicho lo siguiente: “Hoy, en esta misa, rezamos por todos aquellos que sufren la tristeza, porque están solos o porque no saben qué futuro les espera
o porque no pueden llevar adelante su familia porque no tienen dinero,
porque no tienen trabajo. Tanta gente que sufre de tristeza. Recemos por
ellos hoy”.
Ya en su homilía dominical, el Santo Padre comentó el Evangelio de
los discípulos de Emaús. “Muchas veces hemos oído que el cristianismo no
es sólo una doctrina, no es una forma de comportarse, no es una
cultura. Sí, es todo eso, pero más importante y primero y principal, es un encuentro. Una persona es cristiana porque ha encontrado a Jesucristo, se ha dejado encontrar por Él”, dijo el Papa al comenzar.
“Al Señor le gusta oír cómo hablamos, para entendernos bien y dar la respuesta correcta a esa inquietud. El Señor no acelera el paso, siempre va a nuestro ritmo, muchas veces lento, pero su paciencia es así”, recordó.
Además, agregó que “el Señor nos acompaña porque quiere encontrarnos.
Por eso decimos que el núcleo del cristianismo es un encuentro: el
encuentro con Jesús. ¿Por qué eres cristiano? ¿Por qué eres cristiana? Y
mucha gente no sabe decirlo. Algunos, por tradición, pero, otros no
saben decirlo, porque se encontraron con Jesús, pero no se dieron cuenta
de que era un encuentro con Jesús. Jesús siempre nos está buscando.
Siempre”.
Homilía íntegra del Papa que recoge Vatican News:
Muchas veces hemos oído que el cristianismo no es sólo una
doctrina, no es una forma de comportarse, no es una cultura. Sí, es todo
eso, pero más importante y primero y principal, es un encuentro. Una
persona es cristiana porque ha encontrado a Jesucristo, se ha dejado
encontrar por Él.
Este pasaje del Evangelio de Lucas nos habla de un encuentro, la
forma de comprender bien cómo actúa el Señor, cómo es nuestra forma de
actuar. Nacimos con una semilla de ansiedad. Dios lo quiso así:
inquietud por encontrar la plenitud, inquietud por encontrar a Dios,
muchas veces incluso sin saber que tenemos esta inquietud. Nuestro
corazón está inquieto, nuestro corazón está sediento: sed de encuentro
con Dios. Lo busca, muchas veces por caminos equivocados: se pierde,
luego vuelve, lo busca... Por la otra parte, Dios tiene sed de
encuentro, hasta tal punto que envió a Jesús a nuestro encuentro, a
venir al encuentro de esta inquietud.
¿Cómo actúa Jesús? En este pasaje del Evangelio vemos bien que Él
respeta, respeta nuestra propia situación, no se adelanta. Solo algunas
veces, con los tercos, pensamos en Pablo, ¿no es así? cuando lo tira
del caballo. Pero normalmente va despacio, respetando nuestros tiempos.
Es el Señor de la paciencia. ¡Cuánta paciencia tiene el Señor con cada
uno de nosotros! El Señor camina a nuestro lado.
Como hemos visto aquí con estos dos discípulos, Él escucha
nuestras inquietudes - ¡Él las conoce! - y en cierto punto dice algo. Al
Señor le gusta oír cómo hablamos, para entendernos bien y dar la
respuesta correcta a esa inquietud. El Señor no acelera el paso, siempre
va a nuestro ritmo, muchas veces lento, pero su paciencia es así.
Hay una antigua regla de los peregrinos que dice que el verdadero
peregrino debe ir al paso de la persona más lenta. Y Jesús es capaz de
esto, lo hace, no acelera, espera a que demos el primer paso. Y cuando
llega el momento, nos hace la pregunta. En este caso está claro: "¿De
qué cosas vienen hablando?", se vuelve ignorante para hacernos hablar.
Le gusta que hablemos. Le gusta oír esto, le gusta que hablemos así. Es
algo que hace para escucharnos y la respuesta nos hace hablar, como si
se hiciese el ignorante, pero con mucho respeto. Y luego responde,
explica, hasta el punto necesario. Aquí nos dice que: "¿Acaso no era
necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?"
Y, comenzando con Moisés y todos los profetas, les explicó en todas las
Escrituras lo que se refería a Él. Explica, aclara.
Confieso que tengo curiosidad por saber cómo explicó Jesús para
hacer lo mismo. Fue una hermosa catequesis. Y luego el mismo Jesús que
nos acompañó, que se acercó a nosotros, simula ir más allá para ver la
medida de nuestra inquietud: No, ven, ven, "quédate un poco con
nosotros". Así es como se da el encuentro. Pero el encuentro no es sólo
el momento de partir el pan aquí, sino que es todo el camino. Nos
encontramos con Jesús en la oscuridad de nuestras dudas. Incluso en la
fea duda de nuestros pecados, Él está ahí para ayudarnos, en nuestras
inquietudes... Él siempre está con nosotros.
El Señor nos acompaña porque quiere encontrarnos. Por eso decimos
que el núcleo del cristianismo es un encuentro: el encuentro con Jesús.
¿Por qué eres cristiano? ¿Por qué eres cristiana? Y mucha gente no sabe
decirlo. Algunos, por tradición, pero, otros no saben decirlo, porque
se encontraron con Jesús, pero no se dieron cuenta de que era un
encuentro con Jesús. Jesús siempre nos está buscando. Siempre. Y
nosotros tenemos nuestra inquietud. En el momento en que nuestra
inquietud encuentra a Jesús, comienza la vida de la gracia, la vida de
la plenitud, la vida del camino cristiano.
Que el Señor nos dé a todos esta gracia de encontrarnos con Jesús
todos los días, de saber, de conocer precisamente que Él camina con
nosotros en todos nuestros momentos. Es nuestro compañero de
peregrinación.
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