Y, buscándose el Señor un obrero entre la multitud a la que lanza su grito de llamamiento, vuelve a decir: «¿Hay alguien que quiera vivir y desee pasar días prósperos?» Si tú, al oírle, le respondes: «Yo», otra vez te dice Dios: Si quieres gozar de una vida verdadera y perpetua, «guarda tu lengua del mal; tus labios, de la falsedad; obra el bien, busca la paz y corre tras ella». Y, cuando cumpláis todo esto, tendré mis ojos fijos sobre vosotros, mis oídos atenderán a vuestras súplicas y antes de que me interroguéis os diré yo: «Aquí estoy». Hermanos amadísimos, ¿puede haber algo más dulce para nosotros que esta voz del Señor, que nos invita? Mirad cómo el Señor, en su bondad, nos indica el camino de la vida. Ciñéndonos, pues, nuestra cintura con la fe y la observancia de las buenas obras, sigamos por sus caminos, llevando como guía el Evangelio, para que merezcamos ver a Aquel que nos llamó a su reino […].

Los que así proceden son los temerosos del Señor, y por eso no se inflan de soberbia por la rectitud de su comportamiento, antes bien, porque saben que no pueden realizar nada por sí mismos, sino por el Señor, proclaman su grandeza, diciendo lo mismo que el profeta: «No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre, da la gloria».
(REGLA de san BENITO prólogo 14-21. 29-30)

15:40-16:05: Rosario.
Caminamos junto a santa María. Ella nos enseña a contemplar al Señor en sus misterios siempre en comunión con lo que la liturgia celebra.

San Benito no la nombra ni una sola vez en la Regla, pero eso no quiere decir que no le tuviera cariño, sino que centró toda su atención en Cristo. Nuestra Regla está absolutamente centrada en Cristo: “No anteponer nada absolutamente al amor de Cristo” (RB 4, 21. 72, 11). Con todo, sí descubrimos los mismos sentimientos de María, por ejemplo, cuando nos dice en este fragmento del prólogo, que los temerosos (los que temen no ser fieles a su Amor) “proclaman su grandeza diciendo lo mismo que el profeta: «No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre, da la gloria»”. ¿No os recuerda al Magnificat, el Cántico de María de Lc 1, 46s?

Estos días también nos está uniendo más a nuestro Arzobispo, ¡iglesias domésticas en oración! Nosotras nos unimos a vosotros unas cuantas horas antes…
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