En todo tiempo han de cultivar los monjes el silencio, pero
muy especialmente a las horas de la noche. En todo tiempo, sea o no de
ayuno -si se ha cenado, en cuanto se levanten de la mesa-, se reunirán
todos sentados en un lugar en el que alguien lea las Colaciones, o las
Vidas de los Padres, o cualquier otra cosa que edifique a los oyentes.
[…] Se leerán cuatro o cinco hojas, o lo que el tiempo permita, para que durante esta lectura se
reúnan todos, si es que alguien estaba antes ocupado en alguna tarea
encomendada. Cuando ya estén todos reunidos, celebren el oficio de
completas, y ya nadie tendrá autorización para hablar nada con nadie.
[…] A no ser que lo exija la obligación de atender a los huéspedes que
se presenten o que el abad se lo mande a alguno por otra razón; en este
caso lo hará con toda gravedad y con la más delicada discreción.
(REGLA de san BENITO capítulo XLII: El silencio después de completas, 1-3. 6-8. 10)
21:45-22:00: Completas.
La oración que “completa” la jornada. Oración íntima, de una gran
belleza. En ella repasamos el día, pedimos perdón por nuestras faltas,
cantamos nuestra confianza en el Señor de nuestras vidas, nos
abandonamos en sus Manos, nos acogemos a la protección de María.
Con Simeón damos gracias al Señor porque nuestros ojos lo han
contemplado… ¿De verdad? A veces me quedo asustada… “Señor, se me pasó
el día… ¿y Tú?” Pero Él está, nos mira, nos ama…
Mañana es otro día, vamos, a descansar…
pastoralsantiago.es
Foto: Miguel Castaño