Un conocido proverbio escocés dice que “la sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz”. Los estudiosos del comportamiento humano, sostienen que sonreír tiene un efecto positivo sobre uno mismo y sobre los demás, porque nuestros cerebros perciben una información de que estamos contentos y comienza a trabajar en la dirección del optimismo.  Así es, forma parte de nuestra especie, es muy útil en las primeras impresiones y provoca emociones positivas, porque nos informan de personas confiables, cercanas, sociables y, como en un espejo, tiene un efecto contagioso. La alarma sanitaria provocada por el coronavirus ha puesto de relieve una tragedia grande; pero también ha hecho aflorar sonrisas sinceras. No importa la razón: un saludo afable, un “cumpleaños feliz”, una compra llevada a casa, dar una información precisa, una llamada a alguien que vive en soledad…  La sonrisa reduce la agresividad, elimina la competitividad, relaja la estrechez de miras, incrementa la flexibilidad y la imaginación, alivia el dolor y abre una ventana a la esperanza, dando luz sin gasto.
Apdre Freire
pastoralsantiago.es
Foto: Miguel Castaño
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