No puede ser que afrontemos una tragedia como la pandemia sin descubrir la hospitalidad y sentirse llamado a ella.  La hospitalidad es un arte y un valor ético seguro en el que descubrimos que nada humano me es ajeno, es una invitación de participar en mi propio mundo dirigida al otro, es un punto de encuentro entre lo externo y el interior, entre lo público y lo privado. La carta a los Hebreos pide no olvidar la hospitalidad (Heb 13, 2), la hospitalidad como estar atentos al corazón del otro e, independientemente de sus heridas, ofrecerle la palabra que sana, el espacio que serena, la escucha que redime.  Acoger y ser acogido, hospedar y ser hospedado es una forma de sabiduría que representa una y mil veces la Encarnación de Dios, del Dios cristiano que acampa entre nosotros haciéndose carne, ofreciendo descanso, asiento, reparación, compasión… todo lo que forma el conjunto de la dignidad humana sin juzgar, compartiendo la sencilla abundancia de los solidarios siempre en camino.
Padre Roberto
pastoralsaniago.es
Foto: Miguel Castaño

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