
Así lo anunció el 27 de febrero el obispo de Avezzano, después de
haberlo hablado con el Papa Francisco, que es un gran impulsor de esta
nueva advocación. El santuario abrirá, con el icono, en mayo, mes que la Iglesia dedica a María.
Desde el inicio de su pontificado el Papa Francisco ha predicado insistentemente contra el chismorreo, la murmuración y la difamación.
En mil homilías y catequesis ha insistido en que hay murmuraciones que
“matan” y que hay personas que “asesinan” a su prójimo al chismorrear y
difamar. Y más aún en nuestra época de comentarios infinitos, groseros e irreflexivos amparados por el anonimato en Twitter y las redes sociales. Por
eso, el potente símbolo de este icono, en que la Virgen hace gesto de
silencio con un dedo ante los labios, resulta especialmente adecuado y
sanador para nuestros días.
El 24 de marzo de 2019 el Papa escribió a mano al provincial de los capuchinos de los Abruzos, el padre Nicola Galasso: «Sería bueno encontrar un lugar, una iglesia, donde se pueda dar culto público a la Virgen del Silencio. Piense
en ello, por favor, y hágame una propuesta”. Fray Emiliano Antenucci,
gran impulsor de esta difusión, y su superior, el padre Galasso,
buscaron durante meses y al final se decidieron por el convento
capuchino abandonado de Avezzano, y el Papa telefoneó al obispo local
para confirmar la decisión.
Así nace un nuevo santuario mariano dedicado a una nueva advocación, la
Virgen María del Silencio. Este santuario será un lugar de formación y
crecimiento espiritual, guiado por fray Emiliano Antenucci.

La Virgen, modelo de silencio orante y poderoso
Este capuchino escribe así acerca de esta dimensión de la Madre de Dios:
“El destino de la Virgen es estar en silencio. Es su condición, su camino, su vida.
La suya es una vida de silencio que adora la Palabra eterna. Al ver
ante sus ojos, en su pecho, en sus brazos, esta misma Palabra, la
Palabra sustancial del Padre, cambiada y silenciada por la condición
particular de su infancia, la Virgen se cierra en un nuevo silencio,
donde se transforma siguiendo el ejemplo del Verbo encarnado que es su
Hijo, su único amor. Y así su vida pasa de un silencio a otro, de un silencio de adoración a un silencio de transformación“.
“María está en silencio, envuelta en el silencio de su Hijo, Jesús.
Uno de los efectos sagrados y divinos del silencio de Jesús es el de
poner a su Santísima Madre en una vida de silencio: humilde, profundo silencio, que sabe adorar la sabiduría encarnada de una manera más santa y elocuente que las palabras de los hombres y las de los ángeles”.

“La Virgen del Silencio nos habla con una mano para detenernos del
torbellino de palabras y activismo y con la otra nos ofrece un silencio
de adoración y asombro. María es la catedral del silencio en la que
resuena la Palabra eterna. La Virgen del Silencio es un antídoto contra
la “dictadura” del ruido y la “charla” de palabras inútiles y
maliciosas”.
Aunque el icono nace en 2010 y fray Emiliano Antenucci fomenta grupos
de oración y silencio desde 2008 presentando el ejemplo de la Virgen, la noción de María como mujer de silencio es común en la tradición católica, enraizada
en Lucas 2,19 (“María guardaba todas estas cosas en su corazón y
meditaba acerca de ellas”) y en Lucas 2,51 (“Jesús volvió a Nazaret, y
estaba sujeto a sus padres y su madre guardaba todas estas cosas en su
corazón”).
Por ejemplo, en Madrid, en 1973, el cardenal Tarancón erigió la parroquia de Santa María del Silencio,
desde su origen pensada para atender a las personas sordas y
sordo-mudas. Allí se venera una imagen en madera de pino con el mismo
nombre. Una réplica de esta imagen fue entregada al Papa San Pablo VI
por un grupo de peregrinos sordos madrileños en una audiencia que les
concedió el 14 de agosto de 1974 en Castelgandolfo.
ReligiónenLibertad