«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo
soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me
ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque
yo hago siempre lo que le agrada» (cfr. Juan 8, 21-30).
Hoy el Señor nos habla en el evangelio con estas palabras de la
entrega de su libertad y de su absoluta confianza de saberse siempre
acompañado por el Padre, porque vive en obediencia a su voluntad. Como
María vivió también en obediencia y en total confianza. Madre e Hijo
fueron fieles al querer de Dios. Esta situación que estamos viviendo,
este hoy que se nos presenta en lo cotidiano, es donde tenemos la
oportunidad de abrazar, también nosotros, la voluntad del Padre. Rindamos nuestros deseos al querer de Dios y así seremos un poco más como Jesús y como María.
Margarita Diego – Toma, Señor, mi libertad https://youtu.be/GqHLf24IvJ0
Esta vez se da un encuentro verdadero. A lo largo de la Vía Dolorosa
ya no hay gente que reivindique los primeros puestos. Basta una mirada.
Y, quizás, en la de la madre, se vislumbra una pregunta dramática pero
muy natural: ¿Dónde están? ¿Te han abandonado? ¿Dónde está la comunidad,
vencida ya en la primera batalla? ¿Y los ciegos, los leprosos, los
enfermos curados? ¿Dónde están mi madre y mis hermanos? Mira, la madre
está aquí. Le ha dejado completamente libre para la misión que le había
confiado el Padre. Ahora reaparece para asegurarle que aún podía contar
con aquel “SÍ”.
ACTUALIDAD
Las madres, en especial a aquellas que han perdido un hijo: las que
lo han perdido antes de nacer, las que lo han perdido por enfermedad,
por accidente, aquellas que su hijo se ha suicidado, ha desaparecido.
Las madres que tienen un hijo discapacitado. Y las madres que viven el
desgarro de hijos presos, con adicciones, con enfermedades mentales, con
falta de sentido en sus vidas, con hábitos desordenados.
TÚ, YO, NOSOTROS
La Virgen acude a la cita con su Hijo en la Vía Dolorosa. Nosotros
hemos faltado a muchas citas en nuestra vida: citas con la santidad, con
el testimonio de vida, cita con el coraje en la prueba. Cita con la
valentía de la Fe. “¿Por qué tenéis miedo? ¡Cuánto tiempo entretenidos
en cosas superfluas!
Señor Jesús, en medio de la multitud, ha
bastado una mirada, un silencio, para encontrarte con tu Madre. Ha sido
un intercambio del “sí”. También yo quiero dejarme encontrar por Ti,
cruzarme con tu mirada y afianzarme en el sí a la llamada a seguirte.
Quiero estar en mi sitio.
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