María, Madre… mira lo que estamos viviendo. Madre… Dios quiere enseñarnos algo con todo esto, pero nos cuesta entenderlo. Nos volvemos a ti, con la confianza de saber que eres nuestra Madre, y que podemos recurrir como niños pequeños a tu dulce corazón. Míranos, Madre, y llévanos cerquita del Corazón de tu Hijo. Cúbrenos con tu manto y enséñanos de nuevo a rezar, a confiar, a encontrar en Jesús la paz necesaria. María, acurrúcanos en tus brazos y enséñanos a reposar nuestra cabeza en el Corazón de Jesús. María, mírame, y en tu mirada encontraré la mirada del Hijo de Dios.

BetsaidaMaría, mírame  https://youtu.be/v741lRTnoDw

 + “Jesús condenado a muerte” +
Pilatos había declarado: “No encuentro en Él ningún delito” (Jn 19, 2). Y, sin embargo, a continuación daba la sentencia: “Les entregó a Jesús para que hicieran con Él lo que quisieran” (Lc 23, 25). Antes de ser condenado por Pilato y por los gritos de la multitud, Jesús ya había sido “condenado” por la traición de un amigo, por el sueño, por el abandono, por la indiferencia de sus amigos… El que no había venido al mundo para juzgarlo, sino para salvarlo, es condenado por todos. El que había venido a ser Enmanuel, el Dios-con-nosotros, es quitado de en medio: “¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!”.

ACTUALIDAD
El enfermo sobre el que se pronuncia un veredicto de condena: coronavirus, metástasis, esclerosis múltiple… Los condenados a muerte. Los despedidos de su trabajo. Los que tienen que escuchar la sentencia condenatoria de un juez.

TÚ, YO, NOSOTROS…
– Nuestras condenas.
– Nuestros juicios duros e implacables.
– Las sentencias que pronunciamos con facilidad y rapidez.
– Las etiquetas, las clasificaciones que descartan y eliminan.
– La animosidad al hablar de los defectos de los otros.

Señor, hazme entender que cuando adopto el papel de juez y “maltrato” a mis hermanos “ajusticiándolos” con veredictos de condena o de descrédito, estoy eliminándote a Ti, el Justo.
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