
La casa romana del Apóstol, abierta a todos los que buscaban y
querían recibir el anuncio y conocer a Jesús, es imagen de la Iglesia. Aunque la Iglesia sea perseguida, incomprendida, pecadora o esté encadenada, no se cansa de acoger con corazón de madre a todo hombre y mujer, para anunciarles el amor del Padre que se hizo visible en Jesús.
El Papa: la Palabra de Dios no está encadenada, está lista para ser sembrada.
La Palabra de Dios no está encadenada sino que quiere "correr" para
comunicar la salvación a todos, dijo el Pontífice. Explicó que con esta
catequesis finalizaba el ciclo que dedicaba cada miércoles, desde el 29 de mayo, a comentar los Hechos de los Apóstoles.
"Que el final de este itinerario, vivido juntos siguiendo la carrera
del Evangelio en el mundo, el Espíritu reavive en cada uno de nosotros la llamada a ser valientes y gozosos evangelizadores", deseó.
Como ejemplo de evangelizador siguió comentando el caso de San Pablo.
De hecho, el final del relato que hace Lucas, centrado en el camino del
Evangelio en el mundo, "contiene y recapitula todo el dinamismo de la Palabra de Dios, una Palabra imparable - dijo - que quiere correr para comunicar la salvación a todos".
En Roma, Pablo recibió de la autoridad el poder vivir por cuenta
propia, en arresto domiciliario, en una casa particular, “bajo custodia
militar”. Esta situación le permitía recibir libremente a todos los que venían a encontrarlo, a los cuales anunciaba el Reino de Dios e instruía en el conocimiento de Cristo Jesús.
Entre ellos había también algunos judíos, a quienes trataba de mostrar,
a partir de la Ley y los Profetas, la continuidad entre la «esperanza
de Israel» y la novedad de Cristo, en quien Dios cumplió sus promesas al
Pueblo elegido.

Evangelizadores valientes, construir un mundo más justo.

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