
Así, la Biblia presenta el caso de dos mujeres estériles: Isabel y la madre de Sansón. Ambas tendrán un hijo cuando nadie lo espera. En el Evangelio, la historia de Isabel hace pensar también en la historia de Abraham y Sara, dijo el Pontífice.
Y el Señor hace florecer el desierto. Ambas mujeres conciben y dan a
luz. "Padre, ¿es esto un milagro? No, es más que un milagro: es la base,
es el fundamento mismo de nuestra fe. Ambas conciben porque Dios es
capaz de cambiar todo, incluso las leyes de la naturaleza; es capaz de
dar paso a su Palabra. Los dones de Dios son gratuidad. Y esta vida de
ambas mujeres es la expresión de la gratuidad de Dios", anunció el
Pontífice.
San Juan Bautista y Sansón símbolos de la gratuidad de la salvación
Tanto Juan el Bautista como Sansón son, por tanto, "gratuidad de
Dios", más aún, "son el símbolo -por así decirlo- de la gratuidad en
nuestra salvación", dice el Papa, porque "nadie puede salvarse a sí
mismo". "El único que salva es el Señor", el único capaz de salvarnos de nuestras miserias y brutalidades, y "si no te encomiendas a la gratuidad de la salvación del Señor no te salvarás", subraya. Hay que tener fe, que también es un don de Dios.
Somos estériles, todo es gracia
Precisamente para remarcar el sentido de la gracia, Francisco se
remite a San Agustín exhortando a abrir el corazón a la gratuidad:
"Ninguno de nosotros merece la salvación. ¡Ninguno! "Pero yo rezo, ayuno...". Sí, esto te hará bien, pero si no está esta gratuidad al inicio de todo eso, no hay posibilidad. Somos estériles.
Todos. Estériles para la vida de la gracia, estériles para ir al cielo,
estériles para concebir la santidad. Sólo, la gratuidad. Y es por eso
que no podemos presumir de ser justos. "Padre, soy católico, voy a misa los domingos, pertenezco a esta asociación, a esta, esta, esta, esta...".
"Y dime, ¿estás comprando tu salvación así? ¿Crees que esto te
salvará?" Te ayudará a salvarte sólo si crees en la gratuidad del don de
Dios. Todo es gracia".
Alabar al Señor por todo lo que nos da gratis
Ambas mujeres dieron a luz a hijos que serán grandes en la historia,
señala el Papa deteniéndose en particular en la historia de Sansón que,
gran luchador y hombre fuerte, después de haber salvado al pueblo de
los filisteos, "tal vez no se preocupó por la gratuidad del don
recibido", se equivocó, cayendo en manos de una mujer que lo vendió a
los filisteos. Pero luego se recuperó. El Papa se refiere a su historia
precisamente para recordarnos que "todos somos pecadores y que el pecado
es no custodiar la gratuidad".
"Pero, ¿soy consciente de que el pecado es no custodiar la gratuidad?
Y cuando voy a confesarme, ¿qué hago? ¿Digo los pecados como un loro o
los digo porque siento que he arriesgado el don de la gratuidad para
tener algo mío? Custodiar la gratuidad y pensar en Sansón: elegido, bueno, que hacia el final de su vida tuvo un desliz, luego se recuperó.
Pero nosotros podemos, podemos resbalar y creernos redentores de
nosotros mismos. El pecado es este. El pecado es el deseo de redimirnos a
nosotros mismos. En estos días antes de Navidad alabemos al Señor por
la gratuidad de la salvación, por la gratuidad de la vida, por todo lo
que nos da gratis. Todo es gracia".
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