En la mañana de hoy el arzobispo de Santiago D. Julián Barrio Barrio
celebraba la clausura del curso de movimiento Vida Ascendente de las
diócesis gallegas.
Acompañado por los Consiliarios nacional y diocesano, D. Juan Ignacio
Figueroa y D. Fernando Isorna, con la asistencia de veinticinco
sacerdotes presidio en la Iglesia nueva de Santa Cruz la Eucaristía a la
que acudieron más de cuatrocientas personas, entre miembros del
movimientos y feligreses.
A su llegada, el párroco D. José Carlos Alonso dio la bienvenida a
los asistentes agradeciendo que hubiesen elegido el templo de Santa Cruz
para el encuentro. Tras el saludo inicial, como es costumbre, explicó
la historia del templo que les acogía obra del reconocido arquitecto D.
Miguel Fisac.
Al término de sus palabras se proyectó un breve documental que
explicaba la trayectoria de Vida Ascendente en las diferentes diócesis
gallegas con dos ideas centrales: la amistad y la centralidad de Cristo.
A continuación D. Julián presidió la santa misa concelebrada por los sacerdotes presentes en la que el arzobispo destacaba:
“El movimiento apostólico Vida Ascendente refleja la riqueza humana y
espiritual que agradecemos como don de Dios. Vuestra experiencia de
vida humaniza a nuestra sociedad y cultura. Es un signo de los tiempos
que bien entendido puede ayudar al hombre de hoy a encontrar el sentido
de la vida más allá de los valores pasajeros de la economía, de la
cultura y de la política. Esto exige, como nos recuerda el Papa,
“atesorar vuestro mensaje de experiencia y sabiduría que nos transmitís
en esta etapa particular de vuestra vida. La tercera edad permite
reorganizar la propia vida, haciendo fructificar la experiencia y las
capacidades adquiridas”. Es un tiempo de gracia, que invita a unirse con
amor más intenso al misterio de Cristo y a participar más profundamente
en su proyecto de salvación. “La Iglesia os mira con amor y confianza,
comprometiéndose a favorecer la realización de un ambiente humano,
social y espiritual en cuyo seno todas las personas puedan vivir de
forma plena y digna esta importante etapa de su vida”
Tras la Misa, la mesa. Una comida fraterna puso el punto final al
encuentro en un ambiente festivo en el que no faltó la música y la
alegría de la que en todo momento hicieron gala.
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