Christopher
West, norteamericano de 50 años, casado y padre de 5 hijos, es uno de
los mayores divulgadores de la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II. El 1
y 2 de julio (lunes y martes) será el orador del encuentro Living the joy of beauty (Vivir la alegría de la belleza) Dios
habla a través de tu cuerpo” en la Universidad Francisco de Vitoria. Se
trata de unas jornadas pensadas para jóvenes, adultos, padres de
familia, educadores, religiosos… y todos aquellos que quieren entender qué tienen que ver Dios, el amor, nuestros cuerpos y el sexo, y cómo eso nos da una identidad sana después de las heridas de 50 años de revolución sexual.
Ya en 2018 una primera presentación de este tema en la Universidad
Francisco de Vitoria atrajo a una multitud de inscritos. West dirige en
Filadelfia un centro, el Theology of the Body Institute , especializado en formar
catequistas, agentes de pastoral, sacerdotes… para difundir la Teología
del Cuerpo en sus colegios, parroquias, asociaciones, etc. Su
instituto acredita unos estudios Teología del Cuerpo compuestos por
nueve módulos y cuyo título se consigue tras la elaboración de una
tesis.
La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II nació como una serie de
catequesis entre 1979 y 1984 acerca del sexo, el cuerpo y el amor. Pero
hoy ha dado lugar a toda una visión de la vida capaz de enfrentarse a
los retos de nuestra época hedonista y herida. "Esta visión lleva a la
gente a la raíz de la crisis en el mundo moderno, y en la Iglesia y en nuestras relaciones. Más importante, nos muestra cómo salir de ella. Nos da esperanza, aire para respirar.
La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II se nos ha dado para tiempos
como los nuestros", explica West en una detallada entrevista concedida a
ReL.
- ¿Cuál sería el kerigma o eslógan de la Teología del Cuerpo?
- Que tú eres irrepetible, irremplazable e indispensable. Que estás hecho para más de lo que el mundo espera de ti. Y que tu cuerpo cuenta una historia divina sobre el amor: sobre de dónde vienes y a qué estás destinado, y cómo llegar allí.
- Hoy los jóvenes muestran sus cuerpos en Internet ansiando un "like"...
- Eso demuestra que ansiamos ser amados por quienes somos, incluyendo nuestro cuerpo,
pero la cultura de las redes sociales nos conduce a escondernos a
menudo tras máscaras superficiales y desdeñar nuestra humanidad real. La
Teología del Cuerpo nos enseña a no ignorar ni reprimir este deseo de
amor, sino a darle su lugar correcto, a conducir ese deseo en la buena
dirección. Sólo Dios puede decirnos quiénes somos realmente y llenar ese vacío infinito dentro de nosotros.
- Muchos jóvenes y adultos acumulan heridas causadas en sus relaciones sexuales y sentimentales. ¿Cómo sanar eso?
- Nuestro Dios es rico en misericordia. En latín se refiere a un
corazón que se da a otro que sufre miserablemente. Sí, las mentiras de
la revolución sexual nos han traído muchas miserias. Pero esas miserias
no hacen que Dios se retire. Atraen su corazón a nosotros. La redención
trata de eso. Cristo no viene a condenarnos, sino a salvarnos, a
curarnos. Nada de lo que hayamos hecho será más poderoso que la Cruz de
Cristo. Cuando Cristo murió, tomó nuestra humanidad caída con él, y
resucitó para que también nosotros pudiéramos vivir una vida nueva
(veamos Romanos 6,4). Esta vida nueva nos llega, en cuerpo y alma, a
través de los sacramentos.
Cuando hablo de un Dios que puede perdonar, curar y restaurar, para mí no es mera teoría.
Soy un hombre muy quebrantado, que ha encontrado a un Dios muy
misericordioso. Explico algo de eso en mis conferencias en Madrid. Siempre hay posibilidad de conversión. No importa lo hondo que hayas caído en tu foso,
o lo hastiados que estemos. Siempre podemos girarnos, caminar hacia la
luz y experimentar una vida nueva. La sanación que necesitamos requiere
un viaje que es toda una vida, pero es la aventura más llena de esperanza que esta vida puede ofrecer.
- ¿Cuándo y cómo padres y educadores podemos usar la palabra "castidad"?
- La palabra castidad viene del latín “castus”, que significa “puro”. Por desgracia, la pureza sexual a menudo se confunde con puritanismo, un enfoque temeroso y represivo hacia todo lo sexual.
Como resultado, la palabra “castidad” en sí tiende a sufrir de
connotaciones negativas y necesita ser rehabilitada, como decía el mismo
Juan Pablo II.
La pureza, bien entendida, es del todo positiva. Pensemos en oro puro. ¿No lo preferirías al oro impuro?
La castidad en la virtud que resulta al permitir al fuego del Amor de
Dios purificar tus deseos sexuales, pensamientos y comportamientos,
quitándoles el aguijón de egoísmo y lujuria, como el fuego purifica los
metales preciosos. A través de esa purificación, la castidad ordena nuestros deseos, pensamientos y comportamientos sexuales hacia la verdad del amor auténtico.
Eso significa que la castidad no es primariamente un ‘no’ al sexo ilícito. La castidad es primero y antes que nada, un gran ‘sí’ al verdadero significado del sexo, a la bondad de ser creados como hombre y mujer a la imagen de Dios. La castidad no es represiva, es totalmente liberadora.
- ¿En qué sentido libera la castidad?
- Nuestra cultura habla mucho de libertad sexual. Pero, ¿a qué se
refiere con eso? “Haz lo que quieres, cuando quieras, sin decir nunca
‘no’” ¿Es libre una persona que no puede decir ‘no’ a sus deseos sexuales? ¿O está encadenada? Veámoslo de cerca. Lo que nuestra cultura promueve como libertad sexual, en realidad lleva a la adicción sexual.
La libertad no consiste en dejarnos llevar por nuestras compulsiones. Es un liberarse de la compulsión de dejarnos llevar.
Solo una persona así es libre para ser un don para los demás. La
castidad afronta precisamente esa libertad, la libertad de ser un don,
la libertad de amar. Eso requiere disciplina, sin duda, pero es como la disciplina del atleta que le permite ser excelente en su deporte, o la disciplina de un músico que le permite hacer hermosa música.
Christopher West hace lo que dice 2 Timoteo 2,2: enseñar a otros que también enseñan,
como catequistas, profesores, orientadores de familia, responsables de jóvenes, padres...
como catequistas, profesores, orientadores de familia, responsables de jóvenes, padres...
- ¿Ayuda la Teología del Cuerpo a matrimonios en crisis?
- ¿Dónde hizo Jesús su primer milagro? En una boda. ¿Qué le pasó a
esa pareja? Se quedaron sin vino. El vino es en la Escritura un símbolo
del amor divino. Quedarse sin vino, como explica Juan Pablo II, es un
símbolo del pecado original. El propósito mismo del matrimonio es
compartir el amor divino. El problema es que, debido al pecado original,
nos hemos quedado sin vino. Y no puedes dar lo que no tienes. Pero
ahora sale a la luz la buena noticia del primer milagro de Jesús. ¿Qué
hace Jesús por la pareja? ¡Restaura el vino con superabundancia! ¿Sabes cual es entonces el objetivo de la vida cristiana desde esa perspectiva? Es emborracharse en el vino de Dios. La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II ayuda a las parejas a beber profundamente de este vino nuevo. Es la única solución verdadera a la crisis de amor.
Por eso Juan Pablo II insistía en que los matrimonios están llamados,
antes que nadie, a hacer de esta teología del cuerpo el contenido de su
vida y comportamiento.
- ¿Por qué Juan Pablo II escribió y predicó tanto sobre matrimonio, sexo y familia?
- Juan Pablo II escribió sobre sexualidad, matrimonio y vida familiar
más que ningún otro Papa, pero no deberíamos reducir su Teología del
Cuerpo a una enseñanza para casados. Él despliega lo que llama una
‘antropología adecuada’, una visión de lo que significa ser humano, más
específicamente, una visión de lo que significa ser humano como hombre y
mujer. El celibato, adecuadamente entendido y vivido, no es un rechazo
de lo que Dios planeaba para nosotros al hacernos hombres y mujeres,
sino que es una forma de vivir el propósito último de nuestra creación
como hombre y mujer.
Dios nos hizo hombre y mujer y pidió que ambos llegaran a ser “una
carne” como señal y prefiguración de nuestro destino celestial: lo
que la Escritura llama “las bodas del Cordero” (Apocalipsis 19,7). El
hombre célibe vive su verdad imitando a Cristo, al tomar a la Iglesia
como su esposa, y la mujer célibe toma a Cristo como su esposo. San Juan
Pablo II vivió esto con hermosura.
Además, Karol Wojtyla, siendo un joven sacerdote, dijo, se “enamoró del amor humano”
y dedicó su sacerdocio a ayudar a otros a entender el plan divino para
el amor humano. Nuestra creación como hombres y mujeres es una llamada a
la entrega de uno mismo. Los casados viven esto de una forma y los célibes consagrados de otra,
pero ambos fluyen de la misma realidad de la sexualidad humana. Es el
mismo fundamento en ambas vocaciones. Por eso la ideología de la
revolución sexual ha hecho sufrir terriblemente a ambas vocaciones.
- ¿Qué hay de "nuevo" en la teología del Cuerpo?
- San Juan Pablo II reafirma y profundiza nuestra comprensión de
verdades antiguas. Esas verdades no son nuevas, pero el lenguaje que usa
para iluminarlas a menudo sí es nuevo. Por ejemplo, una de las frases más importantes de toda la Teología del Cuerpo es “significado esponsal del cuerpo”. Vivimos en un mundo que declara que nuestros cuerpos no tienen significado, que la diferencia sexual no tiene significado.
San Juan Pablo II ilustra con belleza que nuestros cuerpos no solo no
carecen de significado, sino que revelan un significado final: revelan
que la autodonación y el amor generoso y generador son el cimiento de la vida humana
y la vocación innata y fundamental de cada ser humano. El cuerpo humano
no tiene sentido en sí mismo, ni tampoco el de la mujer. Pero vistos a
la luz el uno del otro, a menos que seamos ciegos, reconoceremos que el
hombre y la mujer están hechos uno para el otro.
- ¿En qué sentido vemos esta relación entre hombre y mujer?
- Estamos hechos para ser un don dador de vida el uno al otro a través de la entrega personal de uno mismo. Esto se ve en el significado esponsal del cuerpo.
Es la llamada a amar como Cristo ama, sellada directamente en nuestros
cuerpos. ¿Cómo ama Cristo? A través de la donación corporal de sí mismo:
“Este es mi cuerpo entregado por vosotros”. Una de las contribuciones
más importantes de toda la enseñanza es que el Evangelio llama a amar como Cristo nos ama, y eso está sellado en nuestros cuerpos, directamente en nuestra diferencia sexual.
La enseñanza de la Iglesia sobre sexo, género y matrimonio es una
noticia buena porque es la verdad sobre el amor, y el amor verdadero da
la plenitud a la persona. Esto no ha cambiado desde que se fundó la
Iglesia. San Juan Pablo II desarrolló la teología del cuerpo como unas
gafas para clarificar la visión que tenemos de nosotros mismos y de
las enseñanzas de la Iglesia. A través de esas gafas vemos la fe
católica completa –y no solo sus enseñanzas sobre sexualidad – porque
toda la Creación canta alabanzas a Dios cuando tenemos ojos para verlo.
Al mostrarnos el significado de la vida de forma brillante, la Teología del Cuerpo también nos da la gracia de superar nuestros temores, nuestras heridas, egoísmos y pecados,
para vivir según ese significado. Es atractiva porque devuelve el foco a
la fe, no como sólo reglas y regulaciones, sino como el lugar para
encontrar sanación y clemencia para que podamos llegar a ser lo que
somos en el plan de Dios.
- ¿Puede la Teología del Cuerpo ayudarnos frente a la dictadura de la ideología de género?
- La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II arraiga firmemente la
identidad humana en la unidad de cuerpo y alma. La ideología de género
de hoy (sería más exacto decir “ideología sin género”) se basa en una
ruptura fundamental de esa unidad. Hay una palabra para la ruptura entre cuerpo y alma: se llama muerte.
En el mundo moderno nos hemos tragado esta ruptura. Los Gobiernos, de
hecho, ahora exigen que identifiquemos a cada uno sin identificar
ningún cuerpo. Pero cuando identificamos a alguien sin referencia a su
cuerpo, en realidad, no lo identificamos. Una vision bífida de las
relaciones entre el cuerpo humano y la identidad humana crea una lengua
bífida. Palabras como hombre y mujer, chico y chica, sexo y género,
pierden todo significado. Separa el cuerpo humano de la relación humana y
el significado de palabras como esposo y esposa, padre y madre, hermano
y hermana, tío y tía, quedan ofuscados.
Podemos aprender mucho simplemente examinando la raíz de la
palabra “género”. Es la misma raíz que en palabras como generosos,
generar, genesis, genética, genealogía y progenie. “Gen” significa “engendrar” o “dar a luz”. El gén-ero de una persona se basaría en la forma en que esa persona gen-era nueva vida, y eso lo determinan el tipo de gen-itales
que tiene. Cuando una cultura entiende y trata con reverencia el
significado de nuestros genitales, esa cultura entiende la importancia y
significado del género.
Si atacan al significado de nuestros genitales es inevitable que ataquen el significado del género. Dicho de otra forma: una
vez una cultura empieza a vaciar la actividad sexual de su significado,
es solo cuestión de tiempo que también empiece a vaciar de significado
la identidad sexual. Las dos cosas perecen o se sostienen juntas.
La diferencia de género literalmente organiza a los hombres y
mujeres, el uno para el otro. A hombres y mujeres se les han dado
órganos que les permiten trabajar juntos como, digamos, un organismo,
para engendrar nuevos seres humanos. Antes del impacto des-organizador de la tecnología anticonceptiva moderna, la sociedad entera se organizaba de forma natural a sí misma entorno a esta realidad.
Hoy, nuevas ideologías sin género se han hecho mainstream. Si
introduces una anticoncepción eficaz a gran escala, al final el lazo
fundamental entre género, genitales y engendrar se desvanecerá de la
forma en que entendemos nuestras relaciones y nuestras “identidades de
género”.
- Sobre anticoncepción hablaba Pablo VI hace también 50 años...
- El mismo San Pablo VI nos avisaba en Humanae Vitae que un mundo contraceptivo no solo se convierte en un mundo con abundante infidelidad, un mundo en el que la mujer y el criar hijos son degradados, y un mundo en el que los gobiernos pisotean los derechos y necesidades de la familia. Avisó de que también se convierte en un mundo en el que los seres humanos creen que pueden manipular sus cuerpos a voluntad.
En una entrevista en 1984, quien luego sería el Papa Benedicto XVI,
explicó el paso de la contracepción a la confusion de género de esta
forma: pagaremos en nuestros días, dijo, “las consecuencias de una
sexualidad que ya no está ligada a la procreación. Se deduce lógicamente
de ello que toda forma de [actividad genital] es equivalente.
No teniendo ya una razón objetiva para justificarlo, el sexo busca la
razón subjetiva en la gratificación del deseo, en la respuesta más
‘satisfactoria’ para el individuo”. Además, señaló que todo el mundo se
vuelve “libre de dar a su libido personal el contenido que considere
adecuado. Por lo tanto, de aquí se sigue que todas las formas de gratificación sexual se transforman en derechos del individuo”.
De aquí, él concluía que la gente acabaría exigiendo el derecho de
“escapar de la ‘esclavitud de la naturaleza’, exigiendo el derecho de
ser hombre o mujer según la voluntad o gusto de cada uno”.
“Living the joy of beauty”, el 1 y 2 de julio en la Universidad
Francisco de Vitoria, está pensado en cuatro sesiones que se imparte a
lo largo de dos días. Christopher West, en las sesiones, de unas tres
horas cada una, desgrana el mensaje con su fuerza particular para tocar
el corazón de las personas.
El encuentro Living the joy of beauty, Dios habla a través de tu cuerpo está organizado por el Instituto Desarrollo y Persona de
la Universidad Francisco de Vitoria, y cuenta con la colaboración de
Regnum Christi y de varios medios de comunicación: Religión en Libertad,
Vida Nueva, Catholic-Net y la Agencia Zenit.
Más información en Aprendamos A Amar
ReligiónenLibertad