El Papa Francisco ha visitado en la mañana de este martes 26 de marzo el Capitolio, sede del Ayuntamiento de Roma, acogiendo la invitación de la alcaldesa de la ciudad, Virginia Raggi, que pertenece al partido Movimiento 5 Estrellas (de orientación populista euroescéptica).
Francisco es el cuarto Papa que visita esta ayuntamiento: el primero fue Pablo VI en 1966, seguido por Juan Pablo II en 1998 y por Benedicto XVI en 2009.
Diálogo entre el poder temporal y el espiritual
Según recoge News.va, en el discurso que dirigió a las autoridades, rico en expresiones de elogio
para con la ciudad de Roma, su historia, su patrimonio artístico,
cultural y espiritual, que “a lo largo de sus casi 2.800 años de
historia”, “ha sabido acoger e integrar a diferentes
poblaciones y personas provenientes de todo el mundo", "sin anular sus
legítimas diferencias, sin humillar ni aplastar sus respectivas
características e identidades”, el Romano Pontífice, reconociendo el carácter plurivalente de la así llamada “Ciudad eterna”, subrayó la necesidad de “diálogo” entre el poder temporal y aquel espiritual.
Sangre de Apóstoles, semilla de nuevas generaciones de cristianos
Esto porque, “por una coincidencia que es difícil no llamar designio, aquí han coronado con el martirio su misión los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y su sangre, unida a la de muchos otros testigos, se ha transformado en la semilla de nuevas generaciones de cristianos”.
El diálogo al que se refiere el Papa, debe conducir a “colaborar
constantemente en el respeto mutuo”, necesitado de creatividad “tanto en
el tejido cotidiano de las buenas relaciones, como en el tratamiento de
los muchos problemas que la gestión de una herencia tan inmensa
necesariamente conlleva”.
La “Ciudad eterna” necesita de cuidados humildes y asiduos
"La 'Ciudad eterna' – dijo el Papa – es como un enorme cofre de
tesoros espirituales, histórico-artísticos e institucionales, y al mismo
tiempo es el lugar habitado por cerca de tres millones de personas que
aquí trabajan, estudian, rezan, se encuentran y llevan adelante su
historia personal y familiar, y que en su conjunto son el honor y el
esfuerzo de todo administrador, de todo aquel que trabaje por el bien
común de la ciudad". Por lo tanto necesita de “cuidados humildes y asiduos y coraje creativo para mantenerse ordenado y vivible, para que tanto esplendor no se degrade”.
Roma, portadora de una “vocación universal”
Roma, además “posee una vocación universal”, “portadora de una misión
y de un ideal” a ser “narrado a todos” , “a cualquier pueblo al que se
pertenezca, cualquier idioma se hable y de cualquier color sea la piel”.
Por lo tanto es “decisivo”, dijo el Pontífice, “que Roma se mantenga a
la altura de sus tareas y de su historia”, que sepa “ser un faro de
civilización y maestra de acogida” y que no pierda “la sabiduría que se
manifiesta en la capacidad de integrar y hacer que cada uno se sienta
plenamente implicado en un destino común”.
Acoger, integrar, y crear oportunidades
Recordando el Congreso de 1974 titulado Las responsabilidades de los cristianos frente a las expectativas de caridad y justicia en la Diócesis de Roma, más conocido como el congreso “sobre los males de Roma”,
que se comprometió a poner en práctica las indicaciones del Concilio
Vaticano II permitiendo “afrontar con mayor conciencia las condiciones
reales de las periferias urbanas, a las que habían llegado masas de
inmigrantes de otras partes de Italia”, el Pontífice, haciendo el punto
en el presente de estas periferias que “han visto la llegada, desde muchos países, de muchos migrantes que han huido de las guerras y la miseria”,
señaló el desafío de la ciudad eterna, de “utilizar sus energías para
acoger e integrar, para transformar las tensiones y los problemas en
oportunidades de encuentro y crecimiento”. "¡Roma, ciudad de puentes, no de muros!"
No temer la caridad ni la bondad
“Que Roma, fecundada por la sangre de los mártires, sepa extraer de
su cultura, plasmada por la fe en Cristo, los recursos de creatividad y
de caridad necesarios para superar los miedos que arriesgan con bloquear
las iniciativas y los posibles caminos”, dijo. “¡No se teman la bondad ni la caridad! Ellas son creativas y generan una sociedad pacífica,
capaz de multiplicar sus fuerzas, de afrontar los problemas con
seriedad y menos ansiedad, con mayor dignidad y respeto por cada uno y
de abrirse a nuevas oportunidades de desarrollo”, añadió.
Santa Sede quiere colaborar más y mejor por el bien de la ciudad
Por parte de la Santa Sede, el Papa expresó que la misma “desea
colaborar cada vez más y mejor por el bien de la ciudad, al servicio de
todos, especialmente de los más pobres y desfavorecidos, para la cultura
del encuentro y para una ecología integral”. Y manifestó sus “mejores
deseos para que todos se sientan plenamente implicados en la consecución
de este objetivo, para confirmar con la claridad de las ideas y la
fuerza del testimonio cotidiano, las mejores tradiciones de Roma y su
misión, y para que esto promueva un renacimiento moral y espiritual de
la ciudad”.
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