San Blas
Su martirio le convirtió en patrón contra los dolores de garganta
Obispo de Sebaste y Mártir (316)
Su martirio le convirtió en patrón contra los dolores de garganta
Obispo de Sebaste y Mártir (316)
De las cuatro actas griegas de san Blas, actualmente catalogadas, no
pueden extraerse sino los siguientes datos con visos de autenticidad: médico, obispo de Sebaste (elegido por voz unánime del clero y pueblo) en Armenia.
Vivió en tiempos de los emperadores Diocleciano y Licinio (307-323),
si bien algunos autores lo hacen contemporáneo de Juliano el Apóstata
(361-363).
Decretada la persecución, san Blas buscó asilo en una cueva, donde fue descubierto por unos cazadores de fieras, denunciado al gobernador Agrícola de Capadocia y, después de torturadas sus carnes con peines de hierro, fue decapitado en el año 316 d. C.
San Blas, oculto por la persecución, sostenía, alentaba y edificaba
ocultamente a los cristianos con su palabra y con el ejemplo de su santa
vida.
Mientras estaba en prisión realizó la maravillosa curación de
un muchacho que tenía una espina en la garganta y estaba en peligro de
muerte.
Su culto, si bien no muy inmediato a su muerte, tuvo una gran
extensión, tanto en Occidente como en Oriente, donde la fiesta se
celebraba el 11 de febrero.
En Constantinopla había un templo dedicado a san Blas. En Armenia
existió la Orden Militar de San Blas. La república independiente de
Ragusa (Yugoslavia) lo tenía por patrón principal.
En la Iglesia occidental tenía señaladas dos fiestas: el 3 de
febrero, aún vigente en el Martirologio Romano, y el 15 del mismo mes.
Sólo en Roma tuvo san Blas 54 iglesias y oratorios bajo su
advocación; y es tan grande el número de monasterios e iglesias que
dicen poseer reliquias del mártir, que resulta insoluble el problema de
su autenticidad y no cabe argüir sino que acaso se trate en muchos casos
de otros santos del mismo nombre.
La gran popularidad de san Blas se debe esencialmente a los milagros que le atribuyen las actas apócrifas.
Con frecuencia se le invoca como abogado contra la difteria y todos los males y accidentes de garganta.
En algunos lugares persiste la costumbre de bendecir a las personas
el día 3 de febrero con dos velas- la Candelaria es la víspera- con esta
fórmula: “Por la intercesión y los méritos de san Blas, obispo y
mártir, Dios te libre de los dolores de garganta y de cualquier otro
mal”.
También se le invoca como abogado contra la peste del ganado, principalmente el de cerda.
De su iconografía dedujo el pueblo nuevos incentivos para la
devoción: como quiera que, sobre todo a partir del siglo XIV, fuera
representado san Blas con un peine en memoria del instrumento con que le
habían rasgado las carnes, los cardadores y sombrereros le erigieron en
patrono suyo.
Artículo publicado originalmente por Primeros Cristianos
Aleteia