Nace: 451 o 452 (+1 de febrero 525 )
Su padre es un jefe irlandés y su madre una sirvienta. Ya de muy
joven Brígida respondió a la llamada del Señor a la vida religiosa. Era
muy generosa con los pobres. A los 20 años fundó el primer convento de
Irlanda en Kildare. Se hizo famoso como lugar de devoción y formación.
Santa Brígida vio el necesario vínculo entre lo fe y el intelecto.
Se le conoce como patrona de los lecheros por un incidente de su
juventud: Su madre le dio dinero para comprar mantequilla. En vez, ella
le dio el dinero a un pobre en el camino. En otra ocasión, ya de
mayor, Santa Brígida le dio agua a un pobre y esta se convirtió en
leche.
Parece una contradicción, pero a pesar de su gran fama que la hace
pasar por la santa más conocida de Irlanda y de estar unidos a su figura
gran cantidad de elementos festivos y folclóricos se conocen muy pocos
hechos históricos sobre su vida.
Fue Cogitosus que vivió del 620 al 680 su primer biógrafo, pero
-lastimosamente- poco escribe acerca de la vida terrena de la santa; su
escrito se pierde en descripciones sociales y religiosas en torno al
monasterio de Kindale, probablemente mixto y con jurisdicción
quasi-episcopal, fundado por Brígida.
También existen himnos y poemas irlandeses de los siglos VII y VIII
que en sí mismos testimonian el culto que se tributaba a la santa
irlandesa.
Un poco más adelante, el obispo de Fiésole, Donatus, a mitad del
siglo IX, escribe su vida en verso y este debió ser el vehículo de la
rápida difusión de su culto por Europa.
Pero de esta carencia de datos que impiden el diseño de un perfil
hagiográfico completo; la religiosidad popular y el calor de las gentes
por su santa ha suplido con creces la grandeza de su vida fiel al
Evangelio y entregada a su vocación religiosa.
Del hecho de pertenecer Brígida a una tribu inferior en su tiempo,
concretamente la de Forthairt, la fantasía la hace nacer del fruto de la
unión -extraña al matrimonio- de su padre, Duptaco, con una bellísima
esclava, con todos los problemas que esto produce en el entorno familiar
legítimo, desde el disgusto de la esposa hasta la proposición de su
venta. Claro que de esto se sacará la noble lección de que Dios puede
tener planes insospechados para los espúreos inculpables que pueden
llegar a las cimas más altas de la santidad y dejar tras de sí una
estela de bien para la gente.
Heredada la extrahermosura de su madre, para no ser ocasión de pecado
y no ser ya más pedida en matrimonio, pide a Dios que la haga fea.
¿Para qué quiere la hermosura quien sólo piensa en Dios? Ha decidido
entrar en religión. Derrama lágrimas abundantes y son escuchados sus
ruegos con un reventón del ojo; por este favor da gracias a Dios que
luego le devuelve todo su esplendor. La lección está clara: quien posee
al Amor desprecia lo que a tantas vuelve locas y vanas para alcanzar un
amor.
También los pobres están presentes en el relato; no podría concebirse
santidad sin caridad. Y ahora es la vaca su cómplice; nunca se secaron
las ubres, una y otra vez ordeñadas por Brígida, cuando había que
remediar a un menesteroso. La vaca ha quedado presente, como emblema, en
las representaciones pictóricas de los artistas, junto a la imagen de
la santa.
Y aún hay más; sí, son inagotables los relatos de bondades. Se habla
de leprosos curados y de monjas tibias descubiertas; la muda Doria
comienza a hablar y termina sus días como religiosa en el convento;
frustra asesinatos; da vista a ciegos y… como expresión del estilo de un
pueblo ¡convierte el agua de su baño en cerveza para apagar la sed!
Los himnos, versos, poemas y canciones populares -con sencillez y
regocijo- muestran el calor de un pueblo por su santa y dice con sus
leyes lo que las de la crítica histórica ni puede ni debe decir.
Oremos
Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a Santa
Brígida de Irlanda para que manifestara a sus hermanos el camino que
conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo,
nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con
nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.
Artículo publicado originalmente por evangeliodeldia.org
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