Manuel Sánchez Sánchez
es un sacerdote preocupado por la educación y la formación. Es
licenciado en Estudios Eclesiásticos por la Universidad de Granada, así
como licenciado en Filosofía y doctor en Ciencias de la Educación con
“sobresaliente cum laude”. Es profesor en la Facultad de Ciencias de la
Educación, autor de varios libros, canónigo de la diócesis y ahora párroco de Los Pajaritos (Sevilla), el barrio más pobre de España según el Instituto Nacional de Estadística.
El padre Manuel se ofreció de manera voluntaria para esta misión a la que nadie quería ofrecerse. En una entrevista con ABC Sevilla, este sacerdote explica que “la
parroquia de Los Pajaritos llevaba un año sin cura y la verdad es que
era un sitio difícil que nadie elegía, pero creo que todas las
parroquias son difíciles. Ahora somos tres. Francisco José Ortiz,
con el que coincidí en el seminario y con el que decidí escoger ese
destino. Ahora se ha incorporado también Javier Morón, un misionero que
viene de África”.
Drogas, delincuencia, marginación, analfabetismo, inmigración irregular...
Este barrio obrero y popular se ha degradado completamente debido a
la droga, al traslado a esta zona de traficantes y de narcopisos. A ello
se une la desorbitada tasa de paro, el aluvión de una cifra de
inmigrantes ilegales inasumibles para el barrio. Todo ello ha
convertido en Los Pajaritos en un lugar olvidado por todos, peligroso y
lleno de droga a apenas 15 minutos en coche del centro de Sevilla.
Por este motivo la Iglesia es imprescindible en esta barriada. “La Iglesia debe estar donde los problemas son mayores.
Creo que no es un sitio adecuado para un sacerdote recién ordenado
pero yo llevo veinticinco años de cura, y además, me hice cura para
esto”.
Precisamente, tanto Manuel Sánchez como Francisco José Ortiz dejaron destinos mucho más cómodos.
Ambos eran canónigos y el ahora párroco había ejercido anteriormente en
Carmona, Alcolea, Villanueva del Río, Cazalla de la Sierra, Camas y
hasta ahora en Sevilla-Este.
"Dios está visible en los pobres"
Pero el nuevo párroco de Los Pajaritos tiene claro que pese a las
enormes dificultades que se dan en el barrio él ha visto una cosa muy
clara: “Dios está visible en los pobres. Tú vas a llevar la comunión a los enfermos y ves la fe de la gente sencilla.
Y también en los laicos que vienen aquí a ayudar a las personas del
barrio y muchos se han venido a vivir con nosotros. Organizan campañas
de solidaridad para ayudar a estudiar a los niños albinos de África que
son perseguidos en sus países. Es la solidaridad de los pobres con los
más pobres y para mí son héroes de la fe. A veces los niños de Los
Pajaritos sacan 600 euros al año para conseguir una o dos becas para los
niños albinos”.
La labor social de la Iglesia se muestra en esta barriada de Sevilla de manera más clara que en otros muchos lugares. Donde no llega la administración ni los políticos sí lo hacen las parroquias y las organizaciones eclesiales.
El papel fundamental de la Iglesia en el barrio
Cáritas –explica el párroco- “está echando el resto en Los Pajaritos.
Está dando alrededor de 20.000 euros en alimentos cada mes”. Sin estas
organizaciones de la Iglesia “sería una pobreza absoluta y un desastre.
Pero diría más: sin el cristianismo la pobreza económica y cultural de España sería enorme”.
En el barrio hay un problema de alfabetización de los niños, aunque
además de la pobreza económica hay otra más importante, “sobre todo,
cultural. No hay cultura de la limpieza, de la organización familiar,
del progreso, del hábito de la lectura, del cuidado del barrio, de la
solidaridad entre ellos. No hay conciencia de barrio”.
“Alguno me ha tirado la mochila o le ha pegado un puñetazo a la pared
para no darme a mí. La mayoría son drogadictos y siempre les he dicho
que para curarse les doy todo lo que tengo pero que para droga no les
daré nunca nada. Alguna vez he tenido que salir corriendo y algún día
me tendrán que pegar, pero eso forma parte de los gajes del oficio. Más
le dieron al Señor”, confiesa este sacerdote.
"Nuestra tarea es evangelizar"
Pese a todo él no se siente inseguro en el barrio. “Es más seguro para un sacerdote pasearse por Los Pajaritos que por la Alameda.
Allí me han insultado muchas veces pero aquí es raro que me encuentre
con alguien que no haya ido a pedir algo a la parroquia o a Cáritas. O
que no tenga un familiar que haya ido, da igual que sea gitano, musulmán
o budista”, explica.
Pese a que la urgencia material marca el camino de la parroquia, el padre Manuel no olvida que “nuestra tarea es evangelizar.
Es más: creo que uno de los grandes problemas de Los Pajaritos y de
otros barrios de este tipo en Sevilla es que no hay muchos creyentes”.
En su opinión, esto es así “porque cuando la gente cree en Jesucristo
cambian las relaciones en el matrimonio, es también más limpia porque
se tiene que arreglar para ir a la iglesia, vela por la prosperidad de
sus hijos, se relaciona con otro tipo de gente. El cristianismo provoca la lucha y el cambio social y no se conforma con la injusticia”.
Una vocación surgida desde niño en una familia poco religiosa
Conocido en el barrio como el “el Maestro”, Manuel Sánchez recuerda
que su propia vocación al sacerdocio le surgió de pequeño. En la
adolescencia –agrega- “tuve la crisis propia de esa edad cuando
empieza uno a salir con chicas y a tomar litronas. Pero cuando llegué a
COU, lo tenía completamente claro”.
Su decisión causó una gran sorpresa en su familia pues “no era demasiado religiosa. Mi abuelo se hubiera llevado las manos a la cabeza si le hubiera salido un hijo cura. Él era un hombre de fe sencilla”.
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