En la segunda jornada de la cumbre de protección de menores que se está celebrando en el Vaticano presidida por el Papa Francisco han presentado sus informes dos cardenales, el indio Oswald Gracias y el estadounidense Blase Cupich, representante del comité organizador.
El primero en hablar fue Gracias, que recalcó la idea de que la Iglesia debe “admitir con humildad los errores”
cometidos en la gestión de los casos de abusos cometidos por
sacerdotes. Hay que admitir “y aprender de nuestros errores para ver
cómo podemos hacerlo mejor la próxima vez, cómo afrontar estos casos la
próxima vez”.
Una visión singular y unificada
“Al abordar juntos el flagelo del abuso sexual, es decir, de manera
colegiada, debemos hacerlo con una visión singular y unificada, así como
con la flexibilidad y la capacidad de adaptación que se derivan de
la diversidad de las personas y las situaciones bajo nuestra atención
universal”, explicó el cardenal indio.
Durante su intervención abordó las causas que subyacen tras estos
crímenes: “el abuso sexual de menores y adultos vulnerables en la
Iglesia revela una compleja red de factores interconectados que
incluyen: psicopatología, decisiones morales pecaminosas, ambientes
sociales que permiten que ocurra el abuso, y a menudo respuestas
institucionales y pastorales inadecuadas o claramente dañinas, o una falta de respuesta”.
“Este daño directo – agregó el cardenal Dias- puede ser físico. Inevitablemente, es psicológico con todas las consecuencias a largo plazo de cualquier trauma emocional
grave relacionado con una profunda traición a la confianza. Muy a
menudo, es una forma de daño espiritual directo que remece la fe y
perturba severamente el itinerario espiritual de aquellos que sufren
abuso, a veces llevándolos a la desesperación”. Detalló que el daño a
las víctimas también puede ser indirecto, como resultado “de una
respuesta institucional fallida o inadecuada”.
Más que un cambio de políticas
Por su parte, el cardenal Cupich destacó que “el llamado de la Iglesia a acompañar a las víctimas exige una mentalidad que rechaza categóricamente los encubrimientos por razones legales o por miedo al escándalo”.
“El consejo de distanciarnos de los sobrevivientes de abusos por razones legales o por miedo al escándalo, bloquea el verdadero acompañamiento de quienes han sido victimizados”, denunció el arzobispo de Chicago.
El purpurado aseguró que “es imperativo que cons
ideremos el desafío
que enfrentamos a la luz de la sinodalidad, especialmente cuando
exploramos con toda la Iglesia los aspectos estructurales, legales e
institucionales de la obligación de rendir cuentas”. “Un proceso que se limita a cambiar las políticas, aunque sea fruto de los mejores actos de colegialidad, no es suficiente”, aseguró.
Además, Cupich exhortó a “construir una cultura sobre la obligación de rendir cuentas
con estructuras adecuadas para modificar radicalmente nuestro enfoque
de la protección de la infancia” y para ello dijo que el punto de
referencia debe ser “el espacio sagrado de la vida familiar”.
Según recoge Aciprensa, el Cardenal de Chicago sugirió cuatro principios sinodales que fueron “la escucha, el testimonio laical, la colegialidad y el acompañamiento”,
que en su opinión, responden a la llamada del Santo Padre “a
prepararnos y a abrir nuestro corazón a la inmensidad y a la
importancia de la tarea que emprendemos en estos días”.
Creación de nuevas normas
“Las estructuras de denuncia, investigación y evaluación de las
demandas de abuso siempre deben ser diseñadas y evaluadas con una
comprensión acerca de lo que las víctimas experimentan cuando se
acercan a la Iglesia y buscan justicia”, señaló el Purpurado quien
recordó que la Carta Apostólica ‘Como una madre amorosa’ del Papa
Francisco “establece procedimientos que tratan, entre otras cosas, de los obispos que manejan mal los casos de abuso”.
Entre las sugerencias concretas del Cadenal Cupich se encontraron la
creación de “normas para la investigación de obispos”, establecimiento
de “mecanismos independientes de información para recibir y transmitir las acusaciones”,
la participación de expertos laicos “para ayudar desde este punto en
adelante por el bien del proceso y el valor de la transparencia” y pasos
procesales concretos.
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