La solemnidad de la Epifanía del Señor "es la fiesta de la manifestación de Jesús, simbolizada por la luz", dijo el Papa antes de rezar el Angelus de este domingo 6 de enero en la Plaza de San Pedro, en Roma. La promesa de la luz que hace Isaías (60,1) al pueblo elegido justo tras pasar sus momentos más difíciles se nos aplica también a nosotros en el tiempo de Navidad, que "nos anima a dejarnos alcanzar por la luz de Belén" y así "recorrer con una nueva vida nuestro camino de hombres y de creyentes". Porque esa luz anunciada por el profeta "se encuentra en el Evangelio", pues Jesús "a venido a traer la salvación a próximos y alejados, a todos".

Recordó Francisco que también las Escrituras muestran, como es el caso de Herodes o de los escribas de Jerusalén, a personas "que tienen un corazón duro que se obceca y rechaza la visita de aquel Niño". "Es una posibilidad, cerrarse a la luz", añadió, como en nuestros días todos aquellos que "tienen miedo de la venida de Jesús y cierran su corazón a los hermanos que tienen necesidad de ayuda".

Todo lo contrario que los Reyes Magos, que afrontan "un viaje largo y arriesgado para llegar a la meta y conocer la verdad sobre el Mesías", "la mayor y más sorprendente novedad de la historia: Dios hecho hombre".

La Plaza de San Pedro registró en la Epifanía un número de fieles significativamente mayor que otros domingos para el Angelus.
Porque "buscar al Señor", dijo el Papa, "implica no solamente perseverar en el camino, sino también generosidad del corazón". Como cuentan los Evangelios, los Reyes Magos regresaron a su casa "por otro camino", y esto también es una lección: "Queridos hermanos, cada vez que un hombre o una mujer encuentra a Jesús, cambia de camino, vuelve a la vida de modo diferente, regresa renovado, 'por otro camino'". Como aquellos sabios de Oriente, "llevando dentro de sí el misterio de aquel Rey humilde y pobre; podemos imaginar que contaron a todos la experiencia vivida: la salvación ofrecida por Dios en Cristo es para todos los hombres cercanos o lejanos. No es posible 'apropiarse' de ese Niño: Él es un don para todos".

Francisco concluyó pidiendo que "hagamos un poco de silencio en nuestro corazón" y "no permitamos que nuestros miedos cierren nuestro corazón", sino que, al contrario, "tengamos el coraje de abrirnos a esta luz suave y discreta".
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