“A Jesús por María”. Este es el corazón de la obra apostólica que está realizando María Dolores Tejada a través de Alabanza con María,
una asociación que tiene su germen en la visita que el Papa San Juan
Pablo II hizo a Madrid en 2003 y del que surgió el llevar el amor
maternal de la Virgen a los que sufren, especialmente a los ancianos que
viven en las residencias y a los enfermos que están en los hospitales.
Lo que empezó siendo el llamado de esta mujer que sin saber qué haría
se presentó en un hospital de Madrid para llevar ese amor de María ha
ido creciendo rápidamente teniendo ahora decenas de voluntarios y
colaboradores en hospitales y centros de distintas ciudades. Además, los frutos entre las personas a las que han llevado este mensaje son también numerosos e impresionantes.
Aunque naciera como tal más adelante, el origen de Alabanza con María
se remonta al 4 de mayo de 2003 en Madrid con la misa de canonización
de cinco nuevos santos por parte de Juan Pablo II, ahora también santo. A María Dolores se le quedó grabado el llamamiento del Papa a ser testigos de Cristo en el mundo
y fue así cómo se ofreció al Señor para ello. Una de las declaradas
santas aquel día fue Santa Genoveva Torres, a cuya obra esta madrileña
se sentía más cercana, y fue así como empezó a sentir inquietud por
hacer algo en las residencias de mayores para acercarles a Dios y la
esperanza de la resurrección.
Una de las claves de Alabanza con María es que no se trata sólo de
hacer compañía y consolar a los enfermos y ancianos. Es mucho más. Es
realmente una evangelización en toda regla. En una entrevista con Mater Mundi TV
explica que desde el inicio “siempre vi claro que tenía que ir con algo
más, no sólo con visitas y compañía, sino algo que los uniera con Dios,
que los ayudase pero desde la fe. Había que llevarles algo más, al
Señor”.
La llegada de la primera voluntaria
Con el tiempo, y no exenta de dificultades la perseverancia de María
Dolores consiguió que se fueran incorporando voluntarios a esta obra. “La
primera enviada por la Virgen fue una voluntaria curada milagrosamente
en Lourdes, y sucesivamente fueron apareciendo los demás,
posibilitando así el asistir a más residencias, centros de dolor que se
transforman en centros de alabanza a Dios, lugares de alegría, donde la
misericordia divina se derrama abundantemente”, cuentan en su página
web.
A la vez que nacía este movimiento, María Dolores también iba
profundizando en su fe y en su relación con Dios a través de las Horas
Santas y la Adoración con cantos, música y reflexión. Y esto decidió
también exportarlo a los hospitales y residencias, haciendo un gran bien
a todas estas personas. “Esto está muy presente en Alabanza con María, se te inflama el espíritu, te lo eleva”.
La reciente muerte de uno de sus tres hijos
Pero además esta obra provoca otros efectos como la comunión. “Llevar
esto adelante con mis pobres fuerzas gracias a Jesús y María es algo
maravilloso, algo impensable para mí. Qué consuelo y alivio llevando la fe, la Palabra, la Iglesia” a aquellos que muchas veces están solos y abandonados, explica.
Ella misma ha aprendido de todo esto a la hora de afrontar los sufrimientos de la vida. De hecho, su hijo Mariano perdió la vida hace unos meses mientras escalaba en Picos de Europa. Y ha sido en la Virgen donde ha encontrado junto a ella el consuelo en la cruz.
Por ello, afirma convencida que “Alabanza de María es una escuela de aprendizaje, pues se ven los frutos de ofrecer el dolor. En las residencias vemos que cuando lo ofrecen, los que trabajan allí nos dicen literalmente que esa persona ha ‘florecido’, lo dice el mismo personal de la residencia”.
Algunos de los voluntarios de Alabanza con María en una peregrinación
El sentido redentor del dolor
“Cuando hacemos una oración pedimos la intercesión de la Virgen, vivir cada paso con esa intensidad en la vida. Esto
te lleva a vivir y a dar testimonio. Yo ahora puedo dar testimonio y
vivir esa Alabanza de María, que es impregnarte de esta escuela de María,
vivir las alegrías como cuando llega el dolor tan fuerte. Aprendes con
la fuerza que te da el Señor en su cruz y la Virgen a los pies de ella.
Hay sentido redentor del dolor”, agrega.
Este ofrecimiento del dolor tiene muchos frutos. Da sentido al dolor, consuela, e incluso sana, almas pero también cuerpos. “Esto es como una especie de Lourdes. No todo el mundo puede ir a Lourdes, pero la Virgen sí puede ir donde está el dolor”.
Y en los hospitales y residencias han visto a muchas personas acercarse
sinceramente a Dios, abrazar su Cruz, y morir o curarse, pero felices.
Han descubierto el amor maternal de María.
Sentirse Iglesia y parte de una misión
Además, consiguen que se sientan parte importante de la Iglesia, y
como miembros de una misión importante. “Es una obra de misericordia,
en la que de manos de la Virgen, en una situación actual en que se
nos quiere hacer ver que sólo prima el valor de la juventud, de la
salud corporal y de la belleza exterior, damos sentido a la vida de
nuestros mayores y les hacemos sentir importantes y necesarios, por
su oración y enfermedad ofrecida al Señor -ellos sufren muchas veces
por la falta de fe de sus hijos y nietos-. Así el dolor se hace
redentor, el sufrimiento se transforma en amor, esperanza y alegría. Hay tres intenciones especiales por las que reza en “Alabanza con María”,
y son: por la conversión de los que no conocen a Dios, especialmente
los jóvenes; por la vida, para que se acabe el aborto –la vida en
precario, en enfermedad, dando nueva vida-; y por Iglesia, por la
santidad y fidelidad de los Sacerdotes y para que haya muchas
vocaciones en la Iglesia. Después pedimos por otras cosas también muy
importantes como son la paz y unidad, por la familia, por las almas de
los fieles difuntos, por la salud física y espiritual de todos, y por
las intenciones particulares de cada uno”.
Los voluntarios que hacen posible todo esto también se forman. Un día
al mes se reúnen para recibir formación y hacen alabanza ante el
Santísimo y celebran misa. Además realizan dos retiros anuales. Uno
en la Solemnidad de Cristo Rey y otro en la de Festividad de la Virgen
de Lourdes. Además, hay una peregrinación mariana al año.
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