
En su prédica el arzobispo se mostró próximo a las familias.
Reconoció que el dolor ante la pérdida es tan intenso que resulta
difícil “iluminar vuestro estado de ánimo con la luz de la Palabra de
Dios”, pero insistió en que la esperanza en la resurrección y la fe en
Dios son el consuelo que necesitamos. En este sentido recordó la
constitución del concilio Vaticano II Gaudium et Spes, en la que se
afirma que “por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de
la muerte, que fuera de su Evangelio nos abruma”.
Recordó a los tres marineros difuntos y al aún desaparecido por sus
nombres y recordó que “Cambados llora. Galicia se ha estremecido. Con
esta tragedia todos hemos perdido a unas personas que formaban parte de
nuestra convivencia, de nuestra cercanía, de nuestro afecto”. Mons.
Barrio también admiró el duro trabajo y la dignidad de las gentes del
mar y su valor para asumir el riesgo que corren en su quehacer diario.
Invitó en esta situación límite, en la que “es más fuerte la
tentación a desesperar”, a mantener la fe en Jesucristo Resucitado,
porque “sólo esta esperanza puede consolar adecuadamente la pérdida de
los seres queridos y dar sentido a sus vidas y a sus muertes”. Finalizó
invocando la misericordia de Dios y agradeció a todos los presentes su
oración y solidaridad cristiana.