Merry Christmas.
Joyeux Noël.
Auguri per un Santo Natale.
Bo Nadal.
Feliz Navidad
Hoy es un día de gran alegría de la que tenemos que ser portadores.
En el nacimiento del Hijo de Dios, el proyecto de Dios Padre se
concreta, y llena el corazón de la única paz que da sentido a la vida,
disipando el temor a la mortalidad y dándonos la alegría de la
inmortalidad. “Dios se ha hecho hombre para que dándosenos con él
superemos nuestra nada originaria y nuestra muerte final”. Dios soñaba
con habitar y convivir entre los hombres. Lo vimos en el paraíso
terrenal, durante la travesía del desierto a la tierra prometida y luego
en el Templo de Jerusalén. La Navidad es el cumplimiento de ese sueño:
“El Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos
contemplado su gloria” (Jn 1,14). Pone su tienda en nuestra historia. Es
el Dios con nosotros.
“El Señor consuela a su pueblo y verán los confines de la tierra la
victoria de nuestro Dios”. No hay lugar para la tristeza ni el
pesimismo. Por muchos que sean los problemas Dios ha visitado a su
pueblo y nos trae su consuelo y su paz, fundamentada en la justicia y el
derecho. En el nacimiento del Hijo de Dios todo es normal: “un niño
envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. No hay nada de
espectáculo sino la inocencia de este niño. Dios se presenta sin
envoltorio en lo normal de la vida, en lo cotidiano.
Dos imágenes nos presenta el profeta Isaías: La luz y la alegría
porque termina la opresión, la guerra y nace un niño “Maravilla de
consejero, Dios fuerte, Padre de la eternidad y Príncipe de la paz”.
“Verán los confines la salvación de Dios”. Con el nacimiento del Hijo de
Dios hecho hombre recuperamos la fuerza para afrontar los problemas de
la vida diaria en la familia, en el trabajo o en la falta de trabajo, y
en la sociedad. Cristo nace para nosotros, y está con nosotros.
Dios dijo su última y definitiva Palabra en su Hijo. Y esa Palabra
encarnada nos ha revestido de la filiación divina para que vivamos la
fraternidad. En medio de la obscuridad una Luz brilló para nosotros, y
gracias a esta Luz podemos ver desde la perspectiva de la eternidad
nuestras alegrías, y tristezas; nuestros éxitos y fracasos; la salud
rebosante y la enfermedad; los momentos de plenitud radiante y los
instantes de dudas y perplejidades. El Hijo de Dios se hizo hombre para
experimentar y redimir en su propia carne las situaciones humanas. No
temamos porque “Dios se ha hecho criatura, pura belleza, altura y
profundidad del Amor que nos abre la puerta de lo eterno”. Esto libera
al hombre herido del hastío y del cansancio de vivir, y lo proyecta al
Infinito de Dios. La sabiduría invencible del amor divino nos enseña que
el camino de la felicidad pasa por la austeridad, el de la paz por la
justicia, el de la abundancia por la solidaridad, el de la salvación por
el amor.
“Los cristianos no polemizaremos con quienes ocultan o degradan los
signos de nuestra identidad cristiana. Estos los viviremos con alegría
adentrándonos en su sentido verdadero e invitando a los demás a que
compartan nuestro gozo” (O. Gonzalez de Cardedal). ¡Cuidemos que la luz
de Belén no se apague por los vientos de la indiferencia religiosa y del
relativismo moral! ¡Vivamos como hijos de la luz, manifestada en las
buenas obras; y decidámonos siempre por la defensa de la dignidad de los
más débiles, sin olvidar que en nuestra relación con Dios cobra sentido
la visión del mundo y del hombre! La Navidad nos invita a transformar
nuestra sociedad en una realidad de comunión y fraternidad. ¡Contagiemos
el espíritu de la Navidad que es encontrarnos con Dios en el hombre!
¡Dejemos que Cristo nazca en nuestros corazones para crecer en santidad
hasta que lleguemos a la perfección! Con la verdad de la Navidad renace
la fe que disipa las tinieblas del corazón y de la mente. Damos gracias a
Dios cuyo amor se ha manifestado en su Hijo hecho hombre. ¡Feliz
Navidad!
Feliz Navidad