El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, emitió este jueves un comunicado en el que valora el demoledor informe del fiscal general de Pensilvania,
que mostraba que en sus diócesis, concretamente en las de Allentown,
Erie, Greensburg, Harrisburg, Scranton y Pittsburgh (sobre todo esta
última), hubo abusos y encubrimientos sistemáticos durante décadas.
“Hay dos palabras que pueden expresar los sentimientos frente a estos horribles crímenes: vergüenza y dolor”, afirma el comunicado de la Santa Sede.
El texto vaticano añade que “los abusos descritos en el informe son criminales y moralmente reprobables. Estos hechos han traicionado la confianza y han robado a las víctimas su dignidad y su fe.
La Iglesia debe aprender duras lecciones de su pasado, y debería haber
asunción de responsabilidad (accountability) tanto por parte de los
abusadores como por parte de aquellos que permitieron que se produjera”.
Por otro lado, Burke señala que “el Santo Padre comprende bien cuánto
pueden sacudir la fe y el ánimo de los creyentes estos crímenes, y reitera el llamamiento a hacer todos los esfuerzos posibles para crear un ambiente seguro para los menores y los adultos vulnerables en la Iglesia y en toda la sociedad”.
Comunicado íntegro de la Santa Sede
Ante el informe que se ha hecho público en Pensilvania esta semana,
hay dos palabras que pueden expresar los sentimientos frente a estos
horribles crímenes: vergüenza y dolor. La Santa Sede toma muy en serio
el trabajo del Investigating Grand Jury de Pensilvania y el largo
Interim Report que ha elaborado. La Santa Sede condena inequívocamente
el abuso sexual de menores.
Los abusos descritos en el informe son criminales y moralmente
reprobables. Estos hechos han traicionado la confianza y han robado a
las víctimas su dignidad y su fe. La Iglesia debe aprender duras
lecciones de su pasado, y debería haber asunción de responsabilidad
(accountability) tanto por parte de los abusadores como por parte de
aquellos que permitieron que se produjera.
La mayor parte del informe se refiere a abusos cometidos antes de los
primeros años 2000. No habiendo encontrado apenas casos después de
2002, las conclusiones del Grand Jury son coherentes con estudios
precedentes que muestran cómo las reformas hechas por la Iglesia
Católica en Estados Unidos han reducido drásticamente la incidencia de
los abusos cometidos por el clero. La Santa Sede empuja a estar en
constante reforma y vigilancia en todos los niveles de la Iglesia
Católica, para garantizar la protección de los menores y de los adultos
vulnerables. Subraya también la necesidad de obedecer a la legislación
civil, incluida la obligación de denunciar los casos de abusos a
menores.
El Santo Padre comprende bien cuánto pueden sacudir la fe y el ánimo
de los creyentes estos crímenes, y reitera el llamamiento a hacer todos
los esfuerzos posibles para crear un ambiente seguro para los menores y
los adultos vulnerables en la Iglesia y en toda la sociedad.
Las víctimas deben saber que el Papa está de su parte. Aquellos que
han sufrido son su prioridad, y la Iglesia quiere escucharlos para
erradicar este trágico horror que destruye la vida de los inocentes.
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