El cineasta alemán Wim Wenders estrena en España su documental sobre el Papa Francisco el 28 de septiembre. Ha pasado ya por los cines de Estados Unidos en mayo y de su Alemania natal en junio. 

Wenders, siendo veinteañero, estudió algo de medicina y filosofía en la universidad de Friburgo de Brisgovia. Incluso se planteó entrar en el seminario. Pero enseguida se volcó en el cine.

Fue el Vaticano quien animó la película
En este caso, no se trata, dice, tanto de una película "sobre" el Papa, sino "con" el Papa. El Papa tenía una serie de temas que tratar y exponer y Wenders hace de narrador e ilustrador. El Papa no habla con Wenders, habla con el espectador. Predica.

Fue el prefecto de la Secretaría para la Comunicación del Vaticano, Dario Viganó, quien pidió a Wenders a finales de 2013 “hacer una película con el Papa Francisco y no sobre el Papa Francisco”. En colaboración con el propio Francisco, y con acceso sin restricciones al amplio archivo de la Santa Sede de imágenes televisivas. “Ni en el mejor de mis sueños habría imaginado hacer una película sobre el Papa Francisco. […] Era una oportunidad única de hacer una película que jamás podría haber soñado”, afirmaba recientemente Wenders.

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Útil para catequesis de adultos alejados
La película, que hemos visto en un pase de prensa, es larga. También es hermosa, por la fuerza de sus imágenes y el carisma popular del Pontífice. A los que son practicantes asiduos, los que leen sobre el Papa en prensa religiosa, quizá no les enseñe mucho.

Este documental puede ser una buena herramienta para la catequesis de adultos de cristianos alejados de la parroquia, un buen vídeo para poner a esos padres jóvenes que nunca se han acercado a la parroquia pero ahora han venido a matricular al niño a catequesis.

Sentirán que como católicos están enlazados con una gran familia mundial, y retos globales. Pero quizá haya que dividírsela en dos partes de 45 minutos, invitarles al menos a dos sesiones. Con cinefórum, dejarles hablar. Y algo bueno para picar, mejor queso y embutido que patatas fritas.

Francisco el Papa... ¿hereda la misión de Francisco de Asís?
El documental empieza con lo que quizá es la visión de Dios: una visión desde el cielo, que se acerca a la Tierra, la ve hermosa, y encuentra una pequeña ciudad llena de tradición e historia: Asís, la tierra de San Francisco.

Entonces, el narrador, Wenders, en primera persona, detalla lo que le preocupa: la posible extinción de 8.000 especies, que mil millones de personas pasan hambre... y hace una pregunta moral: ¿Cómo debemos vivir?
La respuesta la daría el ejemplo de Francisco de Asís (que en realidad seguía el ejemplo de Jesús, pero Jesús no sale mucho, de hecho, casi nada, en esta película).

Wenders explora la figura del Pobrecillo de Asís y la contrasta con la belleza clásica, rica, que se ve en el Vaticano: interiores impresionantes de los palacios y museos, y música barroca. El narrador recuerda el mandato de Dios a Francisco de Asís: "restaura mi casa, mi iglesia". ¿Es el Papa Francisco, desde 2013, ese restaurador, el renovador de la Iglesia?

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El Papa predica mirando a cámara
El filme no se presenta nunca realmente como un diálogo o entrevista, no vemos al entrevistador. Vemos al Papa que mira a cámara, es decir, mira a los ojos del espectador. "Estamos en un mundo sordo, y necesitamos cercanía, aprender a escuchar mucho, y mirar a los ojos", dice el Papa. Y eso es lo que va a hacer él: predicar mirando a cámara, a los ojos.

El título que pone Wenders al documental es: "Papa Francisco: un hombre de su palabra", que cumple la palabra dada, no como los políticos mundamos.

Pero en realidad, Francisco es más bien un hombre de signos e imágenes, de escenas visuales. Y el documental se aprovechará de eso. El Papa argentino, las palabras las suele ir inventando sobre la marcha. "Me salió expresar eso de 'una iglesia pobre para los pobres'", explica mirando al espectador. "Todos deberíamos pensar si podemos ser un poco más pobres".

El documental se hace un poco largo; en una hora y media intenta meter casi todo lo que ha hecho y dicho Francisco en varios años de Pontificado. Se apoya para ello en multitud de imágenes emocionantes, de paisajes, de escenas de visitas a enfermos, a niños.

Los temas que no salen
Trata muchos temas, aunque no todos. No recoge nada sobre temas de aborto y bioética, ni sobre exorcismos y sermones sobre el demonio, ni sobre liturgia ni exhortaciones a la evangelización. Nada del "hagan lío". No hay imágenes del Papa con la Virgen María (se le ve en Fátimca, con velas, pero no en relación con la Virgen). No le vemos en misa. Ni confesando. Y eso que abundan en los archivos las imágenes hermosas y edificantes del Papa sobre todos estos temas.

El documental tampoco habla del matrimonio y la familia excepto para decir a los padres que jueguen con sus hijos y pasen tiempo con ellos, y denunciar que vivimos todos "muy acelerados", lo cual sin duda es cierto. Pide el Pontífice defender el descanso del séptimo día, "para el culto, la familia, el juego, porque no somos máquinas, porque ha de haber tiempo para acariciar". Y que en la familia hay discusiones pero con amor se solucionan y perdonan.

La contaminación, la pobreza...
Contrasta el discurso a los cardenales sobre las enfermedades espirituales de la "cara de funeral" y el "acumular cosas" con su discurso en las favelas pobres de Brasil, su petición de "lo concreto del trabajo cotidiano", su apoyo a los "movimientos populares" (obreros, indígenas) que son representados con sus trajes étnicos y nativos.

Aparecen escenas de contaminación y montañas de basura, con música trágica: "todos somos responsables", dice el Papa. Claro que muchos pensarán que, en realidad, si "todos somos responsables" en general, es que nadie lo es, en concreto. Suena contundente pero no baja al "trabajo concreto" que se necesita.

El narrador dice que Francisco el Papa busca lo mismo que Francisco de Asís, a saber, "la unión de la humanidad ante Dios y con la naturaleza". No es que sean cosas malas, pero uno diría que lo que buscaba Francisco de Asís era la unión de los hombres con Dios.

"Sólo le pido a Dios", de fondo
El Pontífice explica que lo que él pide es tener paciencia con la fragilidad de la gente. Y entonces suena fuerte en español la canción "Sólo le pido a Dios", con ritmo popular, mientras el Papa saluda a multitudes pobres hispanoamericanas.

Se recuerda la escena completa del Papa en el avión explicando: "Si una persona es gay, y busca de verdad al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?" Claro que, se entiende, buscar "de verdad" al Señor es una cosa muy seria.

Francisco mira a cámara para hablar de los abusos sexuales: "Frente a la pedofilia, tolerancia cero, y se debe castigar a los sacerdotes con ese problema y los obispos que quiten a los que tengan esa tendencia".

Después, tras unas imágenes del tifón Haiyán en Filipinas, el Papa tiene que abordar la gran pregunta del problema del mal. Sobre los desastres naturales, es un misterio. Pero luego explica: "Dios permite que hagamos el mal, permitió incluso que matáramos a su Hijo en cruz, Dios apuesta por esta libertad, porque sin libertad no podemos amar".

Francisco aparece también en Lampedusa, echando flores en las aguas que han sepultado a tantos naufragados. Y después en el Senado norteamericano, donde habla de que "muchos aquí somos inmigrantes e hijos de inmigrantes". Los poderosos senadores se emocionan y lloran, empezando por el republicano Marco Rubio, de origen cubano.

El sobrecogedor Padrenuestro armenio
Wenders llega a su colofón. Las palabras del Papa, dice, son poderosas porque se basa en decir la verdad, afirma el cineasta. Y al llegar al final del documental, suena el hermoso, sobrenatural, Salmo 53 en arameo ("Dice el necio en su corazón: No hay Dios. [...]  Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido que buscara a Dios"). Así se lo cantaron al Papa en su viaje en Armenia. No se explica al espectador lo que es.

En un documental sin misas, sin escenas del Papa confesando jóvenes, sin sacramentos, este cántico sobrecogedor es lo más cercano a un reconocimiento a la liturgia y el Misterio de la Iglesia. Wenders quiere expresar que la Iglesia es grande, misteriorsa, tiene tradición...

Un ukelele populachero no le servirá. Necesita palabras sagradas de coros sagrados en lenguas que ya no se hablan, en Armenia, la primera nación en hacerse cristiana.
Con esa oración completa de fondo, despliega su último discurso. "Hace 800 años San Francisco fue a Tierra Santa y habló con el sultán. Aprendieron uno del otro. El Papa Francisco mantiene vivo su legado". Vemos al Papa plantar un árbol de la paz con el palestino Abbas, el Patriarca Bartolomé de Constantinopla y el israelí Shimon Peres. "La única arma del Papa es el amor de Dios".

Francisco mira a cámara: "La ternura es fortaleza, es esperanza sobre el mañana". ¿Qué mensaje final quiere dar? "Tres palabras: belleza, sonrisa, sentido del humor. Cada día rezo la oración del buen humor de Santo Tomás Moro tras las laudes: Señor, dame apetito, algo que comer y sentido del humor". Acaba el cántico armenio y queda la gran sonrisa del Papa Francisco.
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