En el Regina Caeli del domingo de la
Ascensión, Francisco relacionó la mirada hacia arriba, hacia el Señor
que se eleva, con la mirada hacia abajo para difundir el Evangelio: “Por
un lado, la Ascensión orienta nuestra mirada hacia el cielo, donde
Jesús glorificado se sienta a la diestra del Padre. Por otro, nos
recuerda el inicio de la misión de la Iglesia: Jesús resucitado ha
subido al cielo y manda a sus discípulos a difundir el Evangelio en todo el mundo”.
Es una misión "que supera las fuerzas humanas”, pero precisamente el
hecho de que los primeros destinatarios del encargo fuesen "un pequeño
grupo de hombres sencillos y sin grandes capacidades intelectuales",
invitados "a llevar el mensaje de amor y de misericordia de Jesús a cada
rincón de la tierra”, solo puede realizarse "con la fuerza que Dios da a los apóstoles".
“La misión confiada a los apóstoles es proseguida a través de los siglos, y prosigue todavía hoy. Requiere la colaboración de todos nosotros. Cada uno, en efecto, por el Bautismo que ha recibido está habilitado por su parte para anunciar el Evangelio”, dijo.
“Se trata de ser hombres y mujeres de la Ascensión", añadió Francisco, "es decir, buscadores de Cristo a los largo de los caminos de nuestro tiempo, llevando su palabra de salvación hasta los confines de la tierra”.
“La misión confiada a los apóstoles es proseguida a través de los siglos, y prosigue todavía hoy. Requiere la colaboración de todos nosotros. Cada uno, en efecto, por el Bautismo que ha recibido está habilitado por su parte para anunciar el Evangelio”, dijo.
“Se trata de ser hombres y mujeres de la Ascensión", añadió Francisco, "es decir, buscadores de Cristo a los largo de los caminos de nuestro tiempo, llevando su palabra de salvación hasta los confines de la tierra”.
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