A las 11:23 horas de la mañana, en nombre del Papa Francisco, el cardenal Angelo Amato proclamaba beatos 60 sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de la familia vicenciana asesinados en 1936 dentro de la persecución que vivió España, explica José Beltrán, periodista y director de la revista Vida Nueva. A la lectura de la carta apostólica le siguió el descubrimiento de dos tapices en los que se contemplan los rostros de estos hombres y mujeres que fueron asesinados por su fe. Una cerrada ovación siguió al acto de aclamación.
La multitudinaria celebración de los nuevos mártires tuvo lugar en el madrileño Palacio de Vistalegre ante más de 3.500 fieles, en una eucaristía en la que participaron ocho cardenales y 28 obispos, teniendo al frente a los cardenales de Madrid y Valencia, Carlos Osoro y Antonio Cañizares, por ser sus diócesis donde se promovieron las causas de beatificación.

Una trágica historia
“No podemos ni debemos olvidar esa trágica historia para que no se repita una oleada similar de odio fratricida”, aseguró Amato sobre estos beatos cuya fiesta se celebrará el 6 de noviembre. Durante la homilía, el prefecto para la Congregación para la Causa de los Santos presentó a los nuevos mártires como “testigos de la vida buena del Evangelio”.

“Celebrar a los mártires el celebrar el misterio del amor absoluto de Dios”, apuntó Amato, que también señaló que de alguna manera implica ser conscientes del “mal absoluto”. “La Iglesia celebra estos eventos con un doble propósito: invitar a los fieles a permanecer firmes en la fe y exhortar a evitar a todos de nuevo esos años oscuros”, explicó el cardenal que justificó que frente a aquella “fátidica” persecución cuyo “único objetivo era aniquilar a la Iglesia católica”.

Extraordinaria vitalidad apostólica
Amato condenó aquel “vandalismo ciego e ignorante” en el que “no hubo ningún respeto por la dignidad de la persona”. Frente a ello, presentó a los mártires como ejemplo de perdón y ensalzó la beatificación como “ocasión para ensalzar la fuerza del bien que vence al mal”.

El purpurado citó entre otros al padre Vicente Queralt o al laico Rafael Lluch, que fue asesinado a los 19 años, para ensalzar “la extraordinaria vitalidad apostólica” de la familia vicenciana siguiendo el ejemplo de san Vicente de Paúl, fundador de esta familia carismática que celebra este año el 400 aniversario de sus primeros pasos como institución

“Fueron martirizados por haberse mantenido fieles a Dios en medio de los tormentos”, explicó la hija de la Caridad y vicepostuladora de la causa, sor Josefina Salvo, que glosó la biografía de los siervos de Dios: 39 de Madrid, seis de Cataluña, tres de la Comunidad Valenciana y doce de la diócesis de Cartagena-Murcia.

Testigos valientes
Al finalizar la eucaristía, en nombre de toda la familia vicenciana, el padre Tomas Mavric, superior general de la Congregación de la Misión y de la Compañía de las Hijas de la Caridad, explicó cómo el legado de san Vicente de Paúl continúa siendo actual desde la “fidelidad de vida de muchos”.

“Con valentía defendieron los valores del Evangelio”, destacó de los mártires apuntando cómo el “contexto misionero y de opción por los más necesitados es donde es preciso situar el testimonio valiente de los que ya han sido proclamados beatos”.

“Quiera el Señor que esta beatificación sea para nosotros una eclosión de gracia, estímulo para crecer en la fidelidad, para desplegar nuestra vocación de una forma creativa en un mundo necesitado de testigos fieles y valientes que no tengan miedo de desgastarse diariamente por hacer vida la misión desde la Caridad”, deseó el religioso.

Por su parte, el cardenal Osoro cerró el turno de intervenciones y se refirió a los mártires como “un ejemplo para todos nosotros”. “Estuvieron comprometidos con Cristo hasta el final”, destacó el arzobispo de Madrid que dirigió su oración a los nuevos mártires: “Bendecid nuestras vidas y los trabajos, interceded por la concordia y la paz en toda España”.
ReligiónenLibertad
Secciones:

    Web oficial de San Juan de Ávila

    Sobre San Juan de Ávila