El Papa Francisco ha comentado en la misa matinal de este viernes 10 de noviembre la parábola del "administrador astuto" (o injusto, según como se mire), que le ha dado pie para hablar de la necesidad de luchar contra la corrupción "con la astucia cristiana”. Contra los corruptores y estafadores ha propuesto “tener una sana desconfianza que permita estar vigilantes ante los que prometen demasiado".

Francisco advirtió sobre el poder que tienen los corruptos y el mal que pueden hacer. “Son poderosos. Cuando tienden las redes de la corrupción se vuelven poderosos, van hasta el fondo de su corrupción e incluso pueden terminar desarrollando actitudes mafiosas”.
Una historia muy actual
El Papa señaló que, por desgracia, la historia del administrador corrupto “no es una fábula, no es una historia que podamos encontrar solamente en los libros de historia antigua. La encontramos todos los días en los periódicos”, lamentó.

“Es algo que sucede también hoy, sobre todo entre aquellos que tienen la responsabilidad de administrar los bienes del pueblo, no sus propios bienes, sino los bienes de los demás. Con los bienes propios, nadie es corrupto”, ironizó.

El Papa destacó cómo el Evangelio es actual incluso cuando describe a los “corruptos de guante de seda”, cuando al administrador se le descubren sus irregularidades, en vez de actuar con honestidad decide actuar con deslealtad, pero con astucia y gentileza para tratar de mantener su trabajo. Y se preguntó: “¿Qué ocurre si la astucia de los corruptos se vuelve más efectiva que la astucia de los cristianos?”.

“Bueno, no diría astucia de los cristianos, porque también hay muchos corruptos que se definen cristianos –se corrigió–, digamos más bien qué pasaría si los corruptos son más astutos que los hijos fieles a Jesús”.

Para evitar que la corrupción entre en los cristianos fieles el Papa indicó que “existe una actitud para aquellos que quieren seguir a Jesús de forma que no terminen mal, que no terminen devorados vivos por los demás. O como decía mi madre, que no terminen ‘comidos crudos’”.

La astucia buena: desconfiar
“¿Cuál es esa astucia cristiana, esa astucia alejada del pecado y que sirve para llevarme hacia el servicio al Señor y la ayuda del prójimo?”, se preguntó. “En el Evangelio se explica cuál es esa estrategia cristiana para ir adelante sin caer en las redes de la corrupción. Lo dice Jesús cuando habla de ser ‘prudentes como las serpientes y sencillos como la paloma’. ¿Y eso cómo se hace?”.

Lo primero es “tener una sana desconfianza que permita estar vigilantes ante los que prometen demasiado, los que hablan demasiado, como aquellos que te dicen: ‘Invierte en mi banco y te daré el doble de interés’”.

Lo segundo es “reflexionar, ante las seducciones del diablo que conoce nuestras debilidades, meditar con la oración”.

“Si hoy rezamos, el Señor que nos dará la gracia de ser cristianos astutos, de poseer esa astucia cristiana. Si hay algo que el cristiano no puede permitirse, es ser ingenuo”, destacó.

“Como cristianos, tenemos un tesoro dentro: el Espíritu Santo. Debemos custodiarlo. El ingenuo deja que le roben el Espíritu. Un cristiano no puede permitirse el ser ingenuo”, finalizó su homilía.   
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