Un acto de justicia contra un pontífice que lidió con impresionante tino una de las épocas más duras para la Iglesia y para toda la humanidad

Con gran delicadeza y mucha consecuencia, el Papa Francisco está colocando sobre el tapete, de tanto en tanto, el tema de Pío XII y su papado. “Pío XII se arriesgó a esconder judíos para que no fueran asesinados” y describió al Papa Pacelli como “el papa de la caridad”, justo el día en que resaltaba la importancia de las obras de misericordia.

Un acto de justicia contra un pontífice que lidió con impresionante tino una de las épocas más duras para la Iglesia y para toda la humanidad. Momentos en que se vejó a las personas por regímenes que invocaban dos de las ideologías más perversas de la historia contemporánea: el nazismo y el comunismo soviético. Fueron tiempos en que Europa conocía el lado más barato y perverso del poder pero también mostró lo más heroico y sublime de la condición humana que luchaba por sobrevivir a través de ese agónico período. Un sufrimiento que afectó moralmente y dejó lecciones a toda la humanidad.

Vivimos en un mundo manipulable por desinformado pero también, hoy, por hiperinformado. La sobre saturación puede generar una gran vulnerabilidad, sobre todo si el receptor carece de elementos para discernir, quedarse con lo verdadero y formarse criterios sólidos. Son muchos –lamentablemente muchos católicos- quienes han creído y divulgado la supuesta colaboración del Papa Pío XII con Hitler y el nazismo. Nada más falso y nada más colaboracionista con lo que fue, en realidad, un montaje propagandístico de la KGB, el Comité de Seguridad del Estado o la agencia de inteligencia, la principal policía secreta de la Unión Soviética.

Cuando Pío XII, durante la guerra, se negó a apoyar una cruzada antibolchevique para no favorecer el éxito del Reich, para nada ignoraba que bajo Stalin las cosas podían ser aún peores. Para los que se interesan por los números, el despiadado Hitler es responsable de la muerte de 10 millones de personas. El bárbaro soviético despachó a 70 millones entre purga y purga.

La explicación de muchas de las actuaciones de Pío XII hay que buscarla en el tramo de su vida cuando ejerció de nuncio en Alemania, donde él mismo fue víctima de los excesos de los rojos. Allí aprendió a conocerlos y calibró el peligro en ciernes.

Algunos hasta trazan paralelismos entre Pacelli y Wojtila. Sin duda, pertenecen a la categoría de los grandes papas. Podría ser Pacelli el más discutido de la historia moderna pero también una de las referencias histórico-eclesiales de cómo un desempeño brillante puede más que los sátrapas de todo pelaje.

Se sabe que el principal inspirador de la encíclica de julio de 1931 Non abbiamo bisogno contra el fascismo, promulgada por el Papa Pío XI, fue Pacelli. Allí se recordaba el derecho de la Iglesia a formar a la juventud y la emprendían contra el fascismo “ese culto al Estado” al que declaraban inadmisible para los católicos.

En Berlín, Eugenio Pacelli, cuando es creado cardenal y debe regresar a Roma, se contabilizaban como de inspiración antinazi cuarenta de los cuarenta y cuatro discursos por él pronunciados durante su estadía en Alemania, la tierra del Obispo Von Galen, el más valiente de los católicos enfrentado a Hitler y respaldado sin reservas por el Papa Pío XII.

En una oportunidad, el Santo Padre confió sus temores ante algunos colaboradores acerca de cierta ingenuidad en la gente de la Alemania que dejaba: “¿Quién habrá leído ese libro que pone los pelos de punta que es Mein Kampf? ”. Se refería a “Mi Lucha” de Adolf Hitler.

Pero tampoco dejó de recelar y de alertar acerca de lo que se venía encima con el régimen de Moscú. Durante la guerra fría no cesa de manifestarse contra las violaciones del derecho y de la libertad perpetradas por el comunismo soviético. Seis encíclicas y dos cartas apostólicas son dedicadas a las persecusiones de las poblaciones cristianas en esas regiones.
“La primera de todas las causas de las miserias del tiempo presente es la exclusión de la religión como fuerza civilizadora”. Y eso era el comunismo materialista y anticristiano. Por eso la venganza de la KGB: diseminar por el planeta la falsa especie del Papa como aliado de Hitler. Muchos han comido ese cuento que hoy clamorosamente desmienten, no sólo los archivos decodificados de esos tiempos papales, sino el testimonio de cientos de judíos que fueron auxiliados en su desgracia por el Papa romano.

Por cierto, seguimos viviendo décadas después, por obra y gracia de un laicismo desorbitado, al filo de ese riesgo tremendo de que hablaba Pío XII: la exclusión de la religión como fuerza civilizadora.
Aleteia
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