El arzobispo de Manila y presidente de Cáritas
Internationalis recuerda que “los pobres son capaces de enseñarnos
valores de los que el sistema dominante carece”
Las XVII Jornadas de Teología de la Caridad organizadas por Cáritas
Española en la capital gallega han concluido esta mañana con un
protagonista de excepción, el cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila y presidente de Cáritas Internationalis. El purpurado, uno de los colaboradores más cercanos del Papa Francisco,
presentó la última ponencia de este encuentro –que ha reunido en los
tres últimos días en la capital gallega a más de 350 participantes
procedentes de todo el país— sobre el tema “El cambio de actitudes que necesitamos para avanzar en una economía solidaria”.
El cardenal Tagle ha desarrollado su exposición en estrecha
coherencia con el título elegido y ha interpelado a la audiencia sobre
nuestras actitudes ante el drama de la pobreza y la desigualdad. “Ver
las heridas de las personas pobres –ha asegurado— nos obliga a adoptar
una decisión: los ignoraré o los acogeré y les llevaré una cura, como
hizo el Buen Samaritano”. Su invitación ha sido la de “ir al encuentro
de los pobres, de la gente que sufre para ser parte de su historia y
permitir que sus historias sean parte de la nuestra”.
En este sentido, se refirió, citando a Francisco, a la “la falta de
conciencia imperante ante los problemas que afectan a los excluidos, que
obedece en parte a que muchos creadores de opinión, medios de
comunicación y centros de poder globalizados en pocas áreas urbanas
están demasiado lejos de los pobres y tienen poco contacto con sus
problemas”. “Y esta falta de contacto físico puede llevar a una
ceguera”, apostilló.
En opinión del cardenal Tagle, “cuando nos hallamos junto a los
pobres no deberíamos hacerlo desde una posición de superioridad o de
fuerza, diciendo `yo vengo como salvador´, sino como prójimos que vienen
con la voluntad de aprender, porque los pobres son capaces de
enseñarnos valores de los que el sistema dominante carece”.
En otro momento de su ponencia, el presidente de Cáritas
Internationalis se refirió al escándalo de la desigualdad actual, donde,
“según datos de 2016 solo 8 personas en todo el mundo eran tan ricas
como la mitad de toda la población del planeta, es decir, 3.600 millones
de personas”. “Pero es que el año anterior –añadió— esas 8 personas
eran 62. ¿Significa que el año que viene van a ser únicamente 4 personas
las que acaparen esa riqueza?”. “Lo que nos perturba es la idea de que
toda esa riqueza, producida por tantos trabajadores, no sea distribuida
equitativamente. Tenemos que reflexionar si no estamos participando de
esa situación con nuestra indiferencia”, afirmó el cardenal.
“El asunto del crecimiento –recordó— no es un asunto de estadísticas,
sino de personas. No es una cuestión de números, porque hablamos de
personas, de seres humanos con sus expectativas, personas que podrían
ser yo mismo, mis hermanos o mis amigos”.
El presidente de Cáritas Internationalis concluyó su exposición con
una exhortación a “construir un nuevo orden económico en la relación con
las personas más desfavorecidas donde primen los valores, esos valores
que los pobres tienen y que guardan como un tesoro”.
Misa de clausura en la catedral
El cardenal Tagle estuvo acompañado en la mesa por el presidente de Cáritas Española, Manuel Bretón, y el director de Cáritas Diocesana de Santiago de Compostela, José Anuncio Mouriño.
Tras la sesión de clausura, todos los participantes se dirigieron
desde el Colegio La Salle, sede de las Jornadas, a la catedral
compostelana, donde asistieron en una Misa del Peregrino concelebrada
por el cardenal Tagle, monseñor Barrio, arzobispo de Santiago, y su
obispo auxiliar, monseñor Fernández.
En su homilía, el arzobispo de Manila, además de abundar en las ideas
expresadas en la ponencia, destacó la misión primordial que desarrolla
Cáritas en todo el mundo –una red integrada por 165 Cáritas nacionales
que están presente en más de 200 territorios y regiones del planeta—
para responder a los retos de la pobreza en todas las realidades de
frontera donde los derechos y la dignidad de las personas son más
vulnerables.