La Congregación para las Causas de los Santos ofrece cursos de dos
meses, en el Vaticano, para formar postuladores de causas de
beatificación y canonización. Esos cursos están abiertos a las personas
que participan en este tipo de proceso: laicos, sacerdotes, religiosas,
abogados civiles y canónicos,… Todos reciben formación en profundidad
referente a un proceso pautado por criterios muy estrictos que, más allá
de la mera formalidad, garantizan al máximo la seriedad de los
procedimientos que llevan a alguien a ser declarado santo.
Una parte fundamental del proceso son los milagros, requisito para
todas las causas de beatificación y canonización excepto las de los
mártires. En una gran mayoría, los milagros consisten en curaciones inexplicables.
Y fue justamente a propósito de los milagros de curaciones
inexplicables cuando, en el curso realizado en 2011, un hecho de gran
importancia fue revelado por el Dr. Patrizio Polisca, presidente de la comisión médica de la Congregación para las Causas de los Santos y médico personal del Papa.
Después de explicar que los científicos que participan en los
procesos dan testimonio, cuando procede, de que un hecho determinado “no
tiene explicación natural”, Polisca contó que dos investigadores habían
estudiado recientemente a fondo todos los archivos de la Congregación.
Su tarea era grande: revisar casos antiguos que los médicos
de la época habían considerado inexplicables y que habían servido como
base para beatificar o canonizar a alguna persona. El objetivo
de ese trabajo era averiguar si, en el estado actual de la medicina,
esos casos hubieran encontrado hoy alguna explicación científica.
Y la conclusión fue impactante: “No se encontró ningún caso
que hubo sido considerado inexplicable en otros tiempos y que hoy
tendría explicación médica”.
Ese estudio es una demostración a posteriori del rigor con
el que la Iglesia trata los casos de milagros. De hecho, sólo para
comenzar a estudiar el supuesto carácter milagroso de la curación de un
cáncer, por ejemplo, la Congregación exige un mínimo de diez años sin
recaídas, plazo que se extiende aún más en los casos de tumores
cerebrales.
Las actuales y rígidas normas seguidas para identificar milagros
fueron establecidas en 1734 por el entonces cardenal Propero Lambertino,
que se convertiría pocos años después en el papa Benedicto XIV. Son 7
los criterios para el reconocimiento de una curación extraordinaria o
inexplicable, detallados en la De servorum beatificatione et beatorum canonizatione” (La beatificación de los siervos de Dios y la canonización de los beatos), libro IV, capítulo VIII, 2:
1. La enfermedad debe tener características de gravedad, con pronóstico negativo.
2. El diagnóstico real de la enfermedad debe ser verdadero y preciso.
3. La enfermedad debe ser sólo orgánica.
4. Un eventual tratamiento no puede haber favorecido el proceso de curación.
5. La curación debe ser repentina, inesperada e instantánea.
6. El regreso a la normalidad debe ser completa (y sin convalecencia).
7. La cura debe ser duradera (sin recaída)
La revisión de los milagros reconocidos desde 1734 no encontró simplemente ningún caso que sea posible desmentir actualmente con los avances de la medicina a lo largo de los últimos tres siglos.
La seriedad de las evaluaciones de supuestos milagros puede
percibirse, por ejemplo, en los números relacionados con el santuario
mariano de Lourdes, en Francia, que es el más visitado del mundo por
peregrinos en busca de curación física. Desde 1858 se registraron en ese
santuario más de 7.200 alegaciones de curación milagrosa, pero apenas
69 casos han sido declarados efectivamente inexplicables desde el punto
de vista médico-científico hasta hoy.
Este rigor de la Iglesia en la evaluación de supuestos milagros ha
sido reconocido incluso por científicos agnósticos, como el médico
francés Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina,
que, entre otras relevantes contribuciones a la ciencia, se hizo famoso
por el descubrimiento del virus HIV. Él afirma que los milagros de
Lourdes son realmente inexplicables y elogia la grandiosa contribución
católica en el cuidado de los enfermos. Lea su testimonio en este artículo.
Otro ganador del Premio Nobel de Medicina que dio testimonio de
milagros en Lourdes fue el entonces ateo Dr. Alexis Carrel, que aceptó
ir hasta el santuario pensando en comprobar personalmente la falsedad de
los supuestos milagros pero acabó presenciando uno de ellos y se
convirtió a Cristo.
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