Francisco presidió este domingo el rezo del Regina Coeli desde la ventana del estudio pontificio recordando que, como cada domingo después del de Pascua, se celebra el día de la Divina Misericordia, devoción difundida por Santa Faustina Kowalska en el siglo XX, que San Juan Pablo II consolidó.
“La misericordia abre la puerta de la mente para comprender mejor el misterio de Dios y de nuestra existencia personal. Hace entender que la violencia, el rencor y la venganza no tienen ningún sentido, y la primera víctima es quien vive de estos sentimientos porque se priva de la propia dignidad”, explicó el Papa Francisco.

El Pontífice explicó que “cada domingo hacemos memoria de la resurrección del Señor Jesús, pero en este tiempo después de Pascua el domingo se viste de un significado todavía más luminoso”. “No olvidemos nunca que la misericordia es la piedra angular en la vida de la fe, y la forma concreta con la que damos visibilidad a la resurrección de Jesús”.

El Pontífice señaló que la misión de la Iglesia es “llevar el anuncio concreto del perdón” y este signo “lleva consigo la paz del corazón y la alegría del encuentro renovado con el Señor”.

Desde el año 2000, Divina Misericordia en el calendario
Francisco recordó que “en el Jubileo del año 2000, San Juan Pablo II estableció que este domingo fuese dedicado a la Divina Misericordia” lo que fue “¡una hermosa intuición!”. “La misericordia abre también la puerta del corazón y permite expresar la cercanía, sobre todo con los que están solos y son marginados, porque allí le hace sentir hermanos e hijos de un solo Padre”.

El Papa añadió que la misericordia “calienta el corazón o lo hace más sensible a la necesidad de los hermanos con el compartir y la participación”. En definitiva, hace a todos “instrumentos de justicia, reconciliación y de paz”.

La agencia Aciprensa recoge también sus palabras sobre el nombre clásico de este domingo: "in albis". “En la tradición de la Iglesia, este domingo se llamaba ‘in albis’ y hacía referencia al rito que realizaban los que habían recibido el bautismo en la Vigilia de Pascua”. “A cada uno de ellos le era entregada una vestidura blanca –alba– para indicar la nueva dignidad de los hijos de Dios”.

“Y todavía hoy –continuó– a los recién nacidos se les da una pequeña vestidura simbólica, mientras los adultos se ponen una verdadera. Esa vestidura blanca, en el pasado, se llevaba durante una semana, hasta el domingo in albis, cuando los neófitos iniciaban su nueva vida en Cristo y en la Iglesia”. “Este domingo nos invita a retomar con fuerza la gracia que proviene de la misericordia de Dios”, subrayó al hablar de nuevo de la misericordia.
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