"La primera misa crismal sin el padre Jacques Hamel fue particularmente emocionante. Sentimos su ausencia, que no es una ausencia, porque él era muy discreto y ahora está más presente que nunca como testigo de la fidelidad a nuestro sacerdocio, testigo de nuestra fidelidad hasta el final": así expresó Dominique Lebrun, arzobispo de Ruán (Rouen), en declaraciones a InfoCatho, sus sentimientos al abrir el proceso de beatificación como mártir del padre Jacques Hamel, degollado el 26 de julio de 2016 por terroristas de Estado Islámico mientras celebraba ensu parroquia de Saint-Étienne-du-Rouvray.
El padre Hamel tenía 85 años el día de su martirio. Había querido continuar con sus tareas pastorales tras la jubilación mientras tuviese fuerzas. Sus últimas palabras a su asesino fueron: "¡Apártate de mí, Satanás!"
Monseñor Lebrun hizo el anuncio de la apertura formal tras la misa crismal del Jueves Santo. En octubre había recibido la autorización excepcional del Papa para acortar el plazo de cinco años exigido por el derecho canónico.

Según explicó monseñor Lebrun, además de estudiar los escritos del padre Hamel, será un elemento fundamental "constatar que tiene una reputación como mártir", porque la apertura del proceso "no es un acto individual, es un acto que viene del pueblo de Dios". En ese sentido, afirmó que "hay muchos correos, muchas manifestaciones de personas que dicen que él era un mártir. El Papa mismo, en el mes de septiembre manifestó su compasión y al mismo tiempo su sentimiento de que el padre Hamel fue un mártir".

Ahora se trata de sistematizar y examinar todos esos testimonios: "Queremos asegurarnos de que el padre Jacques Hamel sufrió la muerte a causa de su fe católica, a causa de su fe en Jesús muerto y resucitado".
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