El Sudario de Oviedo y la Síndone de Turín ofrecen información
valiosísima sobre la muerte de Cristo. Un estudio médico-forense ha
investigado ambas reliquias y con ellas han realizado lo que podía
denominarse una “autopsia” histórica sobre su muerte.
Las conclusiones no sólo reafirman la tesis de que ambas prendas
envolvieron a la misma persona sino que añaden información sobre lo que
ocurrió en esos momentos.
“Cuando ya era cadáver y estando en posición vertical, sufrió una herida penetrante que le atravesaría el hemitórax derecho, con entrada por el quinto espacio intercostal y salida por el cuarto, próxima a la columna vertebral y la escápula derecha, dejando marcas de coágulos de sangre y de líquido pleuro-pericárdico en ambas prendas (en la síndone por su contacto con los orificios de entrada y salida, y en el sudario con el de salida)”, explica el estudio dirigido por Alfonso Sánchez Hermosilla, investigador de la UCAM, médico forense del Instituto de Medicina Legal de Murcia, director del Equipo de Investigación del Centro Español de Sindonología (EDICES) y asesor científico del Centro de Internacional de Sindonología de Turín.
Lo descubierto por estos investigadores confirma lo que el Evangelio de Juan (Capítulo 19, Versículos 33-34) relata: “pero
cuando llegaron a Jesús, como vieron que ya estaba muerto, no le
quebraron las piernas; pero uno de los soldados le traspasó el costado
con una lanza, y al momento salió sangre y agua”.
En la investigación se han realizado estudios antropométricos,
criminalísticos, anatómicos y anatomo-patológicos de la Síndone y el
Sudario, y sus resultados suponen nuevos avances del equipo de
investigación de la UCAM que viene estudiando el Sudario de Oviedo.
También se han realizado estudios de la sangre, presencia de pólenes,
conservación del material textil (lino) y determinación de
contaminantes orgánicos e inorgánicos.
Según explica Sánchez Hermosilla “las manchas de sangre en las que
hemos trabajado siempre han estado ahí, pero nadie las había estudiado, y
son las únicas de esas características. Hasta el momento se habían
atribuido a marcas ocasionadas por heridas de flagelación”.
La lanza que atravesó a Cristo
El estudio médico-forense se describe con todo detalle los tejidos y
órganos que atravesó el objeto punzante en su hipotética trayectoria.
Recoge además que “especialmente la aurícula derecha del corazón, en
cadáveres de personas que han sufrido una larga agonía, con mucha
frecuencia presentan grandes coágulos de sangre, muy similares a los que
formaron la mancha del costado de la Síndone de Turín”.
Así como que “al atravesar el pulmón derecho, el arma se abrió paso
también a través de las vías aéreas intraparenquimatosas y, como
consecuencia, parte de los fluidos orgánicos mencionados se abrieron
paso de este modo en una trayectoria ascendente, como consecuencia de la
presión intratorácica ocasionada por la energía cinética que el avance
del arma trasmitía al cadáver; estos fluidos viajaron a través de las
vías aéreas superiores y finalmente se emitieron también por la boca y
nariz del cadáver, ocasionando nuevas manchas en estas áreas en el
Sudario de Oviedo. Por supuesto, al retirar el arma, también salieron
estos fluidos por los orificios de entrada y salida”.
Se avala así la hipótesis de que quien administró este “golpe de
gracia” tenía experiencia, pues al colocar la hoja del arma en posición
horizontal podía evitar fácilmente las costillas, sin tener que
intentarlo en varias ocasiones, algo que aparentemente no ocurrió, pues
no aparecen lo que se denomina en la Medicina Forense “lesiones de
tanteo”.
Forman también parte de este equipo investigador Jesús García
Iglesias, catedrático de Minas en la Universidad de Oviedo, así como los
miembros del EDICES Marzia Boi, palinóloga y bióloga; Juan Manuel
Miñarro, catedrático en el Área de Escultura de la Universidad de
Sevilla; Antonio Gómez Gómez y Felipe Montero Ortego.
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