El papa Francisco presidió la celebración penitencial el 17 de marzo
de 2017 en la Basílica de San Pedro. En esa ocasión, el Pontífice
confesó varios laicos y él mismo entró al confesionario como cualquier
fiel para la absolución. La celebración anticipó el momento especial
penitencial llamado: “24 horas para el Señor”, promovido por el Consejo
Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. Este año la
iniciativa tiene como tema: Misericordia yo quiero (Mt, 9, 13). Las
Iglesias del mundo lo celebrarán del 24 al 25 de marzo de 2017, en la
Vigilia del IV domingo de Cuaresma, domingo in Laetare.
¿Cómo hacer un examen de conciencia?
A continuación el esquema en tres (I, II; III) etapas para realizar
un examen de conciencia y poder confesarse, escrito por la Oficina de
Celebraciones Litúrgicas del papa Francisco.
Un esquema muy útil para cada miembro de la familia:
1. ¿Me acerco al sacramento de la Penitencia por un sincero deseo de
purificación, de conversión, de renovación de vida y de una más íntima
amistad con Dios, o lo considero más bien como un peso, que solo
raramente estoy dispuesto a asumir?
2. ¿He olvidado o a propósito he callado pecados graves en la confesión precedente o en confesiones pasadas?
3. ¿He satisfecho la penitencia que me fue impuesta? ¿He reparado los
daños que he cometido? ¿He buscado poner en práctica los propósitos
hechos para enmendar mi vida según el Evangelio?
A la luz de la palabra de Dios, cada uno examínese a sí mismo…
I. El Señor dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón”
1. ¿Mi corazón está verdaderamente orientado a Dios; puedo decir que
lo amo verdaderamente sobre todas las cosas y con amor de hijo, en la
observancia fiel de sus mandamientos? ¿Me dejo absorber demasiado por
las cosas temporales? ¿Es siempre recta mi intención en el obrar?
2. ¿Es firme mi fe en Dios, que en su Hijo nos ha presentado su palabra? ¿He
dado mi plena adhesión a la doctrina de la Iglesia? ¿Me preocupa mi
formación cristiana, escuchando la palabra de Dios, participando en la
catequesis, evitando lo que pueda acechar la fe? ¿He profesado siempre
con valentía y sin temor mi fe en Dios y en la Iglesia? ¿Me he mostrado
como cristiano en la vida privada y pública?
3. ¿He rezado en la mañana y en la noche? ¿Mi oración es una
verdadera conversación de corazón a corazón con Dios, o es solo una
vacía práctica exterior? ¿He sabido ofrecer a Dios mis ocupaciones, mis
alegrías y dolores? ¿Recurro a Él con confianza también en las
tentaciones?
4. ¿Tengo reverencia y amor hacia el santo nombre de Dios o lo he
ofendido con blasfemias, falsos juramentos o nombrándolo en vano? ¿He
sido irreverente con la Virgen y los santos?
5. ¿Santifico el día del Señor y las fiestas de la Iglesia, tomando
parte con participación activa, atenta y pía a las celebraciones
litúrgicas y especialmente en la Santa Misa? ¿He evitado hacer trabajos
no necesarios en los días festivos? ¿He observado el precepto de la
confesión al menos anual y de la comunión pascual?
6. ¿Existen para mí “otros dioses”, a saber expresiones o cosas por
las cuales me intereso o en las cuales pongo más confianza que en Dios,
por ejemplo: riqueza, superstición, espiritismo u otras formas de magia?
II. El Señor dice: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”
1. ¿Amo verdaderamente a mi prójimo o abuso de mis hermanos, sirviéndome de ellos para mis intereses
y reservando para ellos un tratamiento que no quisiera que fuese usado
conmigo? ¿He ocasionado escándalo con mis palabras y mis acciones?
2. ¿He contribuido en mi familia, con paciencia y con verdadero amor al bien y a la serenidad de los demás?
Para cada miembro de la familia:
Para los hijos: ¿fui obediente con mis padres, los he
respetado y honrado? ¿Les he ayudado en las necesidades espirituales y
materiales? ¿Me he esforzado en la escuela? ¿He respetado las
autoridades? ¿He dado un buen ejemplo en toda situación?
Para los padres: ¿me he preocupado por la educación
cristiana de mis hijos? ¿Les he dado un buen ejemplo? ¿Los he apoyado y
dirigido con mi autoridad?
Para los esposos: ¿he sido siempre fiel en los afectos y en las acciones? ¿He sido comprensivo en los momentos de desasosiego?
3. ¿Sé dar de lo mío, sin mezquino egoísmo, a quien es más pobre que
yo?, ¿En cuanto a lo que depende de mí, defiendo a los oprimidos y ayudo
a los necesitados? ¿O trato con suficiencia o con dureza a mi
prójimo, especialmente a los pobres, los débiles, los viejos, los
marginados y los inmigrantes?
4. ¿Soy consciente de la misión que me fue confiada? ¿He participado
de las obras de apostolado y de caridad de la Iglesia, en las
iniciativas y en la vida de la parroquia? ¿He rezado y dado mi
contribución para las necesidades de la Iglesia y del mundo, por
ejemplo: para la unidad de la Iglesia, para la evangelización de los
pueblos, para la instauración de la justicia y de la paz?
5. ¿Tengo en el corazón el bien y la prosperidad de la comunidad en
la cual vivo o cuido solo de mis intereses personales? ¿Participo, en
cuanto puedo, en las iniciativas que promueven la justicia, la moral
pública, la concordia, las obras de beneficencia? ¿Cumplo con mis
deberes civiles? ¿He pagado regularmente mis impuestos?
6. ¿Soy justo, comprometido, honesto en el trabajo, voluntarioso para
prestar mi servicio para el bien común? ¿He dado el justo salario a los
obreros y a todos los dependientes? ¿He cumplido los contratos y
promesas?
7. ¿He prestado obediencia y el respeto debido a las autoridades legítimas?
8. ¿Si tengo algún cargo o desarrollo funciones directivas,
cuido solo mi interés o me esfuerzo por el bien de los demás, en
espíritu de servicio?
9. ¿He practicado la verdad y la lealtad, o he ocasionado el mal al
prójimo con mentiras, calumnias, denigraciones, juicios temerarios,
violaciones de secretos?
10. ¿He atentado contra la vida y la integridad física del prójimo, le he ofendido en el honor, le he negado los bienes? ¿He
procurado o aconsejado el aborto? ¿He callado en situaciones donde pude
animar al bien? ¿En la vida matrimonial soy respetuoso de las
enseñanzas de la Iglesia acerca de la apertura y respeto a la vida? ¿He
obrado contra mi integridad física (por ejemplo con la esterilización)?
¿Fui siempre fiel también con la mente? ¿He mantenido el odio? ¿He sido
conflictivo? ¿He pronunciado insultos y palabras ofensivas, fomentando
desacuerdos y rencores? ¿He omitido testimoniar la inocencia del
prójimo, de forma culpable y egoísta? ¿Conduciendo el vehículo u otro
medio de transporte he puesto en peligro mi vida o la de los demás?
11. ¿He robado? ¿Injustamente he deseado el robo a los demás? ¿He
dañado al prójimo en sus pertenencias? ¿He restituido aquello que
sustraje y reparado los daños causados?
12. Si he recibido males, ¿me he mostrado dispuesto a
reconciliarme y perdonar por amor a Cristo, o guardo en el corazón odio y
deseo de venganza?
III. Cristo el Señor dice: “Sean perfectos como el Padre”
1 ¿Cuál es la orientación fundamental de mi vida? ¿Me
doy ánimo con la esperanza de la vida eterna? ¿He buscado reavivar mi
vida espiritual con la oración, la lectura y la meditación de la palabra
de Dios, la participación en los sacramentos? ¿He practicado la
mortificación? ¿He estado pronto y decidido a cortar los vicios, someter
las pasiones y las inclinaciones perversas? ¿He respondido a los
motivos de envidia, he dominado la gula? ¿He sido presuntuoso y
soberbio, despreciado a los demás y preferirme antes que a ellos? ¿He
impuesto mi voluntad a los demás, conculcando su libertad y despreciando
sus derechos?
2. ¿Qué uso he hecho del tiempo, las fuerzas y los dones recibidos de Dios como “los talentos del Evangelio”?,
¿Me sirvo de todos estos medios para crecer cada día en la perfección
de la vida espiritual y en el servicio al prójimo? ¿He sido inerte y
ocioso? ¿Cómo utilizo internet y otros medios de comunicación?
3. ¿He soportado con paciencia, en espíritu de fe, los dolores y las pruebas de la vida? ¿Cómo
he buscado practicar la mortificación, para cumplir aquello que falta a
la pasión de Cristo? ¿He observado la ley del ayuno y la mortificación?
¿He observado la ley del ayuno y la abstinencia?
4. ¿He conservado puro y casto mi cuerpo, en mi estado de vida,
pensando que es templo del Espíritu Santo, destinado a la resurrección y
a la gloria? ¿He custodiado mis sentidos y evitado de ensuciarme en lo
espíritu y en el cuerpo con pensamientos y malos deseos, con palabras y
acciones indignas? ¿Me he permitido lecturas, discursos, espectáculos,
diversiones en contraste con la honestidad humana y cristiana? ¿He sido
escándalo para los demás con mi comportamiento?
5. ¿He actuado contra mi conciencia por temor o por hipocresía?
6. ¿He buscado comportarme en todo y siempre en la verdadera libertad
de los hijos de Dios y según las leyes del Espíritu o me he dejado
someter por mis pasiones?
7. ¿He omitido un bien que era para mí posible de realizar?
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