
Tras realizar a pie el recorrido hasta a la catedral oxomense, en sus
puertas, el nuncio presentó al cabildo y al colegio de consultores al
entonces todavía obispo electo. Un canónigo le dio a besar el Lignum
Crucis y le ofreció agua bendita, con la que roció a los presentes. Después y tras orar la capilla catedralicia del Santísimo Sacramento y revestirse en la sacristía mayor, comenzó la Eucaristía.
El ejemplo de San Agustín
En la ceremonia, el nuevo obispo se presentó así a sus nuevos feligreses: “Si tuviese que resumir mi propósito de actuación lo haría diciendo: ‘Quiero ser un Pastor según el corazón de Jesucristo’. O, dicho de otro modo, yo querría hacer vida propia de las palabras de san Agustín en su conocido Sermón n. 46 sobre Los pastores. Dice así: ‘Apacentar a Cristo, apacentar para Cristo, apacentar en Cristo, significa no querer apacentarse a sí mismo, sino a Cristo solamente (…) Que todos los pastores, pues, formen parte del único Pastor; al oír esta voz las ovejas seguirán no a éste o a aquel, sino a su único Pastor. Que todos los pastores hagan, pues, resonar en él una única voz…’, la voz del Buen Pastor".
Cansados de "seductores mentirosos"
Tras la la celebración de su ordenación, don Abilio señaló que “el mundo está cansado de seductores mentirosos. Y me permito decir: de sacerdotes a la moda o de obispos a la moda. La gente se da cuenta y se aleja cuando reconoce a los narcisistas, los manipuladores, los defensores de sus propias causas, los promotores de banales cruzadas.” Asimismo, llamó a trabajar en comunión, en corresponsabilidad, en la diócesis, suscitando una “diversidad de dones y carismas que puestos todos en juego no rivalizan entre ellos sino que en comunión anuncia que Jesucristo es ayer, hoy y siempre”.
Además, subrayó que le gustaría hacer vida propia de las palabras de san Agustín de Hipona sobre el modo de ser pastor de la Iglesia, esto es, “Padre de todos, sin hacer distinciones por ningún motivo; apóstol del Evangelio de Jesús, convencido de que Jesucristo y su mensaje son la mejor noticia para el mundo; sencillo, cercano a todos, consciente de mis propias debilidades y que como todo cristiano debo preocuparme por mi propia salvación; testigo de la fe en el Resucitado, orante ante los acontecimientos de la vida y rico en misericordia”.
"Buscar la unidad, el don más precioso"
La homilía fue pronunciada por monseñor Fidel Herráez, quien, al hilo del lema del nuevo obispo, incidió en que “de la fidelidad a Dios, manifestada como fuerza, ternura y misericordia, brotará el aliento del nuevo ministerio”.
Por su parte, monseñor Renzo Fratini encomendó a Martínez Marea “buscar la unidad, ya que es el don más precioso” y le animó a guardar la misión evangelizadora desde la fidelidad y el servicio y, en momentos de debilidad, acudir al gozo del Evangelio.
El tradicional recorrido del recién ordenado obispo por las naves de su ya catedral lo hizo acompañado de los dos obispos oriundos de esta diócesis: Vicente Jiménez Zamora, arzobispo de Zaragoza, y Casimiro López Llorente, obispo de Segorbe-Castellón.
El ejemplo de San Agustín
En la ceremonia, el nuevo obispo se presentó así a sus nuevos feligreses: “Si tuviese que resumir mi propósito de actuación lo haría diciendo: ‘Quiero ser un Pastor según el corazón de Jesucristo’. O, dicho de otro modo, yo querría hacer vida propia de las palabras de san Agustín en su conocido Sermón n. 46 sobre Los pastores. Dice así: ‘Apacentar a Cristo, apacentar para Cristo, apacentar en Cristo, significa no querer apacentarse a sí mismo, sino a Cristo solamente (…) Que todos los pastores, pues, formen parte del único Pastor; al oír esta voz las ovejas seguirán no a éste o a aquel, sino a su único Pastor. Que todos los pastores hagan, pues, resonar en él una única voz…’, la voz del Buen Pastor".
Cansados de "seductores mentirosos"
Tras la la celebración de su ordenación, don Abilio señaló que “el mundo está cansado de seductores mentirosos. Y me permito decir: de sacerdotes a la moda o de obispos a la moda. La gente se da cuenta y se aleja cuando reconoce a los narcisistas, los manipuladores, los defensores de sus propias causas, los promotores de banales cruzadas.” Asimismo, llamó a trabajar en comunión, en corresponsabilidad, en la diócesis, suscitando una “diversidad de dones y carismas que puestos todos en juego no rivalizan entre ellos sino que en comunión anuncia que Jesucristo es ayer, hoy y siempre”.
Además, subrayó que le gustaría hacer vida propia de las palabras de san Agustín de Hipona sobre el modo de ser pastor de la Iglesia, esto es, “Padre de todos, sin hacer distinciones por ningún motivo; apóstol del Evangelio de Jesús, convencido de que Jesucristo y su mensaje son la mejor noticia para el mundo; sencillo, cercano a todos, consciente de mis propias debilidades y que como todo cristiano debo preocuparme por mi propia salvación; testigo de la fe en el Resucitado, orante ante los acontecimientos de la vida y rico en misericordia”.
"Buscar la unidad, el don más precioso"
La homilía fue pronunciada por monseñor Fidel Herráez, quien, al hilo del lema del nuevo obispo, incidió en que “de la fidelidad a Dios, manifestada como fuerza, ternura y misericordia, brotará el aliento del nuevo ministerio”.
Por su parte, monseñor Renzo Fratini encomendó a Martínez Marea “buscar la unidad, ya que es el don más precioso” y le animó a guardar la misión evangelizadora desde la fidelidad y el servicio y, en momentos de debilidad, acudir al gozo del Evangelio.
El tradicional recorrido del recién ordenado obispo por las naves de su ya catedral lo hizo acompañado de los dos obispos oriundos de esta diócesis: Vicente Jiménez Zamora, arzobispo de Zaragoza, y Casimiro López Llorente, obispo de Segorbe-Castellón.
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