
Sandro Magister se hace eco en su blog de algunas de las preguntas de la entrevista al cardenal Müller:
¿Se puede dar una contradicción entre Tradición y conciencia personal?
No, es imposible. Por ejemplo, no se puede decir que hay circunstancias por las cuales un adulterio no constituye un pecado mortal.
Para la doctrina católica es imposible la coexistencia entre el pecado
mortal y la gracia santificante. Para superar esta absurda contradicción
Cristo ha instituido para los fieles el sacramento de la Penitencia y
Reconciliación con Dios y con la Iglesia.
Es una cuestión que se discute mucho a propósito del debate en torno a la exhortación post-sinodal "Amoris laetitia".
La "Amoris laetitia" es interpretada claramente a la luz de toda la doctrina de la Iglesia. […] No
me agrada, no es correcto que muchos obispos estén interpretando
"Amoris laetitia" según su propio modo de entender la enseñanza del
Papa. Esto no va en línea con la doctrina católica. El magisterio del Papa es interpretado sólo por él mismo o a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El
Papa interpreta a los obispos, no son los obispos los que deben
interpretar al Papa, esto constituiría un derrocamiento de la estructura
de la Iglesia Católica. A todos ellos que hablan demasiado,
les recomiendo estudiar primero la doctrina [de los concilios] sobre el
papado y sobre el episcopado. Como maestro de la palabra, el obispo debe
ser el primero en estar bien formado para no correr el riesgo que un
ciego conduzca de la mano a otros ciegos. [...]
La exhortación de san Juan Pablo II, "Familiaris consortio", prevé que las parejas de divorciados que se han vuelto a casar y que no pueden separarse, para poder acceder a los sacramentos deben comprometerse a vivir en continencia. ¿Todavía es válido este compromiso?
Ciertamente que sí, no está superado porque no es solamente una ley
positiva de Juan Pablo II, sino que él mismo expresó lo que es
constitutivamente un elemento de la teología moral cristiana y de la
teología de los sacramentos. La confusión sobre este punto remite
también a la falta de aceptación de la encíclica "Veritatis splendor"
con la clara doctrina de lo "intrinsece malum". […] Para nosotros el
matrimonio es la expresión de la participación de la unidad entre Cristo
esposo y su esposa la Iglesia. Ésta no es, como han dicho algunos
durante el Sínodo, una simple y vaga analogía. ¡No! Ésta es la sustancia
del sacramento, y ningún poder en el cielo y en la tierra, ni siquiera
un ángel, ni el Papa, ni un concilio ni una ley de los obispos tienen la
facultad de modificarlo.
¿Cómo se puede resolver el caos que se genera a causa de las diferentes interpretaciones que se han dado de este pasaje de Amoris laetitia?
Recomiendo a todos reflexionar, estudiando antes la doctrina de la
Iglesia, partir de la Palabra de Dios en las Sagrada Escrituras, que es
muy clara respecto al matrimonio. Aconsejaría también no entrar en
ninguna casuística que puede generar fácilmente malentendidos, sobre
todo el que afirma que si se muere el amor, entonces se muere el vínculo
matrimonial. Éstos son sofismas: la Palabra de Dios es muy clara y la
Iglesia no acepta secularizar el matrimonio. La tarea de los sacerdotes y
de los obispos no es la de crear confusión, sino la de aportar
claridad. No podemos referirnos solamente a pequeños pasajes presentes
en "Amoris laetitia", sino que es necesario leer todo en su conjunto,
con la finalidad de hacer más atractivo para las personas el Evangelio
del matrimonio y de la familia. No es "Amoris laetitia" la que ha
provocado una interpretación confusa, sino algunos confundidos
intérpretes de ella. Todos debemos comprender y aceptar la doctrina de
Cristo y de su Iglesia, y al mismo tiempo estar dispuestos a ayudar a
los demás a comprenderla y a ponerla en práctica también en situaciones
difíciles.
InfoCatólica