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¿Cuáles han sido las ideas principales de su charla con los sacerdotes sobre comunicación? ¿Cree oportuno este tipo de formación?
¿Cuáles son los consejos que ofrecería para una buena homilía?
Lo principal es tener muy claro el mensaje que se quiere transmitir y adaptarlo al auditorio. Un mensaje preparado con la suficiente antelación como para transmitirlo desde el corazón, de la manera más natural y cercana, con pasión, con emoción y, básicamente, con el más común de todos los sentidos. Y, por otro lado, aplicar los tres principios básicos para hacer una homilía: que sea breve, que no sea larga y que sea corta.
¿Cuáles son las fortalezas y las debilidades de los sacerdotes en esta parte de comunicación (las homilías)?
La principal fortaleza es que son conocedores 100 % del mensaje que deben hacer llegar a los fieles, que no es otro que la Palabra de Dios. Lo viven y lo sienten en primera persona, por vocación, por decisión propia. Sin embargo, la repetición de los ciclos litúrgicos año tras año, puede provocar —y esta es una de las debilidades— que el sacerdote pierda naturalidad, pierda fervor, pierda frescura a la hora de pronunciar su homilía y, con ello, el distanciamiento de los feligreses.
¿En qué cree que debe mejorar la Iglesia como institución a nivel de comunicación? ¿Y los sacerdotes?
La Iglesia debería seguir formando de manera continuada y no puntual a sus sacerdotes en temas de comunicación. Desde el Seminario se debería trabajar la oratoria como una asignatura más. Los sacerdotes, por su parte, tienen que procurar eliminar todas esas barreras —ambientales y personales— que producen “ruidos” en su proceso comunicativo.
¿Qué le parece la política comunicativa del papa Francisco?
Creo que a nadie le cabe la menor duda de que el papa Francisco es actualmente uno de los mejores oradores. Despojado de todo tipo de opulencia, ha sabido cautivar al mundo entero con su cercanía, tanto física como espiritual. Habla el mismo idioma de quienes le escuchan, aunque los códigos sean distintos, y su claridad y sencillez no han dejado impasible a nadie, tanto a creyentes como escépticos.
AgenciaSIC