Oriente Medio ha permanecido bajo el foco mediático a causa de la presencia excepcionalmente peligrosa del joven Estado Islámico en Irak, en Siria y también en varios países de alrededor en la región. Pero en muchos otros países, los cristianos viven ocultos, amenazados permanentemente por unos Estados totalitarios o por mortíferas ideologías religiosas o ateas.
Los cristianos son víctimas básicamente del islamismo y del comunismo
Cada año, el Índice Mundial de la Persecución, elaborado por la ONG Puertas Abiertas, enumera las persecuciones contra los cristianos de todo el mundo. En su publicación de 2015, la organización señala que hay tres países que son actualmente “zonas de persecución absoluta”. Es decir, son lugares en los que la persecución no para de intensificarse y es imposible vislumbrar un término.
Estos tres países son Irak, corrompido por los enfrentamientos confesionales y por la presencia del autodenominado Estado Islámico; Somalia, un país en el que los cristianos sufren la persecución de los islamistas, pero también a causa de rivalidades étnicas y de la corrupción de los sistemas que rigen el país. En este país, los jefes religiosos musulmanes no dudan en expresar públicamente su deseo de erradicar el cristianismo. Por tanto, los cristianos viven ocultos y expresan su fe en el más prudente de los secretos.
El país que lidera la lista es Corea del Norte, último bastión del comunismo “puro”, donde la religión es considerada como “el opio del pueblo”. Si bien todo culto que no sea el rendido a Kim-Jong-Un está absolutamente prohibido, el cristianismo es especialmente perseguido por sus presuntos vínculos con Occidente. El principio es simple: toda celebración que no tenga por objetivo a la dinastía Kim es considerada peligrosa y representa una amenaza contra el Estado. Por tanto, los cristianos que son descubiertos son enviados a campos de trabajos forzados hasta que les llegue la muerte.
Los años de propaganda han favorecido las denuncias sistemáticas por miedo o por adhesión al régimen, como suma a la inmensa presión con la que viven los cristianos de por sí: estar en posesión de una Biblia ya supone un gran riesgo.
Pese al peligro, quedan entre 200.000 y 400.000 cristianos en Corea del Norte
El resultado es palpable: antes de 1945 había cerca de 500.000 cristianos en Corea del Norte. En tan sólo 10 años, el cristianismo ha desaparecido de la espera pública, aunque subsiste a pesar de todo gracias a sus fieles. Hoy en día hay entre 200.000 y 400.000, todos en la clandestinidad.
De igual forma, en Cuba la situación es poco envidiable, aunque sí más flexible. La constitución garantiza la libertad de religión, pero en la práctica las iglesias deben informar de la más mínima actividad a las autoridades y los cristianos que no estén registrados son directamente víctimas de hostigamiento. Además de esta frecuentemente denunciada vigilancia opresiva, las comunidades religiosas también se quejan de infiltraciones entre sus filas, un vehículo para la corrupción y la delación.
En China, los cristianos de la Iglesia clandestina, es decir, los fieles a Roma y no al Partido Comunista, son aún perseguidos. Existe también una mayoría de cristianos que no forman parte de la Iglesia oficialmente pero que son tolerados por las autoridades, a condición de no hacer pública su condición. La situación sigue siendo terriblemente opresiva y arriesgada. Por otra parte, varias ONG han denunciado la destrucción de cruces y de iglesias en la provincia de Zhejiang, al este de China.
El Índice de la Persecución revela además que hay cuatro continentes comprometidos: África, Asia, América y Europa. La persecución de los cristianos sigue intensificándose, a veces incluso en países mayoritariamente cristianos. Es el caso por ejemplo de Colombia o de México.
En Colombia y en México los cristianos son perseguidos por los cárteles de la droga
Colombia es un país de amplia mayoría cristiana (un 80%) en el que la libertad religiosa está totalmente garantizada. Sin embargo, hay grandes regiones que están todavía bajo el control de organizaciones criminales, de cárteles de la droga o de revolucionarios comunistas que actúan con toda impunidad y colaboran alegremente con el crimen organizado.
La persecución contra los cristianos no es necesariamente ideológica, pese a la afiliación comunista de muchos revolucionarios, sino que es sobre todo consecuencia de la firme oposición de los cristianos contra la corrupción y el crimen.
En las zonas tribales, a los cristianos se les acusa cada vez más de poner en peligro la cultura y las tradiciones indígenas y sufren las hostilidades de la población, a veces de forma violenta. Así que en ocasiones se ven obligados a huir, puesto que estos territorios no son accesibles por las fuerzas de seguridad del gobierno, en virtud de una ley de protección estatal a estas zonas.
En el país, la ONG Puertas Abiertas calcula que cerca de 800.000 cristianos son directamente perseguidos a causa de su fe. La situación es similar en el país vecino, México, y la persecución de los cristianos, también mayoritarios, es consecuencia de los mismos males que atacan al país.
En 2015, muchos cristianos forzados a huir
En 2015, la persecución contra los cristianos es sobre todo a causa del islamismo en el mundo. De los 50 países en los que el Índice Mundial de la Persecución detecta el hostigamiento, 40 de ellos son islamistas. Bajo una persecución violenta u opresiva, las minorías cristianas tienen dificultades para vivir o sobrevivir en tierra del Islam.
En 2014, la proclamación del “califato” por el autodenominado Estado Islámico en Mosul y en la llanura de Nínive ha dejado pocas opciones a los cristianos (al igual que a otras minorías): convertirse, huir o morir. Como resultado, numerosísimos cristianos han tenido que huir y el flujo de refugiados y de desplazados ha visto un crecimiento exponencial. Contrariamente a lo que pueda creerse, los cristianos no han sido masacrados por Daesh, han sido expulsados. El número de familias que viven en extrema pobreza no cesa de aumentar.
La persecución también se torna particularmente perversa en Pakistán, con la tristemente célebre “ley contra la blasfemia”. En la república islámica, la “blasfemia” se condena con la muerte, tras una simple denuncia. Es un medio práctico de deshacerse de un vecino molesto, con más razón cuando es cristiano.
La injusticia de la ley está dramáticamente encarnada por Asia Bibi, una madre de familia cristiana actualmente condenada a muerte, a espera del fin de la revisión de su juicio, por haber contaminado el agua de un pozo con sus manos “impuras” de cristiana. Ha estado en prisión durante años, esperando a la muerte, a pesar de la movilización internacional.
En la India, los cristianos son víctimas del hinduismo más radical
El islamista –como el comunista– provoca otra forma de persecución no menos alarmante: la marginalización social y cultural. Los cristianos de Somalia, los de Corea del Norte, Afganistán, las Maldivas, Eritrea, Arabia Saudí, Yemen, Irak, Irán y Libia no tienen los mismos derechos que los demás ciudadanos; para empezar, el de profesar libremente su religión. En los países musulmanes citados, la apostasía –la conversión de un musulmán al cristianismo, por ejemplo– está además condenada con la muerte.
Pero el Islam no es la única religión que amenaza a las minorías cristianas. El hinduismo ha causado iguales estragos en la India, aunque los cristianos también sufren la violencia islamizada en dos Estados del país (Cachemira y Kerala). En mayo de 2014, la India eligió un nuevo gobierno con Narendra Modi, un nacionalista hindú, como primer ministro. La elección conlleva una radicalización de la sociedad en detrimento de las minorías religiosas, en particular la cristiana.
Varios estados de la India han aprobado leyes contra la conversión, y otros tantos grupos hindúes están obligando a cristianos y musulmanes a convertirse (o reconvertirse) al hinduismo… Los pastores y feligreses son víctimas de abusos regulares por haber convertido a los hindúes. Testimonios locales informan de la destrucción de casas e iglesias, incluso de varios asesinatos de cristianos.
El huracán islamista aumenta la atención sobre Oriente Medio, pero también da que hablar en África. Es en este continente –en especial en el África subsahariana– donde la persecución contra los cristianos aumenta de forma más rápida en el mundo, siempre según los minuciosos estudios de la ONG Puertas Abiertas.
El balance es terrible, pero no se debe perder la esperanza. Si las persecuciones son incesantes, también lo son las conversiones. El número de cristianos no para de crecer y las persecuciones más violentas no cambian nada: la sangre de los mártires es una fuente inagotable de gracia.
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