Las obras de misericordia están en el corazón de nuestra fe en Dios. Es lo que afirmó el papa Francisco en la misa matutina celebrada este jueves 7 de enero en Santa Marta, la primera después de la pausa de Navidad.
Deteniéndose en la Primera Lectura, tomada de la Primera carta de san Juan, el Pontífice advirtió que hay que guardarse de la mundanidad y de esos espíritus que nos alejan de Dios, que se ha hecho carne por nosotros.
Deteniéndose en la Primera Lectura, tomada de la Primera carta de san Juan, el Pontífice advirtió que hay que guardarse de la mundanidad y de esos espíritus que nos alejan de Dios, que se ha hecho carne por nosotros.
“Permanecer en Dios”
El papa Francisco desarrolló su homilía partiendo de esta afirmación de san Juan: “Permanecer en Dios, retomó, es un poco la respiración de la vida cristiana, es el estilo”.
Un cristiano, repitió, es “el que permanece en Dios”, el que “tiene el Espíritu Santo y se deja guiar por Él”. Al mismo tiempo, recordó Francisco, el Apóstol advierte contra el dar “fe a todo espíritu”.
Es necesario poner a “prueba los espíritus, para saber si provienen verdaderamente de Dios. Esta es la regla cotidiana de vida que enseña Juan”, indicó Francisco.
¿Qué quiere decir “poner a prueba a los espíritus?” No se trata de “fantasmas”, precisó el Papa, se trata de “saber”, ver “qué sucede en mi corazón”, cuál es la raíz “de lo que estoy sintiendo en cada momento, de dónde viene. Esto es poner a prueba: si lo que siento viene de Dios o viene del otro, “del Anticristo”.
Discernir bien qué sucede en nuestra alma
La mundanidad, continuó es “el espíritu que nos aleja del Espíritu de Dios que nos hace permanecer en el Señor”. ¿Cuál es el criterio para “hacer un buen discernimiento de lo que sucede en mi alma”?, se preguntó el Papa. El Apóstol Juan nos da solo uno: “Todo espíritu que reconoce a Jesucristo venido en la carne es de Dios, y todo el que no lo hace no es de Dios”.
“El criterio es la Encarnación. Puedo sentir muchas cosas dentro, incluso cosas buenas, ideas buenas. Pero si estas ideas, estos sentimientos, no me llevan a Dios que se ha hecho carne, no me llevan al prójimo, al hermano, no son de Dios. Por esto, Juan comienza esta cita de su carta diciendo: ‘Este es el mandamiento de Dios: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos los unos a los otros’”.
Las obras de misericordia son el centro de nuestra fe
“Podemos hacer muchos planes pastorales”, añadió, imaginar nuevos métodos “para acercarnos a la gente” pero, “si no hacemos el camino de Dios venido en la Carne, del Hijo de Dios que se hizo hombre para caminar con nosotros, no estamos en el camino del buen espíritu: es el Anticristo, es la mundanidad, es el espíritu del mundo”.
“Cuanta gente encontramos en la vida que parece espiritual: ‘¡Qué persona tan espiritual es esta!’, pero no le hables de obras de misericordia ¿por qué? Porque las obras de misericordia son lo más concreto de nuestra confesión de que el Hijo de Dios se ha hecho carne: visitar al enfermo, dar de comer a quien no tiene hambre, cuidar a los excluidos…”.
“Obras de misericordia ¿por qué? Porque todos nuestros hermanos, a los que debemos amar, son la carne de Cristo. Dios se ha hecho carne para identificarse con nosotros. Y el que sufre es Cristo que sufre”.
Si el espíritu viene de Dios me lleva al servicio a los demás
“No deis fe a todo espíritu, estad atentos -afirmó el Papa-, poned a prueba a los espíritus para saber si vienen verdaderamente de Dios”.
Y destacó que “el servicio al prójimo, al hermano, a la hermana que lo necesita”, que tiene necesidad, incluso, de un consejo, que necesita mi oído para ser escuchado”, “estos son los signos de que vamos por el camino del buen espíritu, es decir el camino del Verbo de Dios que se ha hecho carne”.
“Pidamos al Señor, hoy, la gracia de conocer bien lo que sucede en nuestro corazón, lo que nos gusta a hacer, es decir lo que me llega más: si el Espíritu de Dios, que me lleva al servicio de los demás o el espíritu del mundo que gira en torno a mí mismo, a mis cerrazones, a mis egoísmos, a mis cosas… Pidamos la gracia de conocer lo que sucede en nuestro corazón”.
El papa Francisco desarrolló su homilía partiendo de esta afirmación de san Juan: “Permanecer en Dios, retomó, es un poco la respiración de la vida cristiana, es el estilo”.
Un cristiano, repitió, es “el que permanece en Dios”, el que “tiene el Espíritu Santo y se deja guiar por Él”. Al mismo tiempo, recordó Francisco, el Apóstol advierte contra el dar “fe a todo espíritu”.
Es necesario poner a “prueba los espíritus, para saber si provienen verdaderamente de Dios. Esta es la regla cotidiana de vida que enseña Juan”, indicó Francisco.
¿Qué quiere decir “poner a prueba a los espíritus?” No se trata de “fantasmas”, precisó el Papa, se trata de “saber”, ver “qué sucede en mi corazón”, cuál es la raíz “de lo que estoy sintiendo en cada momento, de dónde viene. Esto es poner a prueba: si lo que siento viene de Dios o viene del otro, “del Anticristo”.
Discernir bien qué sucede en nuestra alma
La mundanidad, continuó es “el espíritu que nos aleja del Espíritu de Dios que nos hace permanecer en el Señor”. ¿Cuál es el criterio para “hacer un buen discernimiento de lo que sucede en mi alma”?, se preguntó el Papa. El Apóstol Juan nos da solo uno: “Todo espíritu que reconoce a Jesucristo venido en la carne es de Dios, y todo el que no lo hace no es de Dios”.
“El criterio es la Encarnación. Puedo sentir muchas cosas dentro, incluso cosas buenas, ideas buenas. Pero si estas ideas, estos sentimientos, no me llevan a Dios que se ha hecho carne, no me llevan al prójimo, al hermano, no son de Dios. Por esto, Juan comienza esta cita de su carta diciendo: ‘Este es el mandamiento de Dios: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos los unos a los otros’”.
Las obras de misericordia son el centro de nuestra fe
“Podemos hacer muchos planes pastorales”, añadió, imaginar nuevos métodos “para acercarnos a la gente” pero, “si no hacemos el camino de Dios venido en la Carne, del Hijo de Dios que se hizo hombre para caminar con nosotros, no estamos en el camino del buen espíritu: es el Anticristo, es la mundanidad, es el espíritu del mundo”.
“Cuanta gente encontramos en la vida que parece espiritual: ‘¡Qué persona tan espiritual es esta!’, pero no le hables de obras de misericordia ¿por qué? Porque las obras de misericordia son lo más concreto de nuestra confesión de que el Hijo de Dios se ha hecho carne: visitar al enfermo, dar de comer a quien no tiene hambre, cuidar a los excluidos…”.
“Obras de misericordia ¿por qué? Porque todos nuestros hermanos, a los que debemos amar, son la carne de Cristo. Dios se ha hecho carne para identificarse con nosotros. Y el que sufre es Cristo que sufre”.
Si el espíritu viene de Dios me lleva al servicio a los demás
“No deis fe a todo espíritu, estad atentos -afirmó el Papa-, poned a prueba a los espíritus para saber si vienen verdaderamente de Dios”.
Y destacó que “el servicio al prójimo, al hermano, a la hermana que lo necesita”, que tiene necesidad, incluso, de un consejo, que necesita mi oído para ser escuchado”, “estos son los signos de que vamos por el camino del buen espíritu, es decir el camino del Verbo de Dios que se ha hecho carne”.
“Pidamos al Señor, hoy, la gracia de conocer bien lo que sucede en nuestro corazón, lo que nos gusta a hacer, es decir lo que me llega más: si el Espíritu de Dios, que me lleva al servicio de los demás o el espíritu del mundo que gira en torno a mí mismo, a mis cerrazones, a mis egoísmos, a mis cosas… Pidamos la gracia de conocer lo que sucede en nuestro corazón”.
Aleteia