”Vosotros os preparáis a obedecer el impulso del Espíritu, para ser “el futuro de la Iglesia” según el corazón de Dios; no según las preferencias de cada uno o de las modas del momento, sino como lo requiere el anuncio del Evangelio”. Lo ha dicho el Santo Padre en la mañana del lunes 25 de enero en la Sala Clementina a la Comunidad Pontificia del seminario Lombardo en Roma. ”Para prepararse bien -ha continuado- se necesita trabajar a fondo, pero sobre todo una conversión interior, que cotidianamente radique en el misterio de la primera llamada de Jesús y lo reviva en la relación personal con él, como hizo el apóstol Pablo, de quien hoy recordamos la conversión”.
El Papa ha hablado en su discurso de san Carlos Borromeo quien presentó su vida como ”un constante movimiento de conversión, reflejando la imagen de Pastor. ”Èl -ha dicho- se identificó con esta imagen, la nutrió con su vida, sabiendo que el discurso se convierte en realidad al precio de la sangre: los ”sanguinis ministri” eran para él los verdaderos curas. Él realizó la imagen perdiéndose. Puso toda su pasión para reproducirla. De esta manera, la grande obra de los teólogos del tiempo, culminada en la celebración del Concilio de Trento, fue llevada a cabo por pastores santos como Borromeo”.

Asimismo, Francisco ha destacado que ellos son los herederos y testigos de una gran historia de santidad, ”que arraiga las raíces en vuestros patrones, los obispos Ambrosio y Carlos y en tiempos más recientes ha visto incluso entre los alumnos, tres beatos y tres siervos de Dios. Esta es la meta a alcanzar. Aunque a menudo aparece en el camino una tentación para expulsar: aquella de la normalidad, la de un Pastor que se contenta con una vida normal… La normalidad en cambio para nosotros es la santidad pastoral, el don de la vida. Si un sacerdote elige ser una persona normal será un sacerdote mediocre o algo peor”.

”Puede anunciar palabras de vida solo quien hace de su propia vida un diálogo constante con la Palabra de Dios, o mejor, Dios que habla -ha dicho-. En estos años se os ha confiado la misión de entrenaros en este diálogo de vida, el aprendizaje de las varias disciplinas que estudiáis no termina en ellas, sino que se concreta en el coloquio de la oración y en el encuentro real con las personas. No hay que formarse por partes, oración, cultura y pastoral son muros de carga de un único edificio y deben estar siempre fuertemente unidas para sostenerse entre sí, para que los sacerdotes de hoy y mañana sean hombres espirituales y pastores misericordiosos interiormente unificados en el Señor y capaces de difundir la alegría del Evangelio en la simplicidad de la vida”.

Francisco les ha recordado que para ser un buen sacerdote es esencial el contacto y el acercamiento con el obispo. ”La característica del sacerdote diocesano es precisamente la diocesaneidad -ha explicado- y la diocesaneidad tiene su piedra angular en la relación frecuente con el obispo, en el diálogo y en el discernimiento con él. Un sacerdote que no tiene relación constante con su obispo, lentamente se aísla del cuerpo diocesano y su fecundidad disminuye, porque no ejercita el diálogo con el Padre de la Diócesis”. Antes de concluir, el obispo de Roma ha pedido a los presentes que ”cultiven la belleza de la amistad y el arte de establecer relaciones, para crear una fraternidad sacerdotal más fuerte que las diversidades particulares”.
AgenciaSIC
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