El Arzobispo de Valladolid, Cardenal Ricardo Blázquez, ha comentado recientemente con la delegación diocesana de Medios de Comunicación Social algunos de los aspectos que están determinando el curso pastoral en la Iglesia de Valladolid. En este caso, empieza con un sencillo balance de su primer año como cardenal de la Iglesia católica y concluye invitando a los fieles a sincronizar su vida con el ritmo de Dios.
¿Qué balance puede hacer de su primer año como cardenal y cuál es su relación personal con el papa Francisco?
¿Qué balance puede hacer de su primer año como cardenal y cuál es su relación personal con el papa Francisco?
El 4 de enero de 2016 se cumple un año desde que recibí la noticia de que el papa quería crearme cardenal y el consistorio fue el 14 de febrero de 2015. Todo ello fue para mí una gran sorpresa.
En este primer aniversario quiero agradecer a la Iglesia de Valladolid, y también a las autoridades religiosas y civiles, su compañía y su felicitación, tanto en Roma como en la diócesis.
Destaco mi participación en las congregaciones romanas en las que he sido designado para tratar cuestiones de sumo interés para la Iglesia. Este trabajo en los dicasterios forma parte de la colaboración de los cardenales con el papa.
También destaco mi participación en las dos últimas convocatorias del Sínodo de los Obispos, dedicadas a la Familia, que nos permitió a los padres sinodales encontrarnos con el papa Francisco prácticamente todos los días. También tuve la oportunidad de saludarlo personalmente y de esos encuentros me llamó la atención que siempre que yo le agradecía todo lo que venía desarrollando en su ministerio a favor de la Iglesia y de la humanidad él también me daba las gracias a mí.
Quiero, por tanto, destacar la cercanía que siempre ha mostrado el papa conmigo y mi disponibilidad para colaborar con él en el futuro.
¿Cómo se está acogiendo en las parroquias el Directorio Diocesano para la Iniciación Cristiana?
Se trata de unas orientaciones que tienen un horizonte largo. Tengo la impresión de que va siendo aplicado en las parroquias y comunidades con decisión. Y responde al subrayado que viene haciendo la Iglesia sobre la necesidad de profundizar en la iniciación cristiana.
Nos encontramos en un contexto de sociedad muy distinto al que existía hace 50 años y hoy se necesita subrayar la pertenencia a la Iglesia, se necesita una fe personalizada y bien formada. Por ello, la iniciación cristina y los sacramentos que la van marcando es parte primordial de la tarea pastoral de la Iglesia y también de nuestra diócesis.
¿Cómo se está viviendo en la Iglesia de Valladolid el Congreso Eucarístico Diocesano, que marca el desarrollo del presente curso pastoral?
Ciertamente este Congreso en sus tres fases (parroquial, arciprestal y diocesana) está marcando el curso pastoral de nuestra diócesis y lo estamos compaginando con otro acontecimiento de la Iglesia Universal: el Año de la Misericordia. La intención es poner en el centro de la vida de los cristianos la celebración de la Misa del Domingo.
En las parroquias se está trabajando con unos materiales que hemos facilitado desde la dirección de la diócesis y están sirviendo para dinamizar charlas, encuentros y catequesis.
La fase arciprestal, que tendrá lugar durante el primer trimestre de 2016 en cada uno de los arciprestazgos de Valladolid, está siendo animada y preparada por los arciprestes, coordinados a través del Consejo de Gobierno de la diócesis.
La fase diocesana se concretará en una semana en torno a la celebración de la fiesta del Corpus Christi. Incluirá celebraciones, encuentros, oraciones, charlas y una gran procesión centrada en la Eucaristía.
¿Cuál ha sido la participación de los fieles en los actos programados en Valladolid para iniciar el Año de la Misericordia?
Quedé gozosamente sorprendido por la celebración de apertura en Valladolid del Año de la Misericordia, que tuvo lugar en la S.I. Catedral y en la Basílica de la Gran Promesa. Fue el domingo, 13 de diciembre siguiendo las orientaciones de Roma.
La participación en la Eucaristía de la Catedral de Valladolid, que es un templo muy grande, fue inmensa, con muchas personas de pie que en ningún momento mostraron cansancio o aburrimiento a pesar de que la liturgia fue larga.
La peregrinación por las calles del centro de la capital vallisoletana fue un gran testimonio de piedad popular. Y al llegar al Santuario Nacional se procedió al rito de apertura de la Puerta Santa (Puerta del Salvador) en Valladolid para todo el año jubilar.
Se pretende que la Basílica de la Gran Promesa sea el lugar en el que se concentren las principales celebraciones en Valladolid durante el Año de la Misericordia (por ejemplo, el 2 de febrero, acogerá la clausura del Año de la Vida Consagrada; el 10 de mayo acogerá la fiesta de san Juan de Ávila, …).
Deseo que este Año de la Misericordia sea para todos un encuentro con Dios, nuestro Padre, que viene a buscarnos. Y con esa revelación que provoca el encuentro con el Señor, seamos capaces de encontrarnos con los demás a través de la misericordia, sabiendo perdonar y dejándonos perdonar. Será un año de renovación espiritual y de impulso apostólico.
A partir de la situación política en España, después de los resultados del 20-D, ¿qué podemos esperar?
El mapa político que ha dejado el 20-D en España es complejo, y nos llena de inquietud. Por eso, quiero subrayar la dimensión de esperanza en medio de las dificultades.
En España hemos atravesado por coyunturas bien difíciles en los últimos decenios: en nuestra vida social, colectiva política, cultural,…; y hemos sabido resolverlas de manera satisfactoria para nosotros y también con admiración para otras personas que no son españoles.
Confío que también ahora se imponga el buen sentido, se imponga el servicio al bien común, que no se ceda a partidismos sino que se subraye la dimensión del diálogo, del encuentro, de la concertación, de buscar las soluciones conjuntamente pensando en el presente y en el futuro.
Porque somos responsables de la España actual y también de la que dejemos a los que vengan después de nosotros.
Es hora de magnanimidad. No de mezquindad sino de generosidad de unos con otros.
Un deseo para 2016…
Deseo un año de gracia y misericordia. Que el año que acabamos de comenzar podamos encontrar el sentido de la vida acogiéndonos al ritmo que Dios va poniendo para nosotros, que es un ritmo en que Dios ejercita la compasión con nosotros y debemos compartirla.
En este primer aniversario quiero agradecer a la Iglesia de Valladolid, y también a las autoridades religiosas y civiles, su compañía y su felicitación, tanto en Roma como en la diócesis.
Destaco mi participación en las congregaciones romanas en las que he sido designado para tratar cuestiones de sumo interés para la Iglesia. Este trabajo en los dicasterios forma parte de la colaboración de los cardenales con el papa.
También destaco mi participación en las dos últimas convocatorias del Sínodo de los Obispos, dedicadas a la Familia, que nos permitió a los padres sinodales encontrarnos con el papa Francisco prácticamente todos los días. También tuve la oportunidad de saludarlo personalmente y de esos encuentros me llamó la atención que siempre que yo le agradecía todo lo que venía desarrollando en su ministerio a favor de la Iglesia y de la humanidad él también me daba las gracias a mí.
Quiero, por tanto, destacar la cercanía que siempre ha mostrado el papa conmigo y mi disponibilidad para colaborar con él en el futuro.
¿Cómo se está acogiendo en las parroquias el Directorio Diocesano para la Iniciación Cristiana?
Se trata de unas orientaciones que tienen un horizonte largo. Tengo la impresión de que va siendo aplicado en las parroquias y comunidades con decisión. Y responde al subrayado que viene haciendo la Iglesia sobre la necesidad de profundizar en la iniciación cristiana.
Nos encontramos en un contexto de sociedad muy distinto al que existía hace 50 años y hoy se necesita subrayar la pertenencia a la Iglesia, se necesita una fe personalizada y bien formada. Por ello, la iniciación cristina y los sacramentos que la van marcando es parte primordial de la tarea pastoral de la Iglesia y también de nuestra diócesis.
¿Cómo se está viviendo en la Iglesia de Valladolid el Congreso Eucarístico Diocesano, que marca el desarrollo del presente curso pastoral?
Ciertamente este Congreso en sus tres fases (parroquial, arciprestal y diocesana) está marcando el curso pastoral de nuestra diócesis y lo estamos compaginando con otro acontecimiento de la Iglesia Universal: el Año de la Misericordia. La intención es poner en el centro de la vida de los cristianos la celebración de la Misa del Domingo.
En las parroquias se está trabajando con unos materiales que hemos facilitado desde la dirección de la diócesis y están sirviendo para dinamizar charlas, encuentros y catequesis.
La fase arciprestal, que tendrá lugar durante el primer trimestre de 2016 en cada uno de los arciprestazgos de Valladolid, está siendo animada y preparada por los arciprestes, coordinados a través del Consejo de Gobierno de la diócesis.
La fase diocesana se concretará en una semana en torno a la celebración de la fiesta del Corpus Christi. Incluirá celebraciones, encuentros, oraciones, charlas y una gran procesión centrada en la Eucaristía.
¿Cuál ha sido la participación de los fieles en los actos programados en Valladolid para iniciar el Año de la Misericordia?
Quedé gozosamente sorprendido por la celebración de apertura en Valladolid del Año de la Misericordia, que tuvo lugar en la S.I. Catedral y en la Basílica de la Gran Promesa. Fue el domingo, 13 de diciembre siguiendo las orientaciones de Roma.
La participación en la Eucaristía de la Catedral de Valladolid, que es un templo muy grande, fue inmensa, con muchas personas de pie que en ningún momento mostraron cansancio o aburrimiento a pesar de que la liturgia fue larga.
La peregrinación por las calles del centro de la capital vallisoletana fue un gran testimonio de piedad popular. Y al llegar al Santuario Nacional se procedió al rito de apertura de la Puerta Santa (Puerta del Salvador) en Valladolid para todo el año jubilar.
Se pretende que la Basílica de la Gran Promesa sea el lugar en el que se concentren las principales celebraciones en Valladolid durante el Año de la Misericordia (por ejemplo, el 2 de febrero, acogerá la clausura del Año de la Vida Consagrada; el 10 de mayo acogerá la fiesta de san Juan de Ávila, …).
Deseo que este Año de la Misericordia sea para todos un encuentro con Dios, nuestro Padre, que viene a buscarnos. Y con esa revelación que provoca el encuentro con el Señor, seamos capaces de encontrarnos con los demás a través de la misericordia, sabiendo perdonar y dejándonos perdonar. Será un año de renovación espiritual y de impulso apostólico.
A partir de la situación política en España, después de los resultados del 20-D, ¿qué podemos esperar?
El mapa político que ha dejado el 20-D en España es complejo, y nos llena de inquietud. Por eso, quiero subrayar la dimensión de esperanza en medio de las dificultades.
En España hemos atravesado por coyunturas bien difíciles en los últimos decenios: en nuestra vida social, colectiva política, cultural,…; y hemos sabido resolverlas de manera satisfactoria para nosotros y también con admiración para otras personas que no son españoles.
Confío que también ahora se imponga el buen sentido, se imponga el servicio al bien común, que no se ceda a partidismos sino que se subraye la dimensión del diálogo, del encuentro, de la concertación, de buscar las soluciones conjuntamente pensando en el presente y en el futuro.
Porque somos responsables de la España actual y también de la que dejemos a los que vengan después de nosotros.
Es hora de magnanimidad. No de mezquindad sino de generosidad de unos con otros.
Un deseo para 2016…
Deseo un año de gracia y misericordia. Que el año que acabamos de comenzar podamos encontrar el sentido de la vida acogiéndonos al ritmo que Dios va poniendo para nosotros, que es un ritmo en que Dios ejercita la compasión con nosotros y debemos compartirla.
AgenciaSIC