Solo puede acoger el perdón quien se convierte y acoge la voluntad de Dios

«Si en toda la Iglesia el Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia, como un momento de gracia y renovación, ha de celebrarse con una gran esperanza y gozo, considero que ha de tener un eco especial en nuestra Iglesia diocesana en la que la celebración de los Años Santos Compostelanos se subraya la motivación de la Gran Perdonanza, tan vinculada a la Misericordia y al amor de Dios que perdona. La apertura de la Puerta Santa en la Catedral es el signo de la “Puerta de la Misericordia, a través de la cual cualquiera que pase por ella, podrá experimentar el amor de Dios que consuela, perdona y ofrece esperanza”.[…] Todos somos sostenidos por el perdón incondicional de Dios. […] Con todo, el perdón de Dios sólo puede ser pedido y aguardado con humildad, no obtenido como una gracia “automática”. […] . Sólo puede acoger el perdón quien se convierte, hace cambiar su vida, y acoge la voluntad de Dios, dejando transformar su corazón de piedra en uno de carne,
humano como el de Cristo. Hemos de tener la valentía de entrar en el quirófano de Cristo para que él cambie nuestro corazón. Será doloroso espiritualmente pero merecerá la pena contar con un corazón nuevo. […]

Queridos diocesanos os pido que no encerremos la misericordia en el gueto de nuestro corazón. […] La misericordia produce su fruto: la reconciliación. Este fruto no es una salvación del alma de forma individual, sino que nos amista con el cuerpo que es la Iglesia. […] Desde esta caridad que reconcilia, en comunión con el papa Francisco, quiero animar a que todos en la diócesis nos fijemos como objetivo las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales, teniendo en cuenta esas periferias que generan nuestra indiferencia e individualismo. Ello será un modo de despertar nuestra conciencia muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y de entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina (cf. Misericordiae vultus, 13). Acercándonos a ellos, aunque nuestros pecados sean como escarlata, se volverán como nieve a los ojos de Dios (Is 1,18).

La celebración del Jubileo nos ayudará a renovar la pastoral diocesana. El tema de la misericordia ha de estar presente en todo nuestro quehacer pastoral. […] La exposición del tema de la misericordia se hará en la celebración de los sacramentos: Bautismo, Confirmación, Unción de los Enfermos y sobre todo Penitencia. “De nuevo, escribe el Papa, ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior” (Misericordiae vultus, 17). Se nota una cierta desafección al Sacramento de la Penitencia. Es necesario fomentar la práctica de este Sacramento. Toda motivación que hagamos en este sentido siempre será poca. Los sacerdotes han de estar siempre disponibles para el que quiere acercarse a recibir este Sacramento. Es Dios quien marca el momento. Es oportuno que en cada zona pastoral de la diócesis se fije una Iglesia con este carácter penitencial, aparte de la posibilidad de ofrecer este Sacramento en cada una de las parroquias. Por otra parte, parroquias y arciprestazgos han de programar la peregrinación para pasar por la Puerta Santa de nuestra Catedral y así acoger la Indulgencia plenaria jubilar». (MONS. JULIÁN BARRIO BARRIO, de la Carta Pastoral en el Jubileo de la misericordia, Noviembre 2015)
Boletín de la Delegación para el clero
del Arzobispado de Santiago de Compostela -Noviembre 2015-
Jubileo de la Misericordia
«Misericordiosos como el Padre»

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