“El acceso a la educación es limitado, especialmente para las chicas y para las escuelas secundarias”,  dijo el Papa Francisco que fue “maestrillo” de escuela en sus tiempos de noviciado.

El Papa Francisco ha recibido en audiencia al “Servicio Jesuita a Refugiados (JRS)” en ocasión de 35º aniversario de la fundación de la organización católica internacional en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano.

El Papa Francisco remarcó la importancia de ayudar a los niños refugiados a encontrar la propia vocación y potencialidades. Por ello, lamentó que hayan demasiados niños y jóvenes que no reciben “educación de calidad”.  Y evidenció la necesidad de ayudar a las chicas a acceder a la escuela.

Por esto, animó el propósito del JRS de ayudar a 100.000 jóvenes refugiados para que vayan a la escuela, en ocasión del próximo jubileo de la Misericordia que iniciará el día 8 de diciembre.

Una obra educativa y de acompañamiento en el contexto de la tragedia moderna de los 60 millones de refugiados que se cuentan en el mundo, la cifra más alta desde la II guerra Mundial. Migraciones forzadas de multitudes de prófugos de varias regiones del mundo: Oriente Medio, África y Asia, que buscan asilo en Europa.

Niños obligados a emigrar

“Para los  niños obligados a emigrar, las escuelas son espacios de libertad. En clase, vienen cuidados por los enseñantes y son protegidos. Lamentablemente, sabemos que ni siguiera en las escuela ellos están protegidos de ataques de quien siembre violencia”.

En este sentido, indicó que las “aulas escolásticas son lugares para compartir, también con niños de culturas, etnias y religiones diferentes, donde se sigue un ritmo regular, un orden confortable, en el cual los niños pueden de nuevo sentirse ‘normales’ y los padres felices de saber que ellos están en la escuela”.

Ayudar a los refugiados a través de la educación

“El JRS trabaja para ofrecer esperanza y futuro a los refugiados, sobre todo mediante el servicio de la educación…ofrecer educación es más importante que dar nociones”, recordó el Papa la obra iniciada por el padre Arrupe hace más de tres décadas. Y destacó los tres puntos de la misión encomendada: “acompañar, servir y defender los derechos de los refugiados”.

Una organización presente en 45 países sobre todo en lugares golpeados por la guerra y la violencia, que acompaña a los refugiados y las poblaciones en las migraciones internas. Es una intervención educativa que ofrece a los refugiados algo más que una “simple instrucción y la supervivencia”. Sirve a “mantener la esperanza, creer en el futuro y hacer nuevos proyectos”, destacó el Papa.

“Dar a los niños un pupitre en la escuela es el regalo más bonito que puedan hacer. Todos sus programas tienen este objetivo final: ayudar a los refugiados a crecer en la confianza de sí mismos, y a realizar su propio máximo potencial y ponerlos en la posición de defender sus propios derechos individuales y como comunidad”, expresó.

La misericordia de enseñar y educar

“Vuestra iniciativa de ‘Educación Global’, con el lema ‘Metamos en movimiento la Misericordia’, les dará la posibilidad de llegar a muchos estudiantes, que tienen urgente necesidad de una educación que les proteja de los peligros”, dijo el Papa

Entretanto, manifestó su gratitud por este trabajo a favor de la educación.  “Gracias a  ellos (benefactores y grupos de apoyo) por su energía y su soporte, la misericordia del Señor alcance tantos niños y las familias en los próximos años”.

El Papa tuvo un pensamiento especial por la misión de la JRS en países como Siria, Afganistán, Republica Centroafricana y la zona oriental de la Republica Democrática del Congo, donde son ayudadas personas de fe diversa.

La sagrada Familia, refugiados

“Mientras siguen en la obra de educar a los refugiados, piensen en la Santa Familia, la Virgen, san José y el niño Jesús, refugiados en Egipto para escapar de la violencia y buscar refugio entre extranjeros; y recuerden las palabras de Jesús: “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia (Mateo 5,7). Lleven siempre dentro de ustedes estas palabras, les sean de estimulo y de consuelo”.

Antes de despedir a los miembros de la JRS, recordó una vez más al p. Arrupe que dejó su ultimo mensaje de oración en un centro de refugiados y en Asia antes de enfermarse terminalmente de un ictus a su regreso a Roma. “Este icono les acompañe: El icono de uno bravo, que no solo ha creado este servicio, pero uno al cual el Señor ha dato la gloria de despedirse en un centro de Refugiados”.

Por último, el Papa les aseguró su oración y, como es costumbre, también pidió oraciones para él.

Aleteia
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