“Quien sirve y dona, parece un perdedor ante los ojos del mundo. En realidad, precisamente perdiendo la vida, la encuentra”, dijo el Papa Francisco este martes 3 de noviembre en la Basílica vaticana.

“Porque una vida que se despoja de sí, perdiéndose en el amor, imita a Cristo: vence la muerte y da la vida al mundo. Quien sirve, salva la vida. Por el contrario, quien no vive para servir, no sirve para vivir”, añadió el Papa durante la misa en recuerdo de los 12 cardenales y los 99 arzobispos y obispos muertos entre el 26 de octubre 2014 y el 26 de octubre de 2015.

El Papa recordó a los pastores difuntos que siguen el ejemplo de Jesús de ser capaces de dar la vida por su ovejas.

Y se refirió al celo del mensaje evangélico de la vida más allá de la muerte: “Dios ha amado tanto al mundo, dice Jesús. Se trata de verdad de un amor concreto, así de concreto que ha tomado sobre sí nuestra muerte. Para salvarnos”. En cambio una lejanía de Dios produce muerte, “en un sepulcro sin salida”, dijo.

El Papa habló de “bajarse”. Ponerse de rodillas para servir, hacer el trabajo más humilde como Jesús “agacharse como un siervo” para ayudar a los demás. Así explicó el mensaje que está detrás de la cruz: “Su muerte nos salva de nuestra muerte”.

La muerte es del diablo

“También ante nuestros ojos la muerte parece oscura y angustiosa. Así como la experimentamos, ha entrado en el mundo por la envidia del diablo, nos dice la Escritura (cfr Sap 2,24)”, continuó.

Sin embargo, manifestó que Jesús no evadió la muerte sino que la tomó sobre sí “con todas sus contradicciones”. Ahora nosotros, le miramos a Él, creyendo en Él, somos salvados por Él: ‘Quien cree en el hijo tiene la vida eterna’” (cfr vv. 15.16)”, expresó.

El servicio es de Dios

El Papa explicó que es una gran enseñanza la que presenta Dios a través del servicio. “Nosotros nos podemos esperar un victoria divina triunfal; Jesús en cambio nos muestra una victoria humildísima”. En la Cruz enseña el amor.

Y apuntó a Jesús como remedio a la muerte. “Para nosotros es difícil aceptar esta realidad. Es un misterio, pero el secreto de este misterio, de esta extraordinaria humildad está toda en la fuerza del amor”, aseguró valorando el “servicio que sabe tomar la condición del siervo”.

De esta manera, describió un servicio que no está hecho de palabras. “Jesús no sólo ha quitado el mal, sino que lo ha transformado en el bien. No ha cambiado las cosas a palabras, sino con los hechos; no en apariencias, sino en la sustancia; no en la superficie, sino en la raíz. Ha hecho de la cruz un puente hacia la vida”.

Vencedores de humildad

El Papa invitó a las personas a “vencer” siguiendo a Jesús, escogiendo el “amor servicial y humilde que permanece victorioso para la eternidad. Es un amor que no grita y no se impone, sino que sabe esperar con confianza y paciencia, porque – como ha recordado el Libro de las Lamentaciones – es bueno ‘esperar en silencio la salvación del Señor” (3,26).

Luego señaló que las personas están hechas para amar aquello que “necesitamos y deseamos”. Pero, “Dios ama hasta el fin del mundo”, es decir “que nos quiere como somos”.

No afanarse por cosas superficiales

El Papa, en memoria de los obispos que han muerto en el último año en la Iglesia, exhortó a no “inquietarse por aquello que nos falta aquí abajo, sino por el tesoro de allá arriba, no por aquello que nos sirve, sino por aquello que verdaderamente sirve”.

En la predicación incitó a los servidores de Jesús a hacerse bastar su amor para ser libres de los “afanes de las cosas efímeras que pasan y desvanecen en el nulla”. Para ser servidores de su corazón, y no “funcionarios que prestan servicio, sino hijos amados que donan la vida por el mundo”.

Este domingo, el Papa Francisco había visitado el cementerio romano El Verano, en ocasión de la fiesta de todos los Santos y para recordar a los fieles difuntos. Ayer en la noche, asimismo, visitó las grutas del Vaticano para conmemorar a los Pontífices muertos.

Aleteia
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