La oración se expresa en el tiempo, con o sin palabras. El acto de
rezar tiene un elemento central: el cuerpo. Las principales posturas que
sostienen la elevación del alma a Dios son rezar sentados, de rodillas y
de pie. Si se hacen bien, estas posturas favorecen el recogimiento y la
atención a Dios. Expresan las disposiciones del alma y la verdad de
nuestros sentimientos por Dios.
El lenguaje del cuerpo
El cuerpo humano habla en la oración, podemos confiar en él. Posee su
propio vocabulario: suspiro, silencio, grito, lágrimas, gestos,
actitudes, súplicas, bendición, canto, danza,… ¿Quién podría dudar de su
inteligencia y de su sabiduría? Ciertamente no esos hindúes parados a
orillas del río Ganges inmóviles hasta el amanecer, ni esos judíos
vueltos a Jerusalén, ni los musulmanes postrados en dirección a La Meca,
ni esos monjes que se inclinan al rezar “Gloria al Padre, al HIjo y al
Espíritu Santo”.
Hay posturas en la oración que se encuentran en todas las religiones,
aunque difieran en las representaciones de lo divino: estar de pie para
alabar y acoger, arrodillarse y postrarse para adorar y pedir perdón,
sentarse para escuchar y meditar. La oración inspira una actitud física
que ayuda a rezar, tanto al cuerpo como al alma, que están estrechamente
ligadas, como el aliento lo está a la vida, o el árbol a la tierra.
El cuerpo nos hace tocar el cielo. Expresa la oración a través de
gestos sencillos: manos elevadas para interceder y ofrecer, manos
abiertas para pedir y recibir, manos juntas para suplicar y recogerse,
manos cruzadas sobre el pecho para interiorizar y escuchar. “Cada día te
he invocado, he extendido mis manos hacia ti” (Salmo 88,9).
Le corps nous fait toucher le ciel. Il exprime la prière par de
simples gestes comme ceux si nuancés de la main : mains levées pour
intercéder et offrir, mains ouvertes pour demander et recevoir, mains
jointes pour supplier et se recueillir, mains croisées sur la poitrine
pour intérioriser et écouter. « Je t’appelle, Seigneur, tout le jour, /
je tends les mains vers toi (Ps 87, 10).
Jacques Gautier
Aleteia