En un encuentro interreligioso en Nairobi, Francisco recuerda tres impactantes atentados sufridos en Kenia
En el primer encuentro del segundo día del viaje, Francisco se reúne con los líderes de las demás religiones y confesiones cristianas para insistir en que el nombre de Dios “no debe ser usado nunca para justificar el odio y la violencia”. Y explicó: el diálogo interreligioso “no es un lujo, sino es esencial”.
“El Dios a quien buscamos servir es un Dios de la paz. Su santo Nombre no debe ser usado jamás para justificar el odio y la violencia”. Lo dijo Papa Francisco esta mañana al reunirse, en la nunciatura de Nairobi (donde se hospeda) con los líderes de las diferentes confesiones cristianas y de las demás religiones: al lado de los cristianos evangélicos, metodistas, pentecostales y de la African Island Church estaban sentados los líderes de las religiones tradicional animista y musulmana.
“El Dios a quien buscamos servir es un Dios de la paz. Su santo Nombre no debe ser usado jamás para justificar el odio y la violencia”. Lo dijo Papa Francisco esta mañana al reunirse, en la nunciatura de Nairobi (donde se hospeda) con los líderes de las diferentes confesiones cristianas y de las demás religiones: al lado de los cristianos evangélicos, metodistas, pentecostales y de la African Island Church estaban sentados los líderes de las religiones tradicional animista y musulmana.
Fue la ocasión para que el Pontífice insistiera en su condena del abuso del nombre de Dios para justificar el terrorismo.
“Sé que está aún vivo en sus mentes —dijo Francisco— el recuerdo de los bárbaros ataques al Westgate Mall, al Garissa University College y a Mandera. Con demasiada frecuencia, se radicaliza a los jóvenes en nombre de la religión para sembrar la discordia y el miedo, y para desgarrar el tejido de nuestras sociedades”.
“Es muy importante que se nos reconozca como profetas de paz, constructores de paz que invitan a otros a vivir en paz, armonía y respeto mutuo. Que el Todopoderoso toque el corazón de los que cometen esta violencia y conceda su paz a nuestras familias y a nuestras comunidades”.
“Espero —explicó el Papa— que este tiempo que pasamos juntos sea un signo de la estima que la Iglesia tiene por los seguidores de todas las religiones y afiance los lazos de amistad que ya nos unen”.
“En realidad, —añadió— nuestra relación nos impone desafíos e interrogantes. Sin embargo, el diálogo ecuménico e interreligioso no es un lujo. No es algo añadido u opcional sino fundamental; algo que nuestro mundo, herido por conflictos y divisiones, necesita cada vez más”.
Francisco insistió en el hecho de que las creencias religiosas y la manera de practicarlas “influyen en nuestro modo de entender nuestro propio ser y el mundo que nos rodea”.
Ellas “son para nosotros una fuente de iluminación, sabiduría y solidaridad, que enriquece a las sociedades en las que vivimos. Cuidando el crecimiento espiritual de nuestras comunidades, mediante la formación de la inteligencia y el corazón en las verdades y en los valores que nuestras tradiciones religiosas custodian, nos convertimos en una bendición para las comunidades en las que viven nuestros pueblos. En las sociedades democráticas y pluralistas como la keniata, la cooperación entre los líderes religiosos y sus comunidades se convierte en un importante servicio al bien común”.
En este sentido, concluyó, “vemos siempre con mayor claridad la necesidad de una mutua comprensión interreligiosa, de amistad y colaboración para la defensa de la dignidad otorgada por Dios a cada persona y a cada pueblo, y el derecho que tienen de vivir en libertad y felicidad”.
“Al promover el respeto de esa dignidad y de esos derechos, las religiones juegan un papel esencial en la formación de las conciencias, infundiendo en los jóvenes los profundos valores espirituales de nuestras respectivas tradiciones, preparando buenos ciudadanos, capaces de impregnar la sociedad civil de honradez, integridad y una visión del mundo que valore a la persona humana por encima del poder y del beneficio material”.
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