Es necesario dejar a los pies de Jesús el cántaro de nuestras fatigas diarias
«En la vida de Santa Teresa de Jesús el amor de Dios lo explica todo. La figura de esta Santa, Doctora de la Iglesia, nos ofrece un haz de luz en el momento actual donde no faltan tampoco miedos en la barca de Pedro. “La vemos ante nosotros como una mujer excepcional, como a una religiosa que, envuelta toda ella de humildad, de penitencia y de sencillez, irradia en torno a sí la llama de la vitalidad humana y de su dinámica espiritualidad; la vemos, además, como reformadora y fundadora de una histórica e insigne Orden religiosa, como escritora genial y fecunda, como maestra de vida espiritual, como contemplativa incomparable e incansable alma activa”, decía el beato Pablo VI.
Dos principios fundamentan su vida: por un lado “el hecho de que todo lo que pertenece al mundo de aquí, pasa”; y, por otro, que sólo Dios es “para siempre, siempre, siempre”. “Ella decidió penetrar en el mundo que la rodeaba con una visión reformadora para darle un sentido, una armonía, un alma cristiana”. En su prudencia encuentra la sabiduría divina que “no se puede comparar con las piedras preciosas porque todo el oro ante ella es un grano de arena y como el lodo es la plata ante ella” (Sab 7,9). Esta sabiduría le llevó a descubrir el primado de Dios y del espíritu. “Jamás nos acabamos de conocer, si no procuramos conocer a Dios; mirando su grandeza, acudamos a nuestra bajeza y mirando su limpieza, veremos nuestra suciedad, considerando su humildad, veremos cual lejos estamos de ser humildes”.
Esta mujer fue dejándose configurar por la fuerza del Espíritu, acogiendo las palabras del Señor: “El que tenga sed que venga a mí y beba”. Es el agua que purifica y que apaga la sed en nuestros largos caminos de búsqueda. Quien tiene deseo de cosas profundas o necesidad de respuestas decisivas para la propia vida, ha de recordar que Jesús es la fuente viva. Es necesario dejar a los pies de Jesús el cántaro de nuestras fatigas diarias, anunciando lo que hemos vivido en el encuentro con El. “Bien veo yo, mi Señor, lo poco que puedo. Pero llegada a Vos, subida a esa atalaya donde se ven las verdades, no os apartando Vos de mí, todo lo podré”, decía ella.
Santa Teresa propone las virtudes evangélicas como base de toda la vida cristiana y humana: la pobreza evangélica; el amor mutuo como elemento esencial de la vida comunitaria y social; la humildad como amor a la verdad; la determinación como fruto de la audacia cristiana; la esperanza teologal, que describe como sed de agua viva. “Aventuremos la vida pues no hay quien mejor la guarde que el que la por perdida”.
Seamos testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción; descubramos esta sed de Dios que existe en lo más hondo de nuestro corazón, este deseo de ver a Dios, de buscar a Dios, de estar en diálogo con él y de ser sus amigos. Con nuestra felicitación a las MM Carmelitas agradecemos a Dios que nos haya dado a Santa Teresa como estímulo y modelo en nuestra peregrinación terrena. Amén». (MONS. JULIÁN BARRIO BARRIO, De la Homilía en la Misa de clausura del Año Jubilar Teresiano, 15-10-2015)
Dos principios fundamentan su vida: por un lado “el hecho de que todo lo que pertenece al mundo de aquí, pasa”; y, por otro, que sólo Dios es “para siempre, siempre, siempre”. “Ella decidió penetrar en el mundo que la rodeaba con una visión reformadora para darle un sentido, una armonía, un alma cristiana”. En su prudencia encuentra la sabiduría divina que “no se puede comparar con las piedras preciosas porque todo el oro ante ella es un grano de arena y como el lodo es la plata ante ella” (Sab 7,9). Esta sabiduría le llevó a descubrir el primado de Dios y del espíritu. “Jamás nos acabamos de conocer, si no procuramos conocer a Dios; mirando su grandeza, acudamos a nuestra bajeza y mirando su limpieza, veremos nuestra suciedad, considerando su humildad, veremos cual lejos estamos de ser humildes”.
Esta mujer fue dejándose configurar por la fuerza del Espíritu, acogiendo las palabras del Señor: “El que tenga sed que venga a mí y beba”. Es el agua que purifica y que apaga la sed en nuestros largos caminos de búsqueda. Quien tiene deseo de cosas profundas o necesidad de respuestas decisivas para la propia vida, ha de recordar que Jesús es la fuente viva. Es necesario dejar a los pies de Jesús el cántaro de nuestras fatigas diarias, anunciando lo que hemos vivido en el encuentro con El. “Bien veo yo, mi Señor, lo poco que puedo. Pero llegada a Vos, subida a esa atalaya donde se ven las verdades, no os apartando Vos de mí, todo lo podré”, decía ella.
Santa Teresa propone las virtudes evangélicas como base de toda la vida cristiana y humana: la pobreza evangélica; el amor mutuo como elemento esencial de la vida comunitaria y social; la humildad como amor a la verdad; la determinación como fruto de la audacia cristiana; la esperanza teologal, que describe como sed de agua viva. “Aventuremos la vida pues no hay quien mejor la guarde que el que la por perdida”.
Seamos testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción; descubramos esta sed de Dios que existe en lo más hondo de nuestro corazón, este deseo de ver a Dios, de buscar a Dios, de estar en diálogo con él y de ser sus amigos. Con nuestra felicitación a las MM Carmelitas agradecemos a Dios que nos haya dado a Santa Teresa como estímulo y modelo en nuestra peregrinación terrena. Amén». (MONS. JULIÁN BARRIO BARRIO, De la Homilía en la Misa de clausura del Año Jubilar Teresiano, 15-10-2015)
Boletín de la Delegación para el clero
del Arzobispado de Santiago de Compostela -Octubre 2015-
V Centenario del nacimiento de Sta. Teresa de Jesús
Año de la Vida Consagrada
Año de la Vida Consagrada