Nos encontramos en vísperas de la conclusión de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y de la aprobación de la Relatio Finalis (documento conclusivo) sobre “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. El Papa Francisco delineó en su discurso con ocasión de la celebración del quincuagésimo aniversario de la institución de esta Asamblea sinodal, el camino de reforma para la Iglesia Universal en el tercer milenio, una reforma en clave sinodal.

En su discurso, el Santo Padre expresó su aprecio y valoración por la figura eclesial del Sínodo de los Obispos. “Desde el inicio de mi ministerio como Obispo de Roma he intentado valorizar el Sínodo, que constituye una de las herencias más preciosas de la última reunión conciliar”.

Citando a sus predecesores, el Beato Pablo VI, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, el Papa señaló la importancia de la potenciación y mejora de la Asamblea sinodal. “Para el Beato Pablo VI, el Sínodo de los  Obispos debía volver a proponer la imagen del Concilio ecuménico y reflexionar sobre su espíritu y el método. El mismo Pontífice anunciaba que el organismo sinodal con el pasar del tiempo podrá ser mayormente perfeccionado”. Asimismo, el Sucesor de Pedro recordó que veinte años más tarde, San Juan Pablo II hacía eco de las palabras del Cardenal Giovanni Battista Montini, cuando afirmaba que «tal vez este instrumento podrá aun ser mejorado. Quizás la colegial responsabilidad pastoral puede expresarse en el Sínodo aún más plenamente». Del mismo modo, el Papa Francisco, evidenció algunas variaciones que habían sido realizados por Benedicto XVI al Ordo Synodi Episcoporum, a la luz de las disposiciones del Código de Derecho Canónico y del Código de los Cánones de las Iglesias orientales.

La reforma propuesta por Francisco, que interpretando los signos de los tiempos señala que el camino de la Iglesia en el tercer milenio, es el camino de la sinodalidad. Este tema, encuentra con el actual Pontífice argumentos y perspectivas que, desde la teología y misión pastoral del Sínodo de los Obispos y desde la misma naturaleza y quehacer de la Iglesia, han de implementarse de manera concreta, progresiva y eficaz. “Debemos proseguir por este camino. El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el potenciamiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.

AgenciaSIC

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